Matus AL CUBO
Alejandra, periodista; Jean Pierre, recién nombrado ministro de la O or Suprema, y Marcelo, doctor en Ingeniería, son los tres hermanos Matus Acuña. A propósito del nuevo cargo de Jean Pierre, para él una culminación de su carrera, se reunieron para hablar de la historia que los llevó a ser quienes son hoy.
De la pobreza y a veces hambre, en una infancia itinerante; de una madre profesora normalista que les decía “con su deber no más cumple” cuando les iba bien; de un padre militante del PC al que dejaron de ver por años, y de cómo cada uno afecta en la vida del otro. ANTONIA DOMEYKO "Mucha gente descubrió que éramos hermanos por el proceso de nombramiento de Jean Pierre", dice Alejandra Matus. A su izquierda, el hoy ministro y a la derecha, Marcelo Matus. “Estoy en un mundo más nerd.
Sucede en reuniones que alguien dice: “El es Marcelo Matus, hermano de la Alejandra”, y muchos responden: “¿ Quién es Alejandra Matus?””, cuenta Marcelo. en un pequeño living improvisado enel lobby de un hotel en Vitacura conversan los hermanos Matus Acuña.
Sentada en uno de los sillones está Alejandra, la mayor, de 55 años, periodista, con un máster en Administración Pi blica en Harvard y máster en Escritura Creativa en NYU, gan dora del Premio Ortega y Gasset, académica en la UDP, en el pasado periodista de The Clinic, revista Paula y directora del controvertido “Plan B”, autora del “Libro negro de la justicia chilena” y “Doña Lucía”, entre otros textos, y hoy panelista de “Pauta libre” en La Red.
A un lado, el hermano que le sigue, Jean Pierre, de 54 años, abogado, doctor en Derecho Penal de la Universidad Autónoma de Barcelona, académico de la Universidad de Chile, autor de más de una decena de libros y, desde hace justo un mes, ministro de la Corte Suprema. Al otro, el menor, Marcelo, de 51 años, ingeniero civil en electricidad, doctor en Ingeniería Eléctrica y Computacional de la Universidad de Arizona, investigador y consultor en transformación energética y sostenibilidad. Conversan, se ríen, se interrumpen y comienzan a aparecer los recuerdos.
De los tres en Conchalí tomando malta con leche, de madrugada, antes de cruzar un terreno baldío que separaba su casa de la escuela, De los tres jugando a tirar piedras entre los escombros de una fábrica abandonada cerca de su casa en Renca.
De los tres, ya adolescentes, pasando el fin de semana acostados cuando vivían en Calama, porque “mi mamá nos enseñó que durmiendo se quita el hambre”. —Esta familia es mi mamá y nosotros tres —dice Alejandra—. Y creo que somos más unidos de lo común —No tenemos nada que heredar. Eso nos une —complementa Jean Pierre, riéndose. La historia de estos hermanos se remonta a los años 60, cuando los profesores normalistas María Angélica Acuña y Rodolfo Matus se casaron.
Al poco tiempo fueron naciendo alejandra, Jean Pierre y Marcelo, cuyas vidas fueron cambiando y dando vuelcos a medida que trasladaban a sus padres de una escuela a otra Alejandra nació en Llolleo, donde inicialmente trabajaban sus papás. De ese lugar no tiene muchos recuerdos porque al poco tiempo los reubicaron en Conchalí, Allí es tocó vivir el golpe militar.
Sus padres, en ese entonces, eran militantes del Partido Comunista (PC), por lo que la familia tuvo que separarse, María Angélica y Rodolfo debieron mantenerse escondidos por un tiempo y tomaron la decisión de mandar a sus hijos a Curanilahue, a la casa de su abuela paterna —Mi papá nos fue a dejar en tren. La gente se metía por las ventanas; me imagino que era por el golpe que iban arrancando. Mi papá nos metió por la ventana también y cualquier persona de adentro nos -pués él se metió por otro lado —cuenta Alejandra y agrega: llegamos nos quedó marcado el lugar. Nosotros vivíamos en una población con un terreno baldío horrendo, digámoslo; no había belleza, no había pajaritos, no había arbolitos. En cambio allá todo era lindo.
