Autor: LENNON ZANINOVIC
LA FIGURA HISTÓRICA Y EL LEGADO DE JOSE MIGUEL CARRERA AÑOS DE SU MUERTE
En el bicentenario de su partida, seis reconocidos historiadores nacionales hablan de su contribución como prócer y su activa labor durante la Patria Vieja. ¿Cómo se valora hoy su figura histórica dentro del proceso de la independencia de nuestro país? ¿ Cuál sería hoy su sitial definitivo, superadas ya las querellas entre o'higginistas y carrerinos? Todos ellos valoran la instauración de una imagen de Chile como Estado-nación y la creación de instituciones de gran trascendencia para el país. Cunstancias me han traído a esta situación triste; ten resignación para escuchar que moriré hoy a las one.
Sí, mi querida, moriré con el solo pesar de dejarte abandonada con cinco tiernos hijos en un país extraño, sin amigos, sin relacioes, sin recursos. ¡Más puede la providencia que los Así comienza la última carta que escribió José Miguel Carrera a su esposa, Mercedes Fontecilla, el 4 de septiembre de 1821, a las 9:00 de la Dos horas después fue ejecutado en Mendoza. Protagonista decisivo en la Patria Vieja, este prócer del que ayer se el bicentenario de su fallecimiento recibió siete años más tarde un funeral en Santiago que fue “apoteósico”, según las crónicas de la época. “El Congreso Nacional decretó la traslación á Santiago de las cenizas de los tres jenerales de la República D. JOSE MIGUEL, D. JUAN JOSE y D.
LUIS DE CARRERA, que desde su infausta muerte descansaban en la ciudad de Mendoza, para que en ellas recibiesen estos magnánimos guerreros los últimos honores”. Se publicó, en 1828, en “La Clave”. La historiadora y docente de la Universidad del Desarrollo (UDD), Soledad Reyes del Villar, describe sus últimos momentos en su acucio- ¡ adorada pero muy desgraciada Mercedes: un accidente inesperado y un conjunto de desgraciadascirso volumen “Javiera Carrera y la formación del Chile republicano” (Ediciones El Mercurio). Ahíse lee que el brazo derecho del general fue colgado en una plaza de Mendoza, y el izquierdo fue enviado al pueblo de San Juan, como un verdadero trofeo de guerra. “Su cabeza fue clavada y exhibida frente al cabildo de Mendoza. Lo que quedó fue arrojado a un osario en la Iglesia de la Caridad, donde antes habían lanzando a sus hermanos”, dice la autora.
Desde sú partida, hace doscientos años, se han elucubrado numerosos relatos e historias en torno a a figura de este prócer nacido en 1785, además de una prolífica bibliografía —tanto en Chile como en na— que lo muestra como un hombre “llevado de sus ideas”, rebelde, ambicioso, incorregible e impetuoso.
Ricardo Latchman lo definía en 1932 como el general que tenía "el ojo rápido y penetrante, el cerebro activo y el puño enérgico”. En 2010 —en el marco de las celebraciones del bicentenario de la independencia—el historiador y académico del Instituto de Historia de la UC, Joaquín Fermandois, escribió en este diario que en José Miguel Carrera aparecen los destellos del jefe militar brillante y terrible de tiempos revueltos. “El halo romántico que lo envuelve en el recuerdo.
Corresponde a una personalidad real, sólo que no de la fibra del constructor de Estados — el estadista, en suma, — sino que su tipo se relaciocunstancias me han traído a esta situación triste; ten resignación para escuchar que moriré hoy a las once.
Sí, mi querida, moriré con el solo pesar de dejarte abandonada con cinco tiernos hijos en un país extraño, sin amigos, nes, sin recursos. ¡Más puede la providencia que los hombres! Así comienza la última carta que escribió José Miguel Carrera a su esposa, Mercedes Fontecilla, el 4 de septiembre de 1821, a las 9:00 dela mañana. Dos horas después fue ejecutado en Mendoza. Protagonista decisivo en la Patria Vieja, este prócer del que ayer se el bicentenario de su fallecimiento recibió siete años más tarde un funeral en Santiago que fue “apoteósico”, según las crón de la época. “El Congreso Nacional decretó la traslación á Santiago de las cenizas de los tres jenerales de la República D. JOSE MIGUEL, D. JUAN JOSE y D.
