La pasión titiritera de Ana María Allendes y Abraham Santibáñez
La pasión titiritera de Ana María Allendes y Abraham Santibáñez P remio Nacional de Periodismo 2015, director de la revista Hoy y del diario La Nación, profesor de ética periodística, entre otros trabajos, Abraham Santibáñez (1938) ha tenido una larga trayectoria en la docencia y el periodismo contingente, pero un tercer interés ha ocupado su vida: el teatro de muñecos.
No es solo porque desde pequeño le gustan los títeres y las marionetas, sino porque de la mano de Ana María Allendes (1942), con quien lleva casi 60 años de matrimonio, ha conocido y experimentado lo que significa esta expresión artística.
Allendes es una reconocida marionetista y titiritera que en 1983 fundó Títeres Guiñol y, en 1994, la Fundación para la Dignificación del Teatro de Muñecos (Famadit), además de participar en la Unión Internacional de las Marionetas (Unima), con sede en Francia. Creadora de varias obras, estudiosa e investigadora de esta disciplina, Allendes también tiene la tercera biblioteca privada más importante en América Latina en este tema, que incluye documentación y muchos muñecos.
Ahora, juntos presentan, el próximo viernes 21 --día internacional de la marioneta--, el libro "La vuelta al mundo de una marionetista" (Versalita Ediciones, $20.000 ), en el que reúnen todos sus conocimientos titiriteros, muchos de los cuales se han profundizado desde que ya mayores, jubilados, han podido viajar juntos, recorriendo diferentes lugares destacados por su tradición de muñecos, como República Checa, Francia e Italia.
Sobre el libro, Santibáñez dice que consideraron que "valía la pena contar nuestra experiencia ya como matrimonio". Lo define como un "escuchar la vida de Ana María como titiritera", y cuenta que se lo dedicaron a su hijo José Miguel Santibáñez, ingeniero y titiritero, quien murió hace casi cinco años, y en cuya hija, su pequeña nieta María Pía, de seis años, lo ven reflejado. Ella ya experimenta con los títeres y es el orgullo de sus abuelos. La conversación con ellos va de uno a otro, aunque no pocas veces Ana María mira a Abraham para que la deje hablar, con esa mirada de quien conoce muy bien las mañas del otro. Santibáñez es reposado y se nota el oficio de periodista en entregar información ordenada y meditada, mientras que Allendes tiene la pasión de la artista. Ella recuerda con claridad la presentación de "Mariana Pineda", una adaptación de la obra de Federico García Lorca, en el Centro Cultural de España, en 1988, que trata sobre la libertad política. Cuenta que hacía mucho trabajo en poblaciones, pero "no hacía títeres políticos.
Era llevar alegría a la gente y a los niños". La presentación de la obra de García Lorca fue diferente: "Mariana nació precisamente a raíz de la dictadura", afirma, sobre este trabajo colectivo con pobladores de La Victoria y de Melipilla. "Fue como una venganza contra Pinochet", dice acerca del régimen que, entre otras cosas, la había amenazado a ella y llevó preso a Santibáñez. El carácter de protesta del teatro de marionetas no es nuevo. Allendes aporta un dato significativo: recién en el siglo XIX surgió para niños.
La tradición europea --sobre todo de los siglos XVII y XVIII-refiere a un teatro para adultos. "Mostrar que el teatro de muñecos no es solo para los niños tiene un atractivo, y eso lo vimos en varias ocasiones en estos viajes", comenta Santibáñez sobre otro de los aportes del libro.
Y suma otro elemento que considera importante, y que trata sobre el trabajo de Ana María con la teoría del doctor rumano-judío Reuven Feuerstein sobre la modificabilidad cognitiva y experiencia de aprendizaje mediado. "Para él es muy importante todo lo que es la transmisión cultural. La transmisión es que los adultos les cuenten a los niños todas sus experiencias para que les sirvan a futuro.
Con su teoría, yo creé la obra `Un pasito y otro pasito', específicamente, para mostrar la importancia del adulto con el niño", comenta Allendes, sobre una dimensión de su trabajo que la llevó a estudiar educación diferencial. Con ese bagaje empezó en la década del 90 a hacer talleres en la U. Diego Portales y en la U. Católica. LEGADO BUSCA CASA Ahora, una de sus preocupaciones es qué pasará con su biblioteca y sus muñecos. La oficina de Famadit existe, pero está cerrada.
Cuenta que está en conversaciones con el dueño de El Teatrillo, un espacio nuevo en calle Condell dedicado a este arte, que estaría interesado en comprarle sus marionetas --hechas en su gran mayoría por ella-y en dedicarle una sala para su biblioteca. Ana María Allendes ha consagrado su vida a las marionetas.
Cuenta que desde que vio al Teatro de Marionetas de Salzburgo --uno de los más importantes del mundo que presenta óperas, operetas y ballets con estos muñecos-en Santiago, cuando tenía 6 o 7 años, supo su destino. "Yo las miré y dije `quiero ser marionetista'. Me demoré en serlo, por supuesto, pero al final se produjo", relata sobre la pasión que comparte con su marido y que queda reflejada en el libro que publican juntos.
La pasión titiritera de Ana María Allendes y Abraham Santibáñez En el libro "La vuelta al mundo de una marionetista", el matrimonio reúne todos sus conocimientos sobre este arte en el que ella ha destacado como una de las más importantes del país. MARÍA SOLEDAD RAMÍREZ R. En su casa, Abraham Santibáñez y Ana María Allendes tienen algunas de sus marionetas, como la de Mariana Pineda. El libro será presentado el viernes en el Instituto de Chile. HÉCTOR FLORES SCROFFT.