Autor: MAUREEN LENNON ZANINOVIC
LA VOZ DE LAS MUSAS DE VICENTE HUIDOBRO
PASIONES. DOLORES: | A periodista y doctora en Letras por la Universidad de la Sorbona (París) Marilú Ortiz de Rozas no esconde su pasado nerudiano y su admiración hacia la obra del Premio Nobel1971.
“Trabajé para la Fundación Neruda y, la verdad, vine a conocer a Vicente Huidobro mucho más tarde”, advierte instalada en su cálido departamento, en la comuna de Vitacura. ¿Cómo llegó a imbuirse de la obra de este autor fallecido en 1948, en Cartagena? En 2014 seanimó a postular a un proyecto para publicar un libro de estudio en torno a la obra temprana del padre de “Altazor”. De esta manera dio aluz “Vicente Huidobro en la constelación cantante delas aguas”, un texto de lujo, con encuadernación en tela y publicado por Ediciones UC. Un elogiado volumen antológico de los primeros libros de este artista (1911-1916), correspondientes a su etapa de formación. “La verdad es que leerlo por primera vez de manera más profunda me produjo una conmoción. Se trata de una obra tan luminosa. El poder de las imágenes en Huidobro, el lenguaje y la sencillez me tocaron. Es muy sencilla su obra, pero al mismo tiempo es mucho más metafísica que la de otros poetas de su tiempo. Su poesía me sacudió”, añade la también ganadora del Premio Revista de Libros de El Mercurio 2007 por “Historia de un sueño fragmentado. Biografía de Mario Carreño”. Rozas comenta que para ese primer trabajo incluyó ensayos, tre otros autores, de ella y de Vicente García-Huidobro Santa Cruz, nieto del poeta. También incorporó un pequeño anexo biográfico, porque —según sus palabras— “es muy importante conocer la vida para interiorizarse de su obra.
Quedé tan deslumbrada que después me integré al directorio de la Fundación Huidobro y tomé conciencia del poder novelesco de su historia”, dice esta autora, que nuevamente decidió involucrarse con esta figura capital de la poesía chilena del siglo XX.
Bajo el sello Alfaguara acaba de publicar “Pequeño dios”, una apasionante biografía novelada del autor de “Mio Cid Campeador”. Estructurada en torno alos grandes amores del poeta, en esta narración Marilú Ortiz Rozas asume la voz de las musas de Huidobro y en boca de ellas va revelando sus pasiones, dolores, los viajes a Francia, sus incursiones en la política, la Segunda Guerra Mundial y el devenir de su creación literaria. Desde el inicio, y alo largo de todo el libro, también tiene un papel protagónico misiá María Luisa Fernández, madre de Vicente.
Es ella quien lo apoya económicamente y lo sostiene, aun en medio de las más escandalosas polémicas en que se vio vinculado su hijo El primer capítulo de “Pequeño dios” está dedicado a Manuela Portales, “la muda”, con la que tuvo cuatro hijos y a quien Vicente dedicó “Ecos del alma”, entre otros libros. Hay recuerdos de su estadía en París, en la rue Victor Massé, donde se rodearon de artistas e intelectuales.
“Guillaume Apollinaire, el otro inventor de caligramas, venía a comer los sábados; también nos visitaban Max Jacob, Blaise Cendrars, Marilú Ortiz de Rozas firma la biografía novelada "Pequeño dios”, en la que repasa la brillante obra vanguardista del poeta chileno y su vínculo con tres mujeres: Manuela Portales, Ximena Amunátegui y Raquel Señoret. "Quería darle un tono más ameno o distinto al libro y de pronto me puse en la piel de esas mujeres”, expresa la autora. D las e Huidobro, el lenguaje y la sencillez me tocaron. Es muy sencilla su obra, pero al mismo tiempo es mucho más metafísica que la de otros poetas de su tiempo. Su poesía me sacudió”. A isiá, fue un ser gravitante. Le permitió ser poeta. Le permitió ser y hacer todo lo que quiso”. Unátegui er joven, llena de inteligencia. Huidobro era un narcisista, y eso hay que decirlo con todas sus letras”. PEQUEÑO DIOS Marilú Ortiz de Rozas Alfaguara, 2023,260 páginas $17.000 Tres fuentes de “Pequeño dios” eel gran idobro. El poeta era tan ególatra que cuando lo dejó, casi se murió. Nunca más se recuperó. Mi papá quemó casi todas las cartas que le envió Vicente a la mamá, todas muy agresivas y violentas.
Huidobro era bastante manipulador y tendía a engrandecer las cosas”. XIMENA IOMMI AMUNÁTEGUI PROFESORA DE LA UNIVERSIDAD FEDERICO SANTA MARÍA E HIJA DE XIMENA AMUNÁTEGUI Y GODOFREDO un exhaustivo de las mujeres de Huidobro y al final aparece mi mamá, quien acompañó a Huidobro hasta su muerte. Mi madre no fue una mujer común y corriente. Estando en un internado en Francia y siendo muy chica, perdió a su madre. También escribió poesía y publicó un par de libros. Su primer esposo fue oficial de la contrainteligencia inglesa, quien, además, era escritor”. PAULA BURCHARD SEÑORET ARTISTA VISUAL E HIJA DE RAQUEL SEÑORET. On datos a y de mi mamá, Adriana Amunátegui. Huidobro tuvo muchos celos de Godofredo le decía “el callampón, entre otros términos despectivos. Godo admiró mucho a mi tía.