LUIS DE CARRERA, que desde su infausta muerte desgansaban en la ciudad de Mendoza, para que en ellas recibiesen estos magnánimos guerreros los últimos honores”. Se publicó, en 1828, en “La Clave”. La historiadora y docente de la Universidad del Desarrollo (UDD), Soledad Reyes del Villar, describe sus últimos momentos en su acucio- ¡ adorada pero muy desgraciada Mercedes: un accidente inesperado y un conjunto de desgraciadascirso volumen “Javiera Carrera y la formación del Chile republicano” (Ediciones El Mercurio). Ahíse lee que el brazo derecho del general fue colgado en una plaza de Mendoza, y el izquierdo fue enviado al pueblo de San Juan, como un verdadero trofeo de guerra. “Su cabeza fue clavada y exhibida frente al cabildo de Mendoza. Lo que quedó fue arrojado a un osario en la Iglesia de la Caridad, donde antes habían lanzando a sus hermanos”, dice la autora.
Desde sú partida, hace doscientos años, se han elucubrado numerosos relatos e historias en tomo a la figura de este prócer nacido en 1785, además de una prolífica bibliografía —tanto en Chile como en Argentina— que lo muestra como un hombre “llevado de sus ideas”, rébelde, ambicioso, incorregible e impetuoso, Ricardo Latchman lo definía en 1932 como el general que tenía “el ojo rápido y penetrante, el cerebro activo y el puño enérgico”. En 2010 —en el marco de las celebraciones del bicentenario de la independencia—el historiador y académico del Instituto de Historia de la UC, Joaquín Fermandois, escribió en este diario que en José Miguel Carrera aparecen los destellos del jefe militar brillante y terrible de tiempos revueltos.
“El halo romántico que lo envuelve en el recuerdo, corresponde a una personalidad real, sólo que no de la fibra del constructor de Estados — el estadista, en que su tipo se relacioSIGUEN EN E 2 Carrera tenía muchasideas en mente, y supo codearse con gente creativa y enérgica, con quienes implementó reformas de enorme trascendencia”. SOLEDAD REYES DEL VILLAR Mizo uña gran contribución a la germinación de la nación chilena, en diversos planos: una Constitución que, aunque monarquista, presenta a Chile como un Estado-nación distinto a España”. ARMANDO CARTES MONTORY un político. Fue un militar nomás”. SERGIO VILLALOBOS La história y el pueblo de Chile, con toda justicia, lo reconocen como uno de los “padres de la patria”. ANDRÉS AVENDAÑO. Un personaje empujado por los sucesos de la época a liderar un proceso revolucionario con un alto personalismo”. GABRIEL CID.
Esimpósible del resto del proceso, reconociendo su carácter complementario y el rol en la construcción de una visión política autónoma de nuestro país”. FERNANDO WILSON más con los caudillos hispanoamericanos del XIX, a la vez fundadores y demoledores de las repúblicas”, expresó.
Pionero de la educación femenina Más allá de las polémicas, golpes de Estado y conocidas Bernardo O Higgins, Soledad Reyes del Villar señala en su libro “Javiera Carrera... ” que la educación era trascendental para el futuro de una República que estaba luchando por la independencia y, en ese contexto, Carrera tenía muchas ideas en mente, y supo codearse con gente creativa y enérgica, con quienes implementó reformas de enorme trascendencia: entre otros, cita a Manuel de Salas, Camilo Henríquez y Juan Egaña. “Así, bajo su inlujo, José Miguel Carrera ordenó a los cabildos y conventos la apertura de escuelas primarias públicas y gratuitas para niñas.
El decreto que lo ordena, en agosto de 1812, sostiene que es “una paradoja en el mundo culto de la capital de Chile, poblaba de más de cincuenta mil habitantes, no haya aún conocido una escuela de mujeres”, adelanta la historiadora, y advierte que las jas tenían que elegir, pagar y dirigir a las profeoras de las futuras alumnas.
