"La inversión en un supercomputador no se compara con los beneficios que traería al país"
H ace 16 días, el matemático Jaime San Martín recibió un llamado del ministro de Educación anunciándole que era el nuevo premio nacional de Ciencias Exactas. Tras ir al ministerio --a la ceremonia de rigor-fue a una conferencia que ya tenía planeada y a las 20 horas llegó a su hogar para celebrar con su familia. Todo con suma tranquilidad. "Es un premio a la trayectoria, eso está claro, pero los premios también son un reconocimiento a una labor colectiva", precisa.
Su biografía aún no aparece en Wikipedia, pero si estuviera, diría que es ingeniero civil en matemáticas de la U. de Chile y doctor en Estadísticas de la U. de Purdue (EE.UU. ). En esa disciplina ha hecho aportes teóricos importantes, pero también se le destaca su labor formativa. Además, es investigador del Centro de Modelamiento Matemático (CMM) y es director científico del NLHPC (Laboratorio Nacional de Computación de Alto Rendimiento), institución que componen universidades nacionales y centros de investigación.
Dentro de sus méritos está el ser reconocido por abogar, desde hace varios años, por que Chile tenga el supercomputador "que se merece". Cuenta que ya en el año 2000 se evidenciaba en el CMM la necesidad de un supercomputador para la astronomía, bioinformática y problemas de la ingeniería. "Eso generó una red de académicos a nivel nacional en torno al CMM que soñábamos con tener algo que pudiera dar solución al problema.
A fines del 2000 el Estado decide invertir en cuatro iniciativas de infraestructura y una de ellas tenía que ver con supercómputo". En ese entonces partieron con ocho socios: las universidades de La Frontera, Talca, Católica, de Santiago, Antofagasta, de Chile y Santa María, además de Reuna (Red Universitaria Nacional). "Les dábamos servicio a todo Chile, en igualdad de condiciones y no solo a los ocho socios. Con eso logramos demostrarle a la comunidad científica nacional que es posible tener una infraestructura compartida en la que todos tienen los mismos derechos y deberes", dice. Hoy ese consorcio agrupa a 44 instituciones. --¿ Qué supercomputador tenemos actualmente? "Es una combinación de dos computadores Leftraru y Guacolda. Leftraru es un computador de 2014 que ya sobrepasó su vida útil, pero sigue funcionando bien, aunque es ineficiente. Guacolda fue comprada hace un poco más de tres años y es cuatro veces más potente en cómputo.
Entre los dos suman 200 teraflops, que es harto si se compara con un computador normal que tiene gigaflops". --Y comparado con otros países, ¿cómo estamos? "Hay una lista con los 500 computadores más potentes del mundo. El último de esa lista debe ser 10 veces más poderoso que el que tenemos nosotros. Y el más poderoso del mundo debe ser más de mil veces el nuestro. A nivel iberoamericano, Brasil tiene seis supercomputadores en la lista de los top 500, pero cinco de ellos son de la industria petrolera y uno académico, que es 10 veces más grande que el nuestro. Argentina, con todos los problemas que tiene, está invirtiendo US$ 5 millones en un supercomputador que los va a dejar bastante bien.
España se está comprando un supercomputador de más de 200 millones de euros, el Barcelona Supercomputer Center". --¿ Tenemos algún proyecto de recambio? "Actualmente estamos en un proceso de licitación para un supercomputador por $1.050 millones. Es un concurso Fondequip que se ganó el consorcio. Está pensado para reemplazar a Leftraru.
Vamos a crecer en dos o tres veces la capacidad de cómputo, quizás lleguemos al petaflops, pero no es el salto que esperamos". --Entonces, ¿qué es lo que necesitamos para los próximos años? Con Ginés Guerrero, director del NLHPC, hacemos una encuesta a nuestros usuarios de cuáles son sus requerimientos para los próximos dos o tres años y en base a eso planificamos qué computador necesitamos comprar.
Si uno sigue una simple proyección lineal, el crecimiento actual nos dice que en los próximos tres o cuatro necesitaremos multiplicar por 10 lo que tenemos y eso significa un computador de unos US$ 5 millones.
Barcelona está pasando de 6 petaflops a más de 200 petaflops, es decir, más de 30 veces, y ya tiene pensado qué van a tener en los próximos cinco años". -¿Por qué Chile necesita un supercomputador de esa magnitud? "Chile está entendiendo que es importante hacer estimaciones de cómo el cambio climático va a afectar nuestra infraestructura o cómo se puede mejorar las atenciones en los hospitales. Un ejemplo es darte cuenta en qué lugares podrías tener inundaciones desastrosas y tomar la precaución no la semana antes, sino dos años antes. Eso salva vidas humanas y también la inversión de la zona.
Otro tema importante es su uso para las políticas públicas: si necesitas saber las condiciones, por ejemplo, de la producción agrícola de Chile, con imágenes satelitales analizadas con supercómputo puedes saber si tendrás suficiente producción de maíz y tomar medidas. Analizando imágenes satelitales también puedes vigilar tus bosques nativos y toda tu carpeta vegetal, o ver cómo crece la ciudad y estimar qué inversión se puede hacer para tener una ciudad más vivible. El mismo transporte de Santiago se podría optimizar. Hay cerca de 10 millones de viajes diarios en transporte público y privado, al optimizarlos en un 10%, es mucho tiempo y mucha gente que se ve beneficiada. Y desde la academia hay aplicaciones para la astronomía, la informática, la química computacional. También tiene aplicaciones para el arte y la cultura. En la película `Avatar', por ejemplo, se ocuparon millones de horas de cómputo. La inversión en un supercomputador no se compara con los beneficios que traería al país.
Por cada peso que se invierte en supercómputo, el retorno en los países del primer mundo varía de 10 a 20 veces". --¿ Estamos a tiempo? "Para tener un computador en cinco años, tienes que estar diseñándolo hoy y comprándolo en dos o tres años más, porque entre comprarlo e instalarlo te demoras un par de años.
Lo ideal es que ese computador sea instalado en un data center nuevo en otro lugar, ya que donde está hoy día (la Escuela de Ingeniería de la U. de Chile) estamos topados con la capacidad eléctrica y de enfriamiento. Un data center nuevo es una inversión de unos 2 mil a 3 mil millones de pesos y a eso se añade el equipo de US$ 5 millones.
Esa es la inversión real que hay que hacer en los próximos cinco años". --¿ Ya hay conversaciones avanzadas sobre los recursos necesarios? "Hay varias conversaciones con actores importantes del Estado y hay una muy buena recepción y entienden que es importante para la independencia intelectual de Chile. Eso no significa que vaya a salir fácil.
Lo que falta definir es el cómo se hace y cuál es la mejor manera de construir esto; ver los modelos de gobernanza de este supercomputador, de dónde saldrán los fondos, qué le vamos a pedir a este centro de supercómputo. Ese diseño estamos tratando de armar". Jaime San Martín, premio nacional de Ciencias Exactas 2023: "La inversión en un supercomputador no se compara con los beneficios que traería al país" ALEXIS IBARRA O. Qué es esta tecnología Un supercomputador no es una sola máquina que se saca de la caja y se enchufa. Más bien, es la conjunción de distintos tipos de unidades de cómputo, de almacenamiento y de comunicación.
Para mantenerlo se necesita de un ambiente frío que se consigue con aire y agua fría. "El próximo supercomputador, que está en etapa de licitación, lo más probable es que esté enfriado directamente en el circuito, es decir, el agua circulará muy cerca de la placa y no será necesario enfriar toda la habitación, lo que lo hace más eficiente", aclara. Jaime San Martín junto a parte de Leftraru-Guacolda, el supercomputador que en estos momentos atiende las necesidades de Chile y cuyos componentes más antiguos datan de 2014. WILLYAN SÁNCHEZ Junto a su aporte en el área de las matemáticas y su labor formativa, el académico ha trabajado en el desarrollo de la supercomputación en Chile.
Dice que por cada peso invertido, el retorno es 10 a 20 veces superior, y que una máquina poderosa ayudaría no solo a la academia, también a implementar mejores y oportunas políticas públicas. "La inversión en un supercomputador no se compara con los beneficios que traería al país".