Jean Pierre se ríe y dice: —Hasta el paseo al cementerio era lindo en Curanilahue, La casa de su abuela era pequeña y estaba en medio del campo; tenía una huerta, chanchos y un río cercano, donde los tres pasaban el día jugando. Varios meses estuvieron allí, de los que guardan recuerdos felices, hasta que la situación de sus padres se regularizó y los mandaron de vuelta a Santiago. Alejandra tenía recién ocho años y dice que la llegada fue fuerte para ella. La relación de sus padres estaba en crisis y a su mamá la habían reasignado a una escuela en La Pincoya, por lo que debía salir muy temprano y volvía muy tarde. -Fue tremendo. Mi mamá se iba y yo quedaba a cargo de mis hermanos. Y cuando mi mamá estaba en la casa era como que no estuviera. Estaba deprimida, tirada en un sillón mirando el techo. Yo iba con mis hermanos a pedir fiado a un boliche para comer. Al principio nos daban, pero después no porque no se pagaba la cuenta: fue duro. Pasábamos hambre. Había una señora que nos cuidaba de vez en cuando y nos daba agua hervida, que era lo único que había –recuerda Alejandra. Jean Pierre tenía siete años y dice que él no se acuerda de su madre deprimida. Tampoco de haber pasado hambre en esa ocasión.
Pero sí tiene grabado que en esa época lo atropellaron. -Aquí tengo la marca -dice, tocándose el mentón-. Me había ido solo a la escuela, estaba en primero básico, y tiene que haber estado el semáforo en luz roja y yo crucé nomás. Era un taxista y quedé debajo del auto, me sacaron y me llevaron al hospital.
Cuenta Alejandra que esto fue temprano en la mañana ya su mamá le avisaron recién a las 12 del día mientras hacía clases en La Pincoya. --Afortunadamente no fue grave, pero también sucedió porque estábamos medio pajaritos, a la buena de Dios. La vida que vivíamos nosotros era la vida que vivía todo el barrio: había muchas mujeres solas trabajando y mucho niño en la calle todo el día. Uno llegaba de la escuela, dejaba las cuestiones y se iba para la calle -relata Alejandra. Al año siguiente trasladaron a la mamá de los Matus a Renca. Partió ella sola con sus tres hijos. Ya estaba separada. Llegaron a vivir a un edificio que quedaba cerca de la escuela donde ella trabajaba y los niños estudiaban. -Ahí sí que había muchos peladeros. Había una fábrica de ropa recién cerrada, muchas construcciones que no se terminaban, cerros de escombros y nosotros jugábamos ahí tirando piedras -recuerda Jean Pierre. Él tenía ocho años cuando llegaron a Renca. En esa época, cuenta, pasó bastante tiempo en el hospital. -Me dio papiloma humano, pero en la laringe -agrega, y explica que se trata de una enfermedad poco común de la que tuvo varias recaídas. En cada episodio perdía la voz y debían operarlo. Alejandra dice: -Por eso le decíamos "el garganta de lata". Y Jean Pierre complementa con humor: -Esa es la razón de esta voz privilegiada. Paralelamente, Alejandra entró también al hospital luego de sufrir una peritonitis que la mantuvo 44 días hospitalizada. -Esa fue la fecha en que dejamos de ver a mi papá. Yo quería verlo para despedirme, porque pensaba que me iba a morir, y mi mamá no pudo ubicarlo (... ). Se fue exiliado a Venezuela y no supimos más de él. Cuando yo entré a la universidad recibí un telegrama de mi papá, que había llegado a Chile, y ahí empezamos un proceso de reencontrarnos que no fue fácil y que todavía no es completo. Yo tengo relación con él y con mis hermanas. Hay otra familia. Es una relación adulta con quien fue tu papá -cuenta Alejandra. Jean Pierre aclara: -Bueno, yo no tengo relación con él.