“Pero se negaron rotundamente, y en junio de 1813 Carrera tuvo que volver a repetir la orden”, escribe, En conversación con “Artes y Letras”, la académica de la UDD afirma que en el siglo XXI no cabe ninguna duda de su importancia en el proceso de nuestra independencia, especialmente la Patria Vieja, donde su figura y su legado “son notables, Nuestro primer reglamento constitucional, nuestro primer diario, el Instituto y la Biblioteca Nacional, la abolición de la esclavitud (libertad de vientres), por nombrar algunos”, dice. La también autora de “Manuel Rodríguez. Aún tenemos patria” agrega que al parecer hoy en día a nadie le importan mayormente las viejas rencillas entre Carrera y O'Higgins. “Esta fue mucho más profunda después de todo el proceso. En algún momento llegaron a respetarse, incluso a admirarse, Los dos querían lo mismo y estaban luchando por liberarnos de la tutela española. Fue más bien un problema de egos, de actitud y de temperamento. Diferencias de forma más que de fondo”, expresa.
Pero donde las querellas historiográficas no han terminado, y tal vez nunca lo hagan, es en la responsabilidad que le cupo a O'Higgins en el fusilamiento de los tres hermanos Carrera, y también en el de Manuel Rodríguez.
“Al ser una decisión de la Logia Lautaro, de la que O'Higgins era miembro activo, ¿hasta qué punto estaba enterado de la decisión de eliminarlos? ¿ Podría haberlo impedido?, ¿o estaba de manos atadas? Es precisamente en las respuestas a esas preguntas donde la discusión historiográfica continúa”, concluye Soledad Reyes del Villar.
El historiador Armando Cartes Montory, démico titular de la Universidad de Concepción, no comparte la idea de que los personajes cen sitiales definitivos ni que las querellas historiográficas se superen, y añade que una mirada panorámica a la historiografía no puede omitir, sin embargo, los intensos odios que se generas ron entre o'higginistas y carrerinos. “Esas disputas, en mi opinión, sona causa del fracaso militar y político de la Patria Vieja. Voces interesadas las han alimentado, pero ya parecen desvanecerse.
Con la mirada altruista que da la distancia, digamos, al revés, que esas querellas nos recuerdan la profunda humanidad de ambos próceres y los límites de una política caudillesca, basada en redes familiares y territoriales, propia de los años de la construcción de la república”, afirma Cartes Montox para quien la actuación de José Mi guel Carrera se prolonga por una década exacta (1811-1821), que ponden a los años más críticos del proceso de emancipaci coincide con la fase política dela Patria Vi: desembarco dela expedición de Ani nio Pareja, en marzo de 1813, desencadena guerra.
Hizo una gran contribución a la nación de la nación chilena, en diversos planos: una Constitución que, aunque monarquista, presenta a Chile como un Estado-nación to a España; la creación de símbolos que anticipan una identidad política; el estímulo a la creación de un espacio público educativo y cultural, con el Instituto Nacional, la Biblioteca Nacional o la Aurora de Chile, que, aunque su participación pueda discutirse, surgieron mientras ocupaba la primera magistratura.
A lo anterior, debe sumarse su firme voluntad de defender, con las armas cuando fue necesario, la incipiente autonomía de la futura república”, concluye el autor, entre otros volúmenes, de “Un gobierno de los pueblos... La nación y las provincias en la independencia de Chile” Entusiasmo patriótico Sergio Villalobos, Premio Nacional de Historía 1992 y quien además es un reconocido o'higginista, comenta a “Artes y Letras” que efectivamente el general fallecido en Mendoza tuvo injerencia en la fundación de la Biblioteca Nacioal que nació “de un grupo de intelectuales de la época”, y valora de José Miguel Carrera “el entusiasmo patriótico con que llegó, dispuesto a impulsar la independencia, cuando muy pocos pensaban que podía ser posible. Sería lo único. ¡No fue un intelectual o un político.
Fue un militarnomás”, cierrael autor de “Tradición y reforma en 1810”. El general Andrés Avendaño, presidente dela Academia de Historia Militar, se suma a esta reflexión, y afirma que es justo destacar y ubicar en el lugar que le corresponde en la memoria histórica de nuestro país quien fuera uno delos principales impulsores de este cometido. “Juzgado con dureza por sus contemporáneos y por la historia.