Llenó su tumba de orquídeas y de flores increíbles”. ALFREDO ECHAZARRETA ARTISTA VISUAL Y SOBRINO DE XIMENA AMUNÁTEGUL. louis Marcoussis, y nosotros frecuentábamos a Picasso, a Jean Cocteau, a Erik Satie y a muchas otras celebridades”. Manuela Portales habla de su esposo como “un pequeño dios.
En el campo de las letras y en el espíritu”, pero en medio de este esplendor parisino, motivado por incursionar en la política, Vicente decide abandonar repentinamente Europa y volver a Chile, donde “nosotros, su mujer y sus hijos estábamos de más. Y ya existía la adolescente, mi verduga, mi vengadora y mi liberadora, porque se llevó mi alegría, pero también mi pena. Mi condena”. Ahí irrumpe una joven Ximena Amunátegui, con quien se arranca. Escapa con ella hacia Mendoza, a Buenos Aires y finalmente ambos llegan a Francia. Una “aventura loca” que fue un verdadero escándalo para la sociedad de la época.
Con ella se unió bajo las leyes del Corán y “celebramos un rito mahometano ese especial 1929, para espanto de nuestra parentela en Chile”, se lee en “Pequeño dios”. Su musa rememora que en ese entonces Vicente estaba en pleno viaje interior, en un viaje en paracaídas.
“Esa síes su obra cumbre, y tuvo que alejarse de Chile, de la política, y de todas esas pasiones más bajas para concebir “Altazor'. El poeta no solo me quería y deseaba, creo que me necesitaba, en realidad”. Tuvieron un hijo, Vladimir Huidobro, quien fue testigo del amor entre ambos, pero también de las torturas hacia su madre y “se enronchaba entero cuando, de un día para otro, a Vicente le dio por decirme que yo no sabía nada”. Una conversión La vida de Ximena tuvo un giroen1942, cuando abrió la puerta en bata para recibir al poeta argentino Godofredo lommi Marini. El flechazo fue fulminante y se terminaron casando en 1945.
El romance previo no fue para nada un cuento de rosas, porque “cuando empezó a presentir que algo había entre Godo y yo, Vicente se volvió paranoico, ácido, hiriente y maltratador”. Amunátegui decide enfrentarlo con la verdad, pero la “bañó” de garabatos, y la “llevó de un ala a Santiago y, con Vladi, nos encerróbajo llave en el Portal Fernández Concha”. Tal como escribe Marilú Ortiz de Rozas, Ximena muy contrariada encontró refugio en la oración y “manos anónimas aportaron la ayuda necesaria para arrancar”. El tercer capítulo está dedicado a Raquel Señoret, a quien conoció después de la Segunda Guerra Mundial, mientras ella trabajaba en la embajada de Chile en Londres. El poeta era ya un cincuentón, pero no perdía su atractivo y su carácter de leyenda. Señoret se deja seducir con este autor que le cuenta alucinantes historias; entre otras, cómo se había robado el teléfono de Hitler para el museo que quería crear un día con sus recuerdos de guerra. Ella tenía 22 años y lo acompañó hasta su muerte. Raquel confiesa que conocía algunos versos de Huidobro, pero junto a él “pude ver la totalidad de su obra y descubrí la Poesía, con mayúscula, que fue mi gran consuelo cuando partió.
Fue la herencia que recibí de él, y quedó para siempre latiendo en mi sangre, en mi puño, en honor a su recuerdo”. Una pureza que atrapa Marilú Ortiz de Rozas complementa que “Pequeño dios” alude al “Arte poética” de Huidobro, donde declara “Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas! / Hacedla florecer en el poema”. A su juicio, es sorprendente cómo él “ocupa el lenguaje de una forma creativa innovadora que hace zambullir al lector. No hay que leer su poesía con diccionario. Hay más bien una pureza que te atrapa”, cierra. Qué optó por voces femeninas?“Quería darle un tono más ameno o distinto al libro y de repente me puse en la piel de esas mujeres. Huidobro, eso sí, no es un hombre que escribió mucho sobre sus musas. Solo sobre la primera, Manuela Portales, y en esos primeros libros de los cuales renegó, ya que no le gustaba la poesía romántica. El consideraba asu poesía romántica inferior alo que hizo después, que es una poesía metafísica, más intelectual y cósmica. Siendo bien realista y sabiendo que hoy la gente lee poco y aun menos poesía, también quise tener una manera más astuta y atractiva para divulgar la obra de Huidobro.
Por eso acudí a la novela y a sus amadas para dar cuenta de este personaje de leyenda, y al final hablo de este poeta, de su vida a través de los otros y también de su obra, que para mí es tremendamente importante. Por eso transcribo parte de su poesía y me refiero a sus libros, por qué los escribió, en qué contexto y hacia dónde iban.
En el proceso deinvestigación me ayudó mucho su nieto Vicente García Huidobro Santa Cruz, quien me entregó muchas anécdotas sabