Autor: Por MARÍA CRISTINA JURADO. Fotografias: SERGIO ALFONSO LÓPEZ
Ximena Fuentes LA MUJER FUERTE DE CHILE EN LA HAYA
Espontánea, con visión de Estado y grandes dolores en su vida, esta experta de la Cancillería que ha defendido a Chile en los litigios internacionales con Perú y Bolivia, es una estratega por vocación. Aquí evalúa el machismo en la Corte Internacional de Justicia y revela por qué el cáncer es su espada de Damocles. También, habla de su vida junto a su marido, Fernando Atria, y cómo aprendió que el amor incondicional es la base del éxito. SUBSECRETARIA DE RR.EE. : EL CÁNCER ES MI ESPADA DE DAMOCLES. He sido una persona afortunada.
Gran parte de las cosas que uno obtiene en la vida se debe a la suerte: nacer en la familia que naces, nacer en Chile y no en un país en guerra, ser sano, tener cierta inteligencia, que es algo heredado. Y uno tiene que ser agradecido porque eso no es mérito, es suerte pura. Yo siento que tengo una buena estrella en la vida y he tenido oportunidades que he sabido tomar: he estado en el lugar preciso en el momento preciso. Hago clases en la Facultad de Derecho de la Chile y muchas veces me he preguntado por qué hay alumnos exitosos y otros no. Por qué algunos triunfan y otros se quedan. Como enseño a gente joven, observo y he hecho mi propia teoría: cada persona exitosa tiene a alguien —sus padres, su abuelita, un tío, un hermano—que le ha dado amor incondicional. Yo creo que esa es la llave del éxito. El amor. Yo no soy una tonta grave, me gusta reírme. Heredé el sentido de humor de mi mamá, que era espontánea y algo irónica. Me considero espontánea y trato de dosificar ese grado de humor que me viene muy natural. Me gusta decir chistes, imitar a la gente, tengo una carpeta con imitaciones a personajes públicos y soy buena imitadora.
Claro que si me piden que imite a alguien, no me sale, ¡tiene que ser natural! Tengo una cosa histriónica que me viene desde el Santiago College, donde podías desarrollar tus talentos; te enseñaban artes escénicas, teatro, cantar en coro, disfrazarte, actuar, presentar en público. Una educación muy gringa. Eso me dio una personalidad que combina el humor con lo profesional. Yo me considero súper profesional en lo que hago, con una dosis de humor y relajo. La risa y los chistes alivianan y a veces se necesitan mucho.
Cuando se murió mi mamá, hace 15 años, es lo más terrible que me ha pasado en la vida y la pena más grande que he vivido, Con esa muerte me cayó la teja: hay que vivir la vida bien, no achacarse por leseras, Y ser muy agradecido por lo que Dios te da, porque todo es un regalo. Muchas cosas en la vida son regaladas. Mi mamá era joven, solo tenía 62 años y se murió de cáncer de mama. Una mujer muy simpática, entretenida, divertida, muy extrovertida, se Llamaba Cecilia Torrijo y tenía un millón de amigas y era muy solidaria: fue una asistente social que vivió cerca del sufrimiento humano. Eso la hizo muy empática, pero a la vez tenía esta dosis de humor, tal vez para balancear el sufrimiento humano con una visión de la vida menos trágica. De ella heredé yo la empatía. Murió cuando yo tenía 37 años. A mí el cáncer me ha condicionado mucho, es mi espada de Damocles. El cáncer de mama es heredable. No he tenido nunca nada hasta ahora, pero es un temor permanente: me hice el test genético y salió bien. Mi abuelita no lo tuvo, murió de 90 y tantos, pero mi mamá y mi tía murieron de cáncer de mama. Para mí es un tema: me hago regularmente la mamografía y ahora el doctor me dijo que a los 6 meses tengo que sumar una resonancia. Tengo mucha conciencia de la enfermedad y por eso mucha claridad de que uno no es inmortal. Hay que disfrutar la vida mientras uno está aquí y agradecer.
Más joven uno es más soberbio, uno cree que todo se debe a uno mismo y ¡ que uno es inmortal y superpoderoso! Pero mi mamá se enfermó y me “Los grandes litigantes son grandes observadores de la naturaleza humana. Y eso se relaciona con mi forma de ser. Me gusta observar, entender por qué la gente es como es”. cayó la teja, porque además era muy joven. Me dio mucha pena porque ella tenía mucho por hacer, por vivir.