Hoy, después del transcurrido y de que el paso de los años atemperara las pasiones para evaluar su contri bución a la emancipación de la corona española y al inicio de la construcción del Chile republicano, es de toreconocer en José — Miguel Carrera al patriota que, con su ímpetu independentista, impulsó con fuerza, audacia y arrojo este proceso”, explica, y añade que poco después de llegar a Chile, enjulio de 1811, se puso al frente de la incipiente revolución.
“De los promotores de la independencia, José Miguel Carrera fue el que la procuró más resueltamente y quien más tarde, con el grado de brigadier, pasó a la historia al asumir, en marzo de 1813, como el primer general en jefe del Ejército patriota de la naciente república. Después de la de Rancagua, su figura comienza a eclipsarse en Chile, y serán otros los que continuarán luchando por alcanzar sus sueños.
A pesar de ello, la causa histórica que él impulsó ya no tendría vuelta atrás, y O'Higgins y san Martín, con las victorias en las batallas de Chacabuco y Maipo, sellarán lo que él había iniciado”, dice.
El presidente de la Academia de Historia Militar es evidente que procesos históricos como el de la independencia nacional fueron consecuencia del esfuerzo colectivo de muchos hombres, quienes con sus acciones y voluntades contribuyeron a sentar las bases del Chile de hoy.
“Claramente, a doscientos años de la dramática muerte de José Miguel Carrera, la historia y el pueblo de Chile, con toda justicia, loreconocen como uno de los “padres de la patria”. Por ello, la leyenda grabada en su tumba adquiere hoy una especial dimensión: La Patria a los Carrera, agradecida de sus servicios y compadecida de sus desgracias”, cierra el general Andrés Avendaño.
Académicoe investigador del Instituto de Historia de la Universidad San Sebastián, considera que la conformación de los panteones heroicos en torno a la independencia fue untema controversial enlos países hispanoamericanos y Chile no fue la excepción, pues estas disputas se circunscribieron | a las rivalidades entre carreristas y O'higginistas.
“Así la figura de Carrera, desplazada en el imaginario por O'Higgins ya en los años de 1870, quedó tensioada entre visiones laudatorias hacia su accionar en los primeros tiempos de la revolución — dijiste libertad antes que nadie”, escribió Neruda— o cuestionada por su personalismo y su participación en la política De “monstruo” lo tildó San Martín”, afirma Cid, y agrega que afortunadamente ese maniqueísmo hacambiado y cita que, enel contexto delas condel bicentenario, el traslado del monumento ecuestre de Carrera para ser situado frente a La Moneda, al lado y en plano de igualdad con la estatua de Bernardo O'Higgins, es ilustrativo de este intento por diluir camente las tradicionales las guras político-militares más relevantes del proceso de independencia chileno. “Entérminos historiográficos, el debatesobre la figura de José Miguel Carrera ha avanzado para desmarcarse de las visiones apologéticas o condenatorias convencionales.
Esto ha implicado despojarse de la visión épica del personaje —donde los claroscuros propios de toda vida se disuelven por un finalismo heroizante—e invita a una comprensión contextual de su actuación en un escenario de cambios inesperados de dimensiones globales, como lo fue la era de las revoluciones, que lo hizo deambular por España, Río de la Plata y EE.UU. ”, explica el investigador.
El también autor de “Pensar la revolución, Historia intelectual de la independencia chilena” (Ediciones UDP), recomienda la, a su juicio, excelente biografía que en 2012 hizo Beatriz Bragoni y que pone en evidencia esta nueva perspectiva: “Un personaje empujado por los sucesos de la época a liderar un proceso revolucionario con un alto personalismo, que Juego termina sucumbiendo ante las propias dinámicas político-militares de la revolución lejos de su tierra. Podría decirse de él, lo mismo que de tantos otros héroes de la independencia, lo que habría afirmado Vergniaud camino al cadalso: “La Revolución es como Saturno, devora a sus propios hijos””, concluye Gabriel Cid.
Por último, Fernando Wilson, doctor en historia y profesor de la Facultad de Artes Liberales de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI) dice que estamos ante una figura polémica, pe0, por lo mismo, profundamente deformada por el debate que se ha generado en su entorno.