Entonces, Alejandra trata de explicar la relación de sus hermanos con su padre: -Aquí tenemos el extremo izquierdo -dice, riéndose y mirando a Jean Pierre-. Yo soy la democratacristiana en relación con mi papá, y Marcelo, Evópoli.
Marcelo, el hermano menos conocido de los Matus, era muy chico hasta lo que va de la historia y sus recuerdos de esos años son bastante borrosos, Dice que sí se acuerda cuando sus hermanos estuvieron hospitalizados, porque a él, mientras tanto, lo mandaron a Antofagasta donde su abuela materna. También se acuerda de que al poco tiempo su madre pidió traslado a una escuela en Iquique. -Ahí cambiamos los peladeros por la playa.
Después del colegio nos íbamos todos los días a la playa -rememora Marcelo. -Iquique fue como renacer -agrega Jean Pierre y explica que al cambiar de clima nunca más se enfermó y que por la asignación de zona mejoraron las condiciones económicas familiares.
En ese entonces, ya eran adolescentes y cada uno traía un historial escolar en el que destacaban por ser los mejores alumnos en sus respectivos cursos. -Mi mamá tenía una respuesta siempre para eso: "con su deber nomás cumple" -cuenta Jean Pierre.
Marcelo agrega: -Le decía: "Mamá, me saqué el mejor lugar de la escuela" y me respondía: "con su deber nomás cumple". Alejandra explica que además, como su mamá era profesora, no podía ir a las premiaciones de fin de año a recibir diplomas o ver a sus hijos ganarse los premios. -Nunca nos obligaron a estudiar ni nada, pero mi mamá era muy buena lectora y mi papá, aunque no lo recordemos, es muy inteligente. Y a pesar de los pesares, cuando yo lo veo a él interactuar, también veo el carácter de mis hermanos -confiesa Alejandra. -Qué gracioso -dice Jean Pierre. Alejandra se explica: -Hay una cierta manera de ser. Mi papá es como ingeniero loco y, a lo mejor, si ellos hubieran tenido otras condiciones de vida. Mi mamá siempre estudió, entró a Teatro en los programas que abrió Allende para los obreros, y mi papá, a Ingeniería en Mina.
Mucho después, mi mamá estudió Derecho, nosotros le pagamos la carrera y hoy ejerce como abogada (.). Creo que aprendimos mirando esa curiosidad y hambre por aprender; no es que nos hayan enseñado ni haya un método, ni mucho menos. Marcelo reconoce tener la imagen de ver siempre a su mamá leyendo. -Yo me acuerdo que teníamos libros tremendamente deshojados de tanto leerlos.
Colecciones del Mio Cid, de El Quijote y otros libros que tenía mi mamá -di?? ???celo. -Y de política se hablaba? -Ella fue militante del PC hasta el golpe, porque sabía que cualquier cosa que le pasara iban a quedar tres niños solos. Nosotros sabíamos, sin que nadie nos dijera, que no había que decir "abajo Pinochet", ni nada. Había que estudiar y había que terminar de estudiar. Esa era la meta, porque si no, no te salvabas -responde Alejandra. Siguiendo los consejos de un profesor, Alejandra empezó a prepararse para la Prueba de Aptitud desde primero medio. Y, dice, empujó a sus hermanos a que hicieran lo mismo. Se preparó primero en Iquique y luego en Calama, donde fueron reubicados en otra escuela.
Allí dio la prueba, ponderó 759 puntos y fue el mejor puntaje de la pro- “Cuando entré a la universidad recibí un telegrama de mi papá, que había llegado a Chile, y ahí empezamos un proceso de reencontrarnos, que no fue fácil”, cuenta Alejandra. “Cuando estábamos en Calama, mi mamá tuvo una época mala y ahí pasábamos el hambre acostados”, recuerda Jean Pierre Matus. “Teníamos libros tremendamente deshojados de tanto leerlos. Colecciones del Mio Cid, de El Quijote, y otros que tenía mi mamá", recuerda Marcelo. vincia de El Loa.
