Alberto Fuguet: “Los 80 no fueron en blanco y negro”
Alberto Fuguet: “Los 80 no fueron en blanco y negro” A ntes de que entrara a la escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, lo apodaron el Punk. No lo era realmente, pero era raro, especialmente en ese campus en el que en 1985 dominaban política y estéticamente las Juventudes Comunistas. Su corte de pelo con un mohicano teñido de azul encendió las alarmas. El alumno nuevo motivó una asamblea para analizar qué hacer con él: "Hay mechones que alteran el orden", dijeron en la reunión en que se planteó, entre otras cosas, que la libertad tenía límites.
La esc e n a s u c e d e e n "Ciertos chicos", la nueva novela de Alberto Fuguet (Santiago, 1963), y está basada en una historia real que presenció en su escuela. "Y si no es ciento por ciento verdad, es literariamente verdad", dice el escritor.
A ocho años de su anterior novela, "Sudor", y después de publicar no ficción y estrenar películas, Fuguet regresa al género con un relato que intenta atrapar el reverso del mito gris que aún parece imperar sobre la década de los 80: "Ese que dice que se vivía en blanco y negro. Que solo había héroes. Que la mayoría de la familias eran subversivas, que Pinochet era la persona más importante de todos los hogares y todas las relaciones, para bien y para mal. No era en blanco y negro", asegura.
Recién llegada a librerías, "Ciertos chicos" --el estreno de Fuguet en el catálogo de editorial Tusquets-podría leerse como el reverso de su clásico "Mala onda" (1991). Si en esta última, ambientada en 1981, el escolar Matías Vicuña era el lente para mostrar un país oscuro y claustrofóbico bajo la dictadura, en "Ciertos chicos" los neones de Santiago son las señales de una inevitable apertura: Tomás, recién salido de un colegio en San Miguel, se asoma asombrado a una ciudad que esconde un underground artístico, pop, desenfrenado y vitalista.
Ahí reconoce a un igual, Clemente, un estudiante de Periodismo que viene de Inglaterra, escribe un fanzine de música, libros y películas, y se resiste a las asambleas universitarias que discuten sobre el orden. "Esta es una novela que tenía pendiente. Era raro que yo no hubiera escrito una novela universitaria. Después me di cuenta de que no la había escrito porque me daba miedo, especialmente miedo de la gente de mi escuela. Aunque ya se me pasó", dice Fuguet, que hace años viene contando retazos de su experiencia universitaria. El pop era, según él, inadmisible en los pasillos de su escuela. Incluso después del retorno de la democracia y cuando ya era un escritor publicado, dice que pagó costos en los circuitos literarios y académicos por su compromiso con la cultura popular.
CIUDAD DE NEÓN "Ciertos chicos" viene de los desencuentros culturales que vivió en la universidad, pero también de su idea de que los años 80 no están del todo representados en novelas sobre la dictadura, como "Tengo miedo torero", de Pedro Lemebel. "Mi idea fue usar Santiago como si fuera Nueva York. Contemos lo que no se ha contado, si no se mitifica. Démosle. Había recitales, había fiestas", dice. Entre locaciones como el cine Normandie, el galpón El Trolley, la disquerías Fusión y librerías como Altamira, Fuguet construye un circuito en el que Clemente y Tomás se van topando.
Por ahí también circuló él --como espectador en tercera fila, precisa--, sumándose a una noche secreta en que los artistas y músicos de vanguardia, desde los integrantes del CADA a Los Electrodomésticos y el dramaturgo Ramón Grifero, se movían con otras reglas. A veces, eran fiestas que parecen imposibles bajo una dictadura. "Era como estar en Nueva York. A mí me costaba entender que este era un país conservador. Mucho sexo, mucha ostra, mucho trago importado, mucha música rara", dice Fuguet.
Los protagonistas buscan una forma de vida que los saque del ambiente de restricciones que, según Fuguet, también infectaba el ánimo de la oposición oficial. "Están bajo la dictadura de Pinochet, pero para Clemente y para Tomás, también bajo una especie de autoritarismo maoísta, senderoluminosista de pequeños rincones --como la escuela de Periodismo-donde esos grupos tenían el poder. Gente con buenas ideas, pero básicamente inculta. Homofóbica, aterrada, con falta de mundo, admiraban a Nicaragua y despreciaban a Inglaterra, porque era un país que tenía a Thatcher y a punks. Básicamente, no manejaban la cultura popular", dice el escritor. Solitarios y ansiosos, aburridos y necesitados de cómplices, Clemente y Tomás intuyen que está terminando una etapa gris y ellos pueden saber cómo moverse en el futuro que está por llegar. Fuguet creía algo parecido: "Al final lo veía conquistable. Con hartas oportunidades y que había un lugar para mí. Creo que ahí me equivoqué, recién ahora hay un lugar para mí. Yo pensaba que me iban a aplaudir, que iba a caer bien. Yo era alguien que confiaba en los neones del letrero de la champaña Valdivieso, y pensé que me iban a dar una copa y no darme un botellazo", dice.
Alberto Fuguet: "Los 80 no fueron en blanco y negro" A ocho años de su última novela, el escritor vuelve al género con "Ciertos chicos", un relato que explora el underground cultural santiaguino de la década de los 80, siguiendo a dos jóvenes que están a punto de enamorarse. ROBERTO CAREAGA C. HÉCTOR ARAVENA Alberto Fuguet lanzó "Ciertos Chicos" el martes pasado en la UDP..