Lo más triste fue cuando ella me dijo: Me voy a morir y de las cosas que me dan más pena es no ver a la Antonia graduarse del colegio”. La Antonia es mi hija mayor y tenía ocho años. Somos una familia chiquitita. Tengo una hermana tres años menor, tiene una minipyme, se llama Constanza y somos buenas hermanas. Mi papá cumplió 80 este año, para él también fue muy fuerte perder a mi mamá. Yo siento que me mueve un sentimiento heredado de ella que es la compasión, el entender al otro, el sentir con el otro: yo no ando juzgando a la gente. Me ha servido mucho: mis amigas de toda la vida son de todos los colores políticos y pensamientos religiosos. LA HAYA, EL MACHISMO. Yo soy la segunda abogada latinoamericana que ha litigado en la Corte Internacional de Justicia de La Haya.
Esta Corte fue creada en 1945 con la Carta de las Naciones Unidas, pero la precedió la Corte Permanente de Justicia Internacional que se creó bajo la vigencia de la Sociedad de las Naciones después de la Primera Guerra Mundial, en el Tratado de Versalles de 1918. Si uno mira la Corte en este 2022 con sus 15 jueces, hay solo cuatro juezas y en años anteriores hubo menos. Cuando yo llegué a La Haya, cuando partió el caso con Perú en 2008, debe haber habido una o dos, no más.
En cuanto a las abogadas litigantes, que son quienes aparecen en la Corte, recién se ven desde el año 2000 en adelante, pero todavía en minoría. ¡Y qué decir de Latinoamérica! Las mujeres litigantes que han llegado o son del Reino Unido o de Estados Unidos: de Latinoamérica ninguna mujer ha sido jueza en la Corte de La Haya. Entre las litigantes latinoamericanas está Mónica Pinto, de Argentina, quien alegó en nuestro caso de la Obligación de Negociar un acceso al Océano Pacífico con Bolivia. Ella fue la primera, yo fui la segunda, Hay machismo en todo el mundo. Nosotras estamos rompiendo con el machismo, pero él y el patriarcado existen en todas partes. Un profesor en la Universidad de Chile, Jorge Streeter, me dijo: “El derecho es la profesión que está más cerca del poder. Y eso explica que, en materia del derecho y las leyes, quienes han dominado son los hombres. Si bien fue una carrera que aceptó muy tempranamente mujeres y desde los inicios hubo juezas y abogadas litigantes, nos ha costado mucho, nos cuesta llegar a cargos de poder. El derecho está muy cerca del poder porque, precisamente, tú conoces las leyes que rigen cada aspecto de la vida. Estás cerca del poder porque quienes hacen las leyes son el poder del Estado y cuando tú tienes acceso a ese conocimiento, que es el derecho, estás cerca del poder. Jorge Streeter fue el mejor profesor de Derecho que he tenido.
Él fue muy formativo para mí y mucha gente, también para Fernando (Atria), de hecho con mi marido nos conocimos en un curso electivo que daba el profesor Streeter: Filosofía del Derecho, era en la tarde. Yo enseño Derecho Internacional desde el 2000 y me apasiona, me hace feliz hacer clases porque uno también aprende. Defender a Chile en la Corte Internacional de Justicia de La Haya me encanta. Me gustan los juicios y el litigio me gusta mucho, lo encuentro desafiante y entretenido. Es desafiante construir un argumento, que el otro te responda. Para una persona como yo, dedicada al Derecho Internacional, el problema es ese: en el Derecho Internacional no tienes tantas oportunidades de tener un litigio. Pero, para que vean mi buena estrella, ¡yo he tenido la oportunidad de participar en tres litigios! Antes Chile no había tenido uno en la Corte nunca.
Y ahora tuvo el de Perú y dos con Bolivia, el de la Obligación de Negociar y el Caso Silala, Antes solamente había demandado el Reino Unido a Chile y a Argentina en el año 55 por la Antártica. Pero en ese caso, no había jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, así es que nunca lo conoció. Y en 1959 se suscribe el Tratado Antártico y ya no hubo nada que pelear. Ese fue el único caso que llegó, pero nunca vio la luz, Y ahora en estos tres casos, desde el primero cuando nos demandó Perú, justo me toca estar ahí. Es suerte! En el caso con Perú, Chile se sorprendió de que Perú hubiera tomado esta iniciativa, creo que quedó desconcertado. Y duró muchos años el proceso, desde el 2008 hasta el fallo en 2014.