Cuenta que la municipalidad de la ciudad a la que recién llegaban le regaló una calculadora cientifica y les pagó el pasaje en bus a ella y a su mamá para viajara Santiago a matricularse en la Universidad Católica. Era mediados de los 80, Alejandra estaba viviendo en Santiago, y en Calama quedaron Jean Pierre y Marcelo, donde cuentan los hermanos que la situación económica familiar volvía a empeorar.
Con la municipalización de la educación, los ingresos bajaron y la madre de los Matus ya no podía pedir traslados. -Cuando estábamos en Calama mi mamá tuvo una época mala y ahí pasábamos el hambre acostados. Sobre todo el fin de semana, hasta el lunes, porque nosotros comíamos en el colegio. Desayuno y almuerzo en el colegio y ya con eso te alcanzaba. El tema era cuando no había escuela -relata Jean Pierre. Él ya estaba en enseñanza media y cuenta que el preuniversitario al que asistió Alejandra decidió becarlo al ver que no tenía cómo pagar. Al dar la prueba sacó puntaje nacional en matemáticas. No solo fue el mejor resultado de la provincia, sino que también de toda la región, dice. En Santiago, Alejandra estudiaba Periodismo, consiguió crédito fiscal, beca de alimentación y beca de residencia, que la ayudaba a financiar una habitación en Santiago. El primer año pasó por nueve habitaciones distintas buscando la opción más económica.
Jean Pierre postuló a los mismos créditos y becas que su hermana en la Universidad Católica y se sumó a las habitaciones con ella, mientras entró a estudiar Ingeniería, pero finalmente decidió cambiarse a Derecho en la misma universidad.
Jean Pierre recuerda hasta el día de hoy que en su primer día en la Escuela de Derecho el rector anunció que subiría el precio de la matrícula. -Al final de la supuesta bienvenida preguntaron si alguien tenía algo que decir y yo levanté la mano y pregunté por qué subieron la matrícula.
Y él dio la respuesta más insólita que uno podría recibir en una universidad católica, dijo: "Es para que la gente sepa que aquí no pueden venir los pobres". Sin ningún filtro -recuerda Jean Pierre y agrega: -No me dieron mucha bola y, además, era el único preocupado de eso.
Ya en la carrera, cuenta que con un grupo de estudiantes intentaron hacer una candidatura para el centro de alumnos, que llevaba años liderado por el gremialismo. -Los "gremlins", así le decimos nosotros; era la época de la película. Nos sacaron la cresta; la Marcela Cubillos, el Cote Silva, todos estaban ahí, eran de cursos mayores.
Recuerda también, riéndose, de la primera vez que fue a un asado de curso. -Era con partido de fútbol y cuando llegó la hora del partido, yo vi que toda la gente se estaba poniendo ropa de fútbol, y yo iba a jugar con lo que estaba, nomás; en el liceo uno salía a jugar así, pero ahí todos tenían tobilleras, medias especiales. Descubrí también que había agua caliente a media tarde.
En el norte se usa poco el cálefont y cuando se usa es para bañarse, nada más, y aquí había agua caliente todo el día, ¡y en el lavamanos! Eso fue como un golpe, Me acuerdo también de que los lunes en agosto, llegaban diciendo “fuimos a la nieve”. Y cuando llegaba el solcito partían todos a Reñaca. —¿ Cómo fue hacerte un espacio ahí? sé, tenía la ventaja de lo que se puede denominar “chico pobre, brillante, de provincia”. A ellos les llamaba la atención, éramos muy pocos. Los grupos más diversos eran hijos de profesionales que vivían de su trabajo y no de las rentas, y algunos otros que venían perdidos del sur de Santiago. Ellos lo pasaron mal en la universidad porque conocían los códigos sociales, yo no los conocía, así que me daba exactamente lo mismo, no me pegaba. En Calama, la situación de su madre estaba aún más compleja.
Con la entrada de Marcelo a Ingeniería Civil Eléctrica en la Universidad Católica, cuenta él que los gastos superaban lo que ella podía financiar. —Mi mamá se tuvo que ir a vivir a una casa prestada por mi polola del liceo. La casa no tenía ducha, nada, solo una llave de agua. Era una mediagua con pozo séptico. Ella ponía una manguera con una ducha solar que se calentaba con el sol de Calama —relata Marcelo. Los tres hermanos trabajaban en paralelo para poder ayudar con los gastos, ha= ciendo ayudantías, trabajos para profesores y en el caso de Jean Pierre, procurando. Cuando él estaba ya en sus últimos años de carrera lograron que su mamá viniera a vivir con ellos a Santiago. El pasado 19 de octubre, en el Salón de Honor, Jean Pierre juró como ministro de la Corte Suprema. Junto a él estaban sus dos hermanos y su mamá. —Lo único que mi mamá no dijo esta vez fue: “con su deber nomás cumple”, y hasta soltó una lagrimita en la ceremonia —confiesa Marcelo.
Como familia, celebraron varias veces, almorzaron antes de la votación, también el día que asumió y, después, en un asado en la casa de Alejandra, -Uno considera un honor el poder aspirar a un cargo como este, la culminación de la carrera profesional —dice Jean Pierre.
La candidatura no fue fácil, ya que surgieron varias voces opositoras, desde una querella que más tarde se declaró no a lugar por fiscalía, hasta una carta firmada por varios periodistas cuestionando la posición de Jean Pierre respecto a los derechos humanos y asociándolo al Ejército. Jean Pierre dice que no quiere hablar de la trastienda del nombramiento. Alejandra, por su parte, sí tiene una opinión. —Al ver las acusaciones que se levantaron, me parecía que no tenían sustento, eran más bien como campaña de desprestigio. Cada cual habrá tenido sus motivos, pero entre quienes estaban orquestando esto no había ninguna persona inocente.
Para mí, es un nombramiento que se intentó obstaculizar —dice la periodista, —También había gente de derecha que decía que no estaban de acuerdo, acusando que Jean Pierre era hermano de Alejandra Matus. —A mí, eso me parecía muy predecible, era la oposición que yo esperaba que tuviera Jean Pierre.
En ningún nombramiento hay aplausos de todos lados y cuando hay aplausos de todos lados, uno tiende a sospechar. —¿ Lo que no esperabas fue la reacción del otro lado? —Eso es lo que no me esperaba —¿ Creen que les ha jugado en contra ser hermanos el uno del otro? —Mucha gente descubrió que éramos hermanos por el proceso de nombramiento de Jean Pierre. Puede sor que alguien, y nunca te lo van a decir de frente, ono te dé una pega —que ha sucedido—o te tire para atrás en una lista, porque eres hermano de o hermanos míos. Pero no es que nos haya ocasionado un problema, lo que no tuviste no lo supiste —responde Alejandra. As su lado, Jean Pierre concuerda.
Para ti, Marcelo, cómo es tener estos dos hermanos famosos? —En mi área profesional lo ven entretenido, se ríen y lo encuentran anecdótico, pero hasta ahí, nomás, Estoy en un mundo más nerd; de hecho, sucede en varias reuniones que alguien Él es Marcelo Matus, hermano de la Alejandra”, y muchos delos nerds responden: “¿ Quién es Alejandra 5
Resumen
Alejandra, periodista; Jean Pierre, recién nombrado ministro de la O or Suprema, y Marcelo, doctor en Ingeniería, son los tres hermanos Matus Acuña., alejandra, Jean Pierre y Marcelo, cuyas vidas fueron cambiando y dando vuelcos a medida que trasladaban a sus padros de una escuela a otra Alejandra nació en Llolleo, donde inicialmente trabajaban sus papás., Cuenta que la municipalidad de la ciudad a la que recién llegaban le regaló una calculadora científica y les pagó el pasaje en bus a ella y asu mamá para viajar a Santiago a matricularse en la Universidad Católica, Era mediados de los 80, Alejandra estaba viviendo en Santiago, y en Calama quedaron Jean Pierre y Marcelo, donde cuentan los hermanos que la situación económica familiar volvía a empeorar.
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