Autor: Rodolfo de los Reyes Recabarren. Periodista y Escritor.
Lucia Vergara Valenzuela: la curicana abatida por la CNI
Joven curiana de 31 años fue abatida en los operativos de “Fuenteovejuna” y “Calle Janequeo” en sendos operativos de la Central Nacional de Informaciones, como represalia al atentando al General Carol Urzúa en agosto de 1983.
Otro vejamen a las víctimas fue que el cadáver desnudo de Lucía Vergara Valenzuela fue fotografiado y publicado en los periódicos nacionales, en un claro agravio y desprecio a la memoria de los muertos y sus familiares, algo que golpeó fuerte en Curicó entre conocidos, amigos y parientes de la familia Vergara Valenzuela. 1 30 de agosto de 1983 un comando mirista abatió al Intendente de Santiago, general de Ejército, Carol Urzúa Ibáñez, y a sus dos escoltas.
Era la respuesta militar del Movimiento de Izquierda Revolucionaria a la ejecución de algunos de sus miembros, y a la supuesta responsabilidad que le cabría a Urzúa Ibáñez en la represión a las nacientes protestas nacionales, con el costo de decenas de personas muertas, entre ellas muchos pobladores del llamado “cordón periférico”. El atentado colmó de rabia al general Augusto Pinochet y a los jerarcas del régimen militar, siendo la Central Nacional de Informaciones, la famosa C.N.I., la encargada de perseguir y capturar a sus ejecutores materiales e intelectuales.
Desde ese momento empezó la planificación de los jefes de inteligencia para golpear de manera demoledora a la única organización de izquierda que en ese momento osaba enfrentar al régimen mediante el uso de las ramas. Lo que desencadenaría diversas acciones con un brutal reguero de sangre, tortura, persecuciones y asilos en la Nunciatura de Santiago.
LUCIA VERGARA VALENZUELA Lucía Orfilia Vergara Valenzuela era una joven nacida en la ciudad de Curicó en 1952, ciudad en la que su tradicional familia era dueña de la famosa Farmacia Vergara, ubicada en calle Estado con la Alameda Manso de Velasco.
Su familia era muy conocida en la provincia curicana, entre ellos sobresalía su tío Ramón Valenzuela Aliaga, miembro de la Logia Masónica, y un destacado profesor cuya biblioteca privada estaba a disposición de los alumnos de la ciudad. Desde temprana edad Lucía Vergara tuvo simpatía por los movimientos de izquierda y en 1970 participaba activamente con los miristas de su pueblo natal, partiendo luego a Santiago a estudiar Químico Farmacéutica. En Santiago se entrega de lleno a diversas actividades políticas hasta que la sorprende el golpe militar de 1973, siendo intensamente buscada por los militares. CÁRCEL, EXILIO Y RETORNO Es detenida, torturada y conducida a un recinto clandestino. Sin embargo, logra salir en libertad siendo expulsada de Chile, asilándose en algunos países de Europa donde reside. Allá se casa y tiene dos hijos. Sin embargo, Lucía Vergara seguía ligada al MIR, donde ocupa mayores responsabilidades y recibe instrucción militar en el extranjero.
En esa calidad, es elegida por la dirección del MIR, junto a otras decenas y tal vez centenas de militantes, iniciando la famosa “Operación Retorno”, un proyecto destinado a ingresar clandestinamente militantes del MIR para unirse a la lucha contra la dictadura. La idea principal era iniciar guerrillas urbanas y rurales. Un ejemplo fue la desarrollada en “Neltume”, descubierta prematuramente por las fuerzas de seguridad y donde una docena de miristas perdieron la vida.
La curicana es destinada a Santiago, donde se vincula a la llamada “Fuerza Central” del MIR, la estructura que controla el aparato militar de la organización. 1983 AÑO DE PROTESTAS Después de 10 años de férrea dictadura y ante una terrible crisis social, la ciudadanía salió a las calles a protestar, lo que por cierto trajo una implacable represión que se tradujo en decenas de muertos y diversas arremetidas contra las organizaciones opositoras en especial las de izquierda. Pese a que la llamada “Operación Retorno” del MIR había fracasado en gran parte, aún contaban con un aparato militar dispuesto a atacar al régimen militar.
La muerte de varios militantes miristas y la represión a las protestas en Santiago, llevó a la Dirección Nacional a cometer el atentado contra el Intendente de Santiago, un acto con el que no todos los miristas estuvieron de acuerdo, según cuenta el sacerdote Rafael Maroto, militante De dicha organización.