Fueron muchos años para que Chile se acomodara a esta nueva situación, de que la relación entre los países a veces lleva al litigio y no necesariamente es malo; creo que ahí Chile se dio cuenta de que a veces el litigio puede ser una buena manera de solucionar las controversias. Y nos defendimos bien y aprendimos harto.
Entonces cuando llega el Caso de Bolivia, ya estábamos maduros como país para enfrentar litigios internacionales. ¡Y después fuimos demandantes! Ahí se puede ver una evolución, Con Perú fue un fallo muy balanceado, con Bolivia nos fue muy bien y ahora con el Caso Silala, yo espero que también nos vaya bien. El litigio requiere mucha creatividad, no es saberse de memoria las leyes o normas, el litigio es argumentativo. Los litigantes son muy buenos escritores porque son capaces de inventar, de crear argumentos sobre la base de las reglas que existen. Yo me considero súper buena escritora creativa. Me gustaba escribir desde chica y soy una escritora frustrada.
Fui años al taller de José Donoso, pero hay que tener una pasión muy grande, y a lo mejor a mí la pasión me abandonó cuando entré a Derecho; cuando me jubile voy a volver a escribir. El buen litigante no solo es creativo, debe tener la virtud de ponerse en los dos escenarios: el más positivo para él, pero además inventar el mejor argumento para su contraparte. Crearlo, idearlo y adelantarse, Y también es un buen estratega, un estratega que debe adelantarse al mejor argumento del otro lado y responderlo antes. Y aquí entra la empatía.
La empatía es importante porque tienes al otro lado a una persona tanto o mejor capacitada que tú y nunca debes subestimar a tu contrincante! Yo creo que los grandes litigantes son grandes observadores de la naturaleza humana. Y eso se relaciona con mi forma de ser. Me gusta observar, entender por qué la gente es como es, estimarlos en su inteligencia. ALGÚN DÍA VIVIRÉ EN PUERTO RICO. He sido bien errante. Pero creo que a mí no me hubiera gustado la carrera diplomática, yo soy muy abogada. Primero soy abogada y segundo soy académica. La carrera diplomática es difícil para las mujeres, porque tienes que viajar y llevarte a tu familia, es más difícil que te sigan. Las mujeres han estado siempre más dispuestas a abandonar su carrera y seguir a su marido y a vivir la carrera del marido. Creo que por eso la Cancillería todavía es muy masculina. Y ese es uno de los temas a tener presente: facilitar que las mujeres se puedan ir con s maridos.
Considero que he tenido suerte porque mi marido, Fernando Atria, es feminista y se fue conmigo a Oxford cuando hice mi doctorado en los 90, Me dijo que él me acompañaba porque “si fuera al revés, tú me acompañarías a mí, Hice mi doctorado en casi 4 años, pero viví en Oxford dos, después estuve viajando a Edimburgo donde él se fue a estudiar. Los dos viajábamos entre Escocia e Inglaterra para estar juntos, era entretenido, lo pasamos súper bien, gastamos ene en tren. En Puerto Rico he vivido dos veces seis meses cada vez, y me han pasado cosas muy importantes. Yo adoro Puerto Rico: cuando me jubile quiero irme a vivir ahí con todos, lo amo, ahí nació la Antonia. El mundo está lleno de oportunidades y las cosas son muy locas: en 1997 estaba embarazada, vivíamos en Escocia con Fernando. Y vino el Decano de Derecho de la Universidad de Puerto Rico a Edimburgo, invitó a Fernando a hacer un semestre y nos fuimos. Fue una locura: el nacimiento era el 20 febrero y nos fuimos el 15 enero, el último día en que me podía subir al avión con certificado médico.
Y el 6 de febrero llegó mi mamá, teníamos un departamento frente a la playa, y caminamos toda la playa. ¡Y la guagua nació el 7 febrero! Yo solo había visto al doctor de Puerto Rico una vez antes del nacimiento. Después volvimos a Edimburgo y nos turnamos para cui- “Soy una madre trabajólica, pero eso ha sido buenísimo para nuestros hijos. Nada mejor que ver que tu mamá es independiente y caperuza”. dar a la Antonia, yo me quedaba con ella en la mañana y Fernando en la tarde. Ella siempre ha sido muy apapada, muy papá.
