COLUMNAS DE OPINIÓN: Diseñar el futuro
COLUMNAS DE OPINIÓN: Diseñar el futuro de trayectorias, capacidades, identidades y contextos socioculturales del estudiantado. Asimismo, es esencial fortalecer la vinculación con los territorios, reconociendo los saberes locales como fuentes legítimas de conocimiento y de futuro. El diseño, cuando se co-construye con las comunidades, se transforma en una herramienta para imaginar alternativas más sostenibles, justas y solidarias.
Diseñar el futuro Pía Lindemann Varoli Directora Escuela de Diseño Industrial UBB La enseñanza del diseño, especialmente en una universidad pública como la Universidad del Bío-Bío, comprometida con el desarrollo equitativo y los cambios sociales, enfrenta hoy un escenario desafiante y profundamente transformador.
Como directora de la Escuela de Diseño Industrial, he sido testigo del esfuerzo colectivo de académicos y estudiantes por adaptar sus procesos formativos a nuevas realidades, esto a partir de la emergencia de modelos híbridos de enseñanza. Este tránsito no ha sido sólo tecnológico sino también pedagógico, ético y político. El diseño no puede ser enseñado como una técnica neutra o asilada de su contexto. Diseñar es intervenir en el mundo: es transformación, es acción situada y es una práctica política. Cada objeto, servicio o sistema diseñado incide en la forma en que habitamos, nos relacionamos, cuidamos o excluimos. Por eso, formar en diseño es también formar en ciudadanía, en pensamiento crítico, en sensibilidad ética. La educación híbrida, cuando se articula con propósito, puede ofrecer nuevas oportunidades para abrir el aula al mundo, diversificar formas de aprendizaje y fortalecer el compromiso con las comunidades locales. Pero exige más que adecuaciones técnicas. Nos obliga a preguntarnos qué tipo de profesionales estamos formando, con quiénes construimos conocimiento y para qué territorios diseñamos.
Educar en diseño para el futuro implica abordar desafíos complejos: avanzar hacia una formación interdisciplinaria, integrando saberes desde las ciencias, las tecnologías, las humanidades y las artes; promover activamente una perspectiva de género que cuestione los sesgos arraigados en la cultura visual y material; y, de forma urgente, comprometerse con la inclusión, generando espacios que valoren las diversidades Hoy más que nunca, formar diseñadores y diseñadoras significa formar personas capaces de leer críticamente su entorno, de actuar con responsabilidad colectiva y de crear con otros desde la diferencia. Si queremos una educación pertinente, situada y con sentido, debemos asumir que el diseño es siempre una forma de transformar el mundo que habitamos, y elegir cómo y para quien lo transformamos.