El atentado al general Carol Urzúa aceleró una espiral de violencia imparable, con fuertes deseos de venganza en los organismos de seguridad del régimen, empeñados a iniciar una nueva “cacería de miristas”, que fue dejando muertos en el camino hasta llegar a una cruenta noche de balas y fuego, el siete de septiembre de 1983.
LA MATANZA DE FUENTEOVEJUNA Y CALLE JANEQUEO Según las declaraciones en el proceso judicial que dio el suboficial de la FACH y agente de la SIFA, Andrés Valenzuela, el día 7 de septiembre se concentraron agentes de la CNI, la SIFA (Servicio de Inteligencia Fuerza Aérea) y del Comando Conjunto, con el agente Roberto Fuentes Morrison a la cabeza, sumando más de medio centenar de hombres para dar curso al operativo que eliminaría a las estructuras militares del MIR. De esa forma medio centenar de agentes fuertemente armados rodearon la casa de calle Fuenteovejuna N* 1330 en Las Condes, apoyado por un jeep al cuál montaron una ametralladora punto 50 en su techo. El operativo estaba a cargo del mayor de Ejército, Alvaro Corbalán Castilla, y por altavoces se ordenó salir con las manos en alto a los ocupantes de la casa sitiada. Así lo hizo el médico veterinario y militante del MIR, Sergio Peña Díaz, quién antes de cruzar la reja del antejardín para entregarse fue acribillado a balazos.
Ocurrido esto, Lucía Vergara Valenzuela, que se disponía a salir, toma un arma automática y dispara a los agentes, quienes de nuevo abren fuego de manera masiva, disparando bengalas que inician un incendio que calcina el cadáver de una de las víctimas. Así son abatidos Lucía Vergara Valenzuela y Arturo Villabela Araujo, miembro del comité central y jefe del aparato militar del MIR.
Luego los mismos agentes se dirigen a la calle Janequeo N* 5707 en la comuna de Cerro Navia, donde sin mediar palabra, acribillaron a los miristas Alejandro Salgado Troquián y al argentino Hugo Ratier Noguera, todos miembros de la llamada “Fuerza Central”. Los operativos que dejaron cinco miristas muertos y ningún agente lesionado son transmitidos con gran sensacionalismo por TVN y Canal 13, con amplia cobertura, haciéndolos pasar por enfrentamientos cuando en su casi totalidad fueron ejecuciones.
Otro vejamen a las víctimas fue que el cadáver desnudo de Lucía Vergara Valenzuela fue fotografiado y publicado en los periódicos nacionales, en un claro agravio y desprecio a la memoria de los muertos y sus familiares, algo que golpeó fuerte en Curicó entre conocidos, amigos y parientes de la familia Vergara Valenzuela.
MÁS PERSECUSIONES Con estos golpes y otros que prosiguieron en 1984 y 1985, la Central Nacional de Informaciones derrotaba al MIR, lo que a la larga produjo la división de esta organización en dos fracciones, una que insistía en la lucha armada, encabezada por Andrés Pascal Allende, y otra que prefería la acción política dirigida por Nelson Gutiérrez, instancias que decidieron su disolución en 1989 al cambiar la situación política del país. Antes, sin embargo, en enero de 1984, los miristas José Aguilera Suazo, Pamela Cordero, Elba Duarte y Jaime Yovanovic se asilan en la Nunciatura Apostólica de Santiago, huyendo de las represalias de la CNI. Se hospedan durante 82 días, y luego de intensas negociaciones logran que el régimen militar los deje salir al extranjero.
De esa forma se desbarataba parte importante de la llamada “Fuerza Central”. EPÍLOGO De la familia de Lucía Vergara sabemos que sus padres fallecieron en Santiago; y que en 1980 había vendido y demolido la propiedad de calle Estado con la Alameda en Curicó. Sus hermanos, militantes de izquierda, se habían exiliado en París, Francia, donde aún residen al igual que hijos y sobrinos. En 1994 sus hijos y sobrinos viajaron de Francia a Chile a buscar y conocer sus raíces. Pocos vestigios encontraron de su madre y tía.
Encontraron un país más moderno que el imaginado y donde el espacio para la memoria parece estorbar y molestar a las personas, y en la ciudad de Curicó, vagos recuerdos de quién fuera Lucía Orfilia Vergara Valenzuela.