Y ya de regreso en Chile en 2008 me invitan a mí a la Universidad de Puerto Rico a hacer clases como visiting scholar, Nos fuimos con los tres niños, la Antonia tenía lo, la Florencia 6 y Clemente, 4 años. Fueron al colegio en San Juan, lo pasamos maravilloso. Yo me jubilaría en Puerto Rico, tiene todo lo que uno necesita: una biblioteca fantástica en la universidad, la playa, el clima y sobre todo la gente. Es el lugar donde yo he sido más feliz en la vida. Hemos tenido un buen matrimonio con Fernando. Nos hemos encontrado mucho en la parte intelectual. Para mí es muy entretenido estar casada con él porque es tan culto, nos gustan los mismos libros, tenemos muchas cosas en común. Somos muy parecidos, muy yunta. Me entretiene mucho y lo admiro mucho. De Fernando me cautivó su inteligencia, ese mirar las cosas con otra óptica. En la universidad éramos amigos en un mismo grupo, y los dos pololeábamos.
Y se dio que los dos terminamos y dijimos: “Oye, pololeemos nosotros Era un grupo nerd: ibamos a conciertos del Teatro Municipal, teníamos un abono con todos los amigos nerd; al teatro, hacíamos puras cosas cultas.
Que Fernando no sea mac! se lo debo a mi suegra, María José Lemaitre, Cuando yo me casé ella me dio un consejo: “esto de que el marido ayuda en la casa nada que ver, esto no es ayuda: se dividen las Is entre los dos”. ¡Y es una socióloga top que tuvo 7 hijos; Yo soy una madre trabajólica, pero eso ha sido buenísimo para nuestros hijos. Inspirador. He sido trabajólica, pero siempre he estado presente, aunque ha habido cositas: la Flo me dijo un día que me había perdido tres de sus cumpleaños por no estar en Chile. Pero lo entienden: encuentro que no hay nada mejor que ver que tu mamá es independiente y caperuza. Hasta en la pandemia lo pasamos bien porque cocinamos, la Antonia es excelente cocinera, tiene 24, todavía estaba en la casa, ahora vive sola. Hicimos comidas de todo el mundo, Pad thai, italiana, recetas nuevas. ¡Me encanta cocinar! Comimos exquisito y Fernando también es un buen cocinero. El antes solo cocinaba tallarines, pero ahora aprendió porotos, lentejas, charquicán, yo le enseñé en la pandemia. Estuvimos juntos en la casa, como todos. Ahora Clemente vuelve de un intercambio en Inglaterra, quiere ser economista, tiene 18 años. La Flo estudia derecho en la Universidad de Chile ¡ por supuesto!, ella es la más política de la familia: fue dirigente de la CONES en segundo medio, tiene 20. La Antonia es socióloga de la Chile. ¿Cómo le afectó a ella y a nosotros el episodio de la piñata? Voy a responder como mamá. Fue un momento duro para ella y yo estaba a miles de kilómetros de distancia. Ninguna mamá quiere estar lejos de sus hijos cuando lo están pasando mal. En todo caso, cuando se miran con perspectiva, estas cosas hacen crecer. Como dice la canción de Kelly Clarkson: lo que no te mata te hace más fuerte”. Yo soy de izquierda, siempre lo he sido. Estoy en Convergencia Social muy recientemente, firmé por el Presidente Gabriel Boric, para que juntara sus firmas y me voy a quedar ahí. Me sentía más a la izquierda que el PS y por eso me salí. Desde mi posición como profesional siempre he tratado de participar, pero nunca he sido dirigente; no tengo una participación política tan grande como la de Fernando, que es más de base. Dar mi opinión sobre el devenir de la Convención Constitucional es complejo para mí. Yo soy subsecretaria de Relaciones Exteriores y el gobierno debe guardar una cierta distancia con la Convención y tiene que tener prescindencia. Hay un proceso en curso y habrá un proyecto de Constitución que se presentará a la ciudadanía para un plebiscito.
Otra cosa es que el proceso constituyente es el más importante, probablemente, que vive nuestra república en este siglo. ¿Si pensé que yo podía ser la Canciller de Chile? Cuando salí del colegio en el anuario que te escriben los compañeros, decía: “Yo algún día seré Presidenta”. Y aunque yo podría ser muchas cosas, un Canciller tiene que ser más político. La Canciller que tenemos, Antonia Urrejola, es una persona muy política. Ella está ahí porque ha hecho una carrera en el ámbito político, particularmente en el de derechos humanos. Y yo no ando por la vida diciendo “quiero ser esto', Mi labor es técnica y política, pero mi vida no es solo lo político. Soy ambiciosa en otro sentido: a mí me interesa el reconocimiento, pero del trabajo bien hecho. No soy de meta fija.