Autor: MAUREEN LENNON
COMPOSITORAS CHILENAS Y MATERNIDAD: el desafiante y emotivo recorrido de un grupo de pioneras
A propósito del Día de la Madre, revisamos el legado de cuatro creadoras: Isidora Zegers, Carmela Mackenna, Leni Alexander y Sylvia Soublette. "A lo largo de la historia de nuestro país, el binomio maternidad y composición no ha sido fácil”, advierte el musicólogo Luis Merino.
N cuanto a costura, cocina, no solo carecía mi madre hasta de la menor noción de esa clase de trabajos tan necesarios en la mujer, sino que se oponía a que sus hijas las aprendieran y se incomodaba cuando oía alabar a alguna otra mujer diestra de manos para la aguja, y sobre todo para la cocina o repostema”. Ese es el testimonio de Flora Tupper de Bianchi, hija del primer matride Isidora Zegers (1803-1869), y que es rescatado por el musicólogo Luis Merino en un artículo publicado porla Revista Musical Chilena bajo el “Los inicios de la circulación pública de la creación musical escrita por mujeres en Chile”. Tupper también aparece en este texto con una evocación de 1823. “Mi madre joven, tocando y cantando bien, y hablando perfectamente el francés, y algo de italiano, debió ser y fue en realidad considerada como una notabilidad. Las chilenas de su época eran por lo general niñas dotadas de talento natural, pero sumamente ignorantes”, rememora.
Madre hijos, notable cantante y compositora, amante de las óperas de Rossini y figura fundamental en la organización y gestión de institucio nes en nuestro país, como el Conservatorio Nacional de Música y la Sociedad Filarmónica, a juicio del académico Luis Merino, el legado de la gran dama de la música carevela que, en el siglo XIX, la creación escrita por una mujer encuentra su nicho en la intimidad del hogar famillar. “Lo de Isidora Zegers fue heroico: 16 hijos y, además, se da tiempo para componer, aunque no toca sus obras; se da espacio para cantar y fomentar la Sociedad Filarmónica.
Al igual que para Andrés Bello, para ella fue clave la educación”, afirma a “Artes y Letras” el experto, y agrega que las declaraciones de la hija “son muy decidoras y revelan la imagen que tenía su madre de la sociedad chilena. Uno tiende a idealizar la historia, pero estamos ante una sociedad poco abierta y más bien provinciana.
Para Isidora Zegers, que venía de Europa, debió ser un impacto muy grando”. El docente de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile añade que, a lo largo de la historia musical de nuestro país el binomio maternidad y composición no ha sido fácil Ser madre y artista ha supuesto enfrentar varios escollos, partiendo por el siglo XIX en que con la excepción de Zegers —cuya obra se circunscribió al ámbito privado— “la mayoría delos restantes compositores del período, tanto chilenos como extranjeros, fueron varones. Paradojalmente, un destinatario importante de sus obras fueron las mujeres, quienes sí tuvieron un papel determinante enel cultivo de la música como práctica social”, cierra Luis Merino.
Gonzalo Cuadra, cantante, régisseur, investigador y académico de la Universidad Alberto Hurtado, comenta que dentro de la música docta Ja mujer ha tenido un papel estelar en lo que se refiere a la interpretación (ya sea como cantante, pianista o viocamino de la composición le ha sido sumamente difícil”, dice.
Cuadra continúa con su reflexión y señala que se han formulado varias teorías al respecto, desde que “es la propia mujer la que no ha teni do interés en esta área o si se le ha negado el acceso. Pero buenas compositoras hay.
En un concierto que orgaen 2017, en la Biblioteca Nacional, rescatamos el legado de varias talentosas creadoras, partiendo por Isidora Zegers Entre otras pioneras artistas y cuyas obras se ejecutaron en ese enE La madre Violeta Parra y la maestra Margot Loyola “Los embarazos, el parto, la maternidad, resultaban para ella algo natural, propio de la vida corriente y cotidiana, Sin que nada de ello impidiera ni postergara su trabajo. Así se lee en "La vida intranquila: biografía esencial de Violeta Parra”, escrita por Fernando Sáez.
La legendaria cantautora, arpillera y recopiladora (1917-1967) fue madre de cuatro hijos: Isabel y Ángel, frutos de su matrimonio con Luis Cereceda, y de su relación con Luis Arce nacieron Carmen Luisa y Rosita Clara, esta última trágicamente fallecida en 1955.
