Autor: Ricardo Retamal Ortiz/ Abogado, Magister UC
LA FUERZA DE LA PROVINCIA
No es justa la asimetría que existe entre las provincias y la capital. Ha producido una profunda desigualdad en la sociedad chilena. Elizabeth Subercaseaux, en La Patria estremecida (Catalonia, 2019) deja al descubierto estas profundas e in-tolerables contradicciones, que persisten hasta el día de hoy. Es de esperar que la nueva constitución que tendrá Chile, después del rechazo de la constitución presentada por la asamblea constituyente, el pasado 4 de septiembre, establezca coordenadas diferentes que permitan construir un mundo distinto. Sin embargo, los hombres de provincia, con gran esfuerzo, han sido claves en la construcción de Chile. Samuel Valdivia Galleguillos fue uno de ellos. Sin duda, un hombre de excepción.
Nació en julio de 1876 en Samo Alto, hijo de una familia compuesta por José Cupertino Valdivia Guerra y Manuela Galleguillos Galleguillos, padres de una numerosa prole, y dedicada al trabajo de una tierra algo inhóspita y a la crianza de cabritos.
Una familia de crianceros, de mucho esfuerzo, en que el joven Samuel se extasiaba en las noches claras de la región y en las historias que se contaban en su casa al borde de un brasero. Siempre en ese brasero había algo de rescoldo, donde se cocía una tortilla, que acompañaba el mate habitual, con trozos de queso de cabra, quemados al fuego. De inteligencia sobresaliente, Valdivia hizo sus estudios de enseñanza media en Ovalle y los culminó en La Serena. Sus condiciones le auguraban trabajo en diversos servicios administrativos, tal vez ingresar a la Escuela Normal y seguir la docencia que tanto le gustaba, o entrar a algún banco local. Pero sus aspiraciones eran mayores y mediante becas logró estudiar medicina en la Universidad de Chile, donde se tituló en 1900. Otra beca le permitió estudiar en la Universidad de la Sorbonne, permaneciendo en París en los años 1902 y 1905, perfeccionándose en medicina interna. Deslumbrado por ese París, que en esos años era una fuente cultural para el mundo, aprendió el idioma a la perfección. De regreso a Chile, siguió vinculado a la provincia.
Esta vez un poco más al sur, donde también encuentra el amor en Blanca de la Sotta Benavente, vinculada a antiguas familiar sureñas, con la que se casa en 1910, y tienen 9 hijos: Pedro Manuel, Blanca, Mario, Manuela, Luz María, Fernando, Gabriela, Jorge Gastón y Gloria. Ejerce la medicina en Mulchén y Concepción hasta 1926. En esos años siguió con sus impulsos regionales, impulsando la recién creada Universidad de Concepción. Humanista, en el fundo La Ermita, de la familia de su mujer, siempre mantuvo un consultorio médico gratuito para la gente que trabajaba en el campo y que le era difícil ir a Chillán. También preparaba los remedios que recetaba a sus enfermos. En realidad, nunca se dedicó a las labores de ese fundo familiar, que no se terminaba de recorrer tras un día a caballo. Tampoco volvió a residir en Samo Alto.
Y solo estuvo en La Serena, cuando acompañó a su hijo Mario, a contraer el compromiso matrimonial, con María Teresa Figari Valenzuela, vinculada con antiguas familias serenense y una de las mujeres más bellas de la época. El doctor Samuel Valdivia Galleguillos murió en Santiago, en 1971.