Valora su visión de Estado y afirima que es la primera vez que podemos definirlo como claramente republicano e independiente, “construyendo tanto una mirada de corte simbólico, en la definición del primer pabellón nacional así como un escudo de armas para la naiente república, alejándose de la condición ambivalente que había sido presentada desde la Primera Junta Nacional”, expresa el historiador Fernando Wilson, para quien hoy “es imposible separar su legado del resto del proceso, reconociendo su carácter complementario y el rol en la construcción de una visión política autónoma de nuestro país”, cierra el profesor de la Univer Adolío vIENE DE El más con los caudillos hispanoamericanos del XIX, a la vez fundadores y demoledores de las repúblicas”, expresó.
Pionero de la educación femenina Más allá de las polémicas, golpes de Estado y conocidas rencillas con Bemardo O Higgins, Soledad Reyes del Villar señala en su libro “Javiera Carrera... ” que la educación era trascendental para el futuro de una República que estaba luchando por la independencia y, en ese contexto, Carrera tenía muchas ideas en mente, y supo codearse con gente creativa y enérgica, con quienes implementó reformas de enorme trascen= dencia: entre otros, cita a Manuel de Salas, Camilo Henríquez y Juan Egaña. “Así, bajo su in Mlujo, José Miguel Carrera ordenó a los cabildos y conventos la apertura de escuelas primarias públicas y gratuitas para niñas.
El decreto quelo ordena, en agosto de 1812, sostiene que es “una paradoja en el mundo culto de la capital de Chile, poblaba de más de cincuenta mil habitantes, no haya aún conocido una escuela de mujeres”, adelanta la historiadora, y advierte que las monjas tenían que elegir, pagar y dirigir a las profesoras de las futuras alumnas. “Pero se negaron rotundamente, y en junio de 1813 Carrera tuvo que volver a repetir la orden”, escribe.
En conversación con “Artes y Letras”, la académica de la UDD afirma que E siglo XXI no cabe ninguna duda de su importancia en el proceso de nuestra independencia, especialmente en la Patria Vieja, donde su figura y su legado “son notables. Nuestro primer reglamento constitucional, nuestro primer diario, el Instituto y la Biblioteca Nacional, la abolición de la esclavitud (libertad de vientres), por nombrar algunos”, dice. La también autora de “Manuel Rodríguez. Aún tenemos patria” agrega que al parecer hoy en día a nadie le importan mayormente las viejas rencillas entre Carrera y O'Higgins. “Esta fue mucho más profunda después de todo el proceso. En algún momento llegaron a respetarse, incluso a admirarse. Los dos querían lo mismo y estaban luchando por liberarnos de la tutela española. Fue más bien un problema de egos, de actitud y de temperamento. Diferencias de forma más que de fondo”, expresa.
Pero donde las querellas historiográficas no han terminado, y tal vez nunca lo hagan, es en la responsabilidad que le cupo a O'Higgins enel fusilamiento de los tres hermanos Carrera, y también en el de Manuel Rodríguez.
“Al ser una decisión de la Logia Lautaro, de la que O'Higgins era miembro activo, ¿hasta qué punto estaba enterado de la decisión de eliminarlos? ¿ Podría haberlo ¿ o estaba de manos atadas? Es precisamente en las respuestas a esas preguntas donde la discusión historiográfica continúa”, concluye Soledad Reyes del Villar, El historiador Armando Cartes Montory, démico titular dela Universidad de Concepción, no comparte la idea de que los personajes censitiales definitivos ni que las querellas historiográficas se superen, y añade que una mirada panorámica a la historiografía no puede omitir, sin embargo, los intensos odios que se generaron entre o'higginistas y carrerinos. “Esas disputas, en mi opinión, son la causa del fracaso militar y político dela Patria Vieja. Voces intere= sadas las han alimentado, pero ya parecen vanecerse.
Con la mirada altruista que da la distancia, digamos, al revés, que esas querellas nos recuerdan la profunda humanidad de ambos próceres y los límites de una política caudillesca, basada en redes familiares y territoriales, propia de los años de la construcción de la república”, afirma Cartes Montory, para quien la actuación de José Mi Carrera se prolonga por una década exacta (1811-1821), que corresponden a los años más críticos del proceso de emancipación. “Su mayor brillo" coincide conla fase política dela Patria tes que el desembarco de la expedición de nio Pareja, en marzo de 1813, guerra.
Hizo una gran contribución a la ger nación de la nación chilena, en diversos plarós: una Constitución que, aunque monarquista, presenta a Chile como un Estado-nación to a España; la creación de símbolos que anticipan una identidad política; el estímulo ala creación de un espacio público educativo y cultural, con el Instituto Nacional, la Biblioteca Nacional ola Aurora de Chile, que, aunque su participación pueda discutirse, surgieron mientras 0cupaba la primera magistratura.
A lo anterior, debe sumarse su firme voluntad de defender, con Jas armas cuando fue necesario, la incipiente autonomía de la futura república”, concluye el autor, entre otros volúmenes, de “Un gobierno de los pueblos... La nación y las provincias en la independencia de Chile” - Entusiasmo patriótico Sergio Villalobos, Premio Nacional de Historia 1992 y quien además es un reconocido o'higginista, comenta a “Artes y Letras” que efectivamente el general fallecido en Mendoza tuvo injerencia en la fundación de la Biblioteca Nacioal que nació “de un grupo de intelectuales dela época”, y valora de José Miguel Carrera “el entusiasmo patriótico con que llegó, dispuesto a impulsar la independencia, cuando muy pocos pensaban que podía ser posible, Sería lo único. ¡No fue un intelectual o un político.
Fue un militarnomás”, cierra el autor de “Tradición y reforma en 1810”. El general Andrés Avendaño, presidente dela Academia de Historia Militar, se suma a esta reflexión, y afirma que es justo destacar y ubicar en el lugar que le corresponde en la memoria histórica de nuestro país a quien fuera uno de los principales impulsores de este cometido. “Juzgado con dureza por sus contemporáneos y por la historia.
Hoy, después del largotiempo transcurrido y de que el paso de los años atemperara las pasiones para evaluar su contribución a la emancipación de la corona española y al inicio de la construcción del Chile republicano, es de toreconocer en José Miguel Carrera al patriota que, con su ímpetu independentista, impulsó. Con fuerza, audacia y arrojo este proceso”, explica, y añade que poco después de llegar a Chile, enjulio de 1811, se puso al frente de la incipiente revolución.
“De los promotores de la independencia, José Miguel Carrera fue el que la procuró más resueltamente y quien más tarde, con el grado de brigadier, pasó a la historia al asumir, en marzo de 1813, como el primer general en jefe del Ejército patriota de la naciente república. Después de la de Rancagua, su figura comienza a eclipsarse en Chile, y serán otros los que continuarán luchando por alcanzar sus sueños.
A pesar de ello, la causa histórica que él impulsó ya no tendría vuelta atrás, y O'Higgins y histórica y el legado... San Martín, con las victorias en las batallas de Chacabuco y Maipo, sellarán lo que él había iniciado”, dice.
Para el presidente de la Academia de Historia Militar es evidente que procesos históricos como el de la independencia nacional fueron consecuencia del esfuerzo colectivo de muchos hombres, quienes con sus acciones y voluntades contribuyeron a sentar las bases del Chile de hoy.
“Claramente, a doscientos años de la dramática muerte de José Miguel Carrera, la historia y el pueblo de Chile, con toda justicia, lo reconocen como uno de los “padres de la patria”. Por ello, la leyenda grabada en su tumba adquiere hoy una especial dimensión: La Patria a los Carrera, agradecida de sus servicios y compadecida de sus desgracias”, cierra el general Andrés Avendaño.
Académicoe investigador del Instituto de Historia de la Universidad San Sebastián, considera que la conformación de los panteones heroicos en torno a la independencia fue un tema controversial enlos países hispanoamericanos y Chile no fue la excepción, pues estas disputas se circunscribieron a las rivalidades entre carreristas y o'higginistas.
“Así, la figura de Carrera, desplazada en el imaginario por O'Higgins ya en los años de 1870, quedó tensioentre visiones laudatorias hacia su accionar en los primeros tiempos de la revolución e libertad antes que nadie”, escribió Neruda— o cuestionada por su personalismo y su participación en la política trasandina: De “monstruo” lo tildó San Martín”, afirma Cid, y agrega que afortunadamente ese maniqueísmo hacambiado y cita que, enel contexto delas conmemoraciones del bicentenario, el traslado del monumento ecuestre de Carrera para ser situado frente a La Moneda, al lado y en plano de igualdad con la estatua de Bernardo O'Higgins, es ilustrativo de este intento por diluir simbólicamente las tradicionales rivalidades figuras político-militares más relevantes del proceso de independencia chileno. Historiográficos, el debate sobre la figura de José Miguel Carrera ha avanzado para desmarcarse de las visiones apologéticas o condenatorias convencionales.