La destacada folclorista Margot Loyola (1918-2015), conocida popularmente como la "comaire” de Violeta Parra, en tanto, no pudo experimentar la maternidad, Como señaló en este diario su esposo Osvaldo Cádiz, "al lugar donde vaya se refieren a ella como la maestra” Ella no tuvo hijos, pero decía que sus hijos eran sus cientos de alumnos”. DESDE EL SIGLO XIX HASTA NUESTROS DÍAS| Aporte femenino en la música docta Leni Alexander es una de las relevantes compositoras del siglo XX. Cuentro de la Sala América, Cuadra destaca a Carmela Mackenna Subercaseaux (1879-1962), quien se casó político y diplomático Enrique Cuevas Bartholín, este último hermano del Marqués de Cuevas. Siguiendo asu esposo, terminó fijando su residencia en Alemania, país donde comienza a vincularse con el movimiento expresionista y da sus primeros pasos en la composición. “Carmela Mackenna es una joya por descubrir. Para la presentación en la Biblioteca Nacional escogimos canción de cuna. Me llamó mucho la atención esta obra, porque no se trata de una pieza serena, ni dulce ni tranquila, sino que conlleva un drama. Investigando sobre su vida, descubrí que ella no alcanzó a conocera su madre y tampoco pudo experimentar en carne propia la maternidad. Dio sentido esta can de cuna como una desolación ante la imposibilidad de engendrar un concluye Gonzalo Cuadra.
El aullido de su hijo Su vida entre Europa y Chile, sus estudios con Olivier Messiaen, sus trabajos con Bruno Maderna, su amistad con Pierre Boulez y su encuentro con John Cage confluyeron en que a Leni Alexander (1924-2005) se la conozca como la creadora más importante del siglo pasado, Así lo afirma la investigadora Raquel Bustos Valderrama en su texto de referencia “La mujer compositora y su aporte al desarrollo musical chileno” (Ediciones UC). Nacida en Breslau, Isidora Zegers, la gran dama de la música decimonónica. Alexander vivió en Hamburgo hasta 1939, año en que huyó del nazismo junto a su madre y se estableció en Chile, Acátuvotreshijos:el compositor Andreas, la pianista Beatrice y el saxofonista y actor Bastián Bodenhófer. En 1965 compuso “Aulicio”, una obra que alude a un juego de palabras: a las pesadillas de su hijo Bastián, quien con apenas cuatro añosno era capaz de pedir auxilio, sino que decía aulicio.
En una entrevista concedida a este diario, la compositora destacaba que la pieza “esalgo asícoun gran acorde, como decía Bruno Maderna, mi gran amigo, con quien trabajé tanto en Venecia”. Uno desus hijos, Andreas Bodenhófer, comenta a “Artes y Letras” que en su madre se dio de manera vívida e tensión de familia y trabajo. “Los exiliosobligados y voluntarios la marcaron. Se sentía más valorada en Europa, y se las arreglaba para escaparse y estar algunos meses del año en Alemania. Álos 75 años le hicieron grandes homenajes en Colonia, pero después de los viajes siempre volvía a Chile y se imbuía más en la familia”. Daniela Fugellic, directora del Instítuto de Música de la U. Alberto Hurtado y musicóloga, complementa que estamos ante una artista que “oscila entre culturas, con una ría famuliar que parte con una huida del nazismo.
Se movió muy libremente entre Chile y Alemania y Francia, y eso la enriqueció”. En la música antigua Maximiano Valdés, director titular dela Orquesta Sinfónica Nacional fuvenil, afirma que en el mundo de la música cada vez es más normal encontrarse con mujeres profesionales que llevan su carrera simultáneamente con la maternidad. “La sociedad está mejor organizada respecto a los años en que mi madre crió a sus propios hijos.
La dualidad músicomadre hoy es más llevadera”. Desde Puerto Rico, el conductor chileno hace referencia a su progenitora, Sylvia Soublette Asmussen (1923-2020), autora de relevantes obras orquestales y corales (“Misa Romana”, “Stabat Mater”), entre otras piezas.
Su hijo advierte que su actividad desarrollada a lo largo de más de setenta años y que incluyó ser directora de diferentes grupos instrumentales, “como el famoso conjunto de música antigua de la Universidad Católica, educadora y compositora, fue un ejemplo de servicio al arte y a nuestro país como muy pocas mujeres lo han logrado en su historia.
Pero al mismo tiempo fue esposa y madre de tres hijos”. Maximiano Valdés considera que en los años 50 del siglo pasado era inusual que una mujer pudiese criar y trabajar en algo tan absorbente coimo la música.
“Pero para ella no había obstáculo por delante y cumplió con su misión de madre, de mujer profesional y esposa con constancia y amor”. Entre tantos recuerdos de su vida junto a Sylvia Soublette, rememora que “formó nuestro coro familiar y nos enseñó las grandes obras de Bach.
Con ella cantamos en las misas del Gallo y aprendimos a leer música, al mismo tiempo que acompañaba a nuestro padre en sus funciones públicas, Ella hizo de la música un lazo de unión permanente”, concluye.