Esto ha implicado despojarse de la visión épica del personaje —donde los claroscuros propios de toda vida se disuelven por un finalismo heroizante—e invita a una comprensión contextual de su actuación en un escenario de cambios inesperados de dimensiones globales, como lo fue la era de las revoluciones, que lo hizo deambular por España, Río de la Plata y explica el investigador. El también autor de “Pensar la revolución. Historia intelectual de la independencia chilena” (Ediciones UDP), recomienda la, a su juicio, excelente biografía que en 2012 hizo Beatriz Bragoni y que pone en evidencia esta nueva. Perspectiva: “Un personaje empujado por los sucesos de la época a liderar un proceso revolucionario con un alto personalismo, que luego termina sucumbiendo ante las propias dinámicas político-militares de la revolución lejos de su tierra. Podría decirse de él, lo mismo que de tantos otros héroes de la independencia, lo que habría afirmado Vergniaud camino al cadalso: “La Revolución es como Saturno, devora a sus propios hijos”, concluye Gabriel Cid.
Por último, Fernando Wilson, doctor en historia y profesor de la Facultad de Artes Liberales de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI) dice que estamos ante una figura polémica, pepor lo mismo, profundamente deformada por el debate que se ha generado en su entorno.
El académico valora su visión de Estado y afirima que es la primera vez que podemos definirlo como claramente republicano e independiente, “construyendo tanto una mirada de corte simbólico, en la definición del primer pabellón nacional así como un escudo de armas para la naciente república, alejándose de la condición ambivalente que había sido presentada desde la Primera Junta Nacional”, expresa el historiador Fernando Wilson, para quien hoy “es imposible separar su legado del resto del proceso, reconociendo su carácter complementario y el rol en la construcción de una visión política autónoma de nuestro país”, cierra el profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez.
Resumen
“Así la figura de Carrera, desplazada en el imaginario por O'Higgins ya en los años de 1870, quedó tensioada entre visiones laudatorias hacia su accionar en los primeros tiempos de la revolución — dijiste libertad antes que nadie”, escribió Neruda— o cuestionada por su personalismo y su participación en la política De “monstruo” lo tildó San Martín”, afirma Cid, y agrega que afortunadamente ese maniqueísmo hacambiado y cita que, enel contexto delas condel bicentenario, el traslado del monumento ecuestre de Carrera para ser situado frente a La Moneda, al lado y en plano de igualdad con la estatua de Bernardo O'Higgins, es ilustrativo de este intento por diluir camente las tradicionales las guras político-militares más relevantes del proceso de independencia chileno., .La nación y las provincias en la independencia de Chile” -
Entusiasmo patriótico
Sergio Villalobos, Premio Nacional de Historia 1992 y quien además es un reconocido o'higginista, comenta a “Artes y Letras” que efectivamente el general fallecido en Mendoza tuvo injerencia en la fundación de la Biblioteca Nacioal que nació “de un grupo de intelectuales dela época”, y valora de José Miguel Carrera “el entusiasmo patriótico con que llegó, dispuesto a impulsar la independencia, cuando muy pocos pensaban que podía ser posible, Sería lo único., “Así, la figura de Carrera, desplazada en el imaginario por O'Higgins ya en los años de 1870, quedó tensio- entre visiones laudatorias hacia su accio- nar en los primeros tiempos de la revolución e libertad antes que nadie”, escribió Ne- ruda— o cuestionada por su personalismo y su participación en la política trasandina: De “monstruo” lo tildó San Martín”, afirma Cid, y agrega que afortunadamente ese maniqueísmo hacambiado y cita que, enel contexto delas conmemoraciones del bicentenario, el traslado del monumento ecuestre de Carrera para ser situado frente a La Moneda, al lado y en plano de igualdad con la estatua de Bernardo O'Higgins, es ilustrativo de este intento por diluir simbólicamente las tradicionales rivalidades figuras político-militares más relevantes del proceso de independencia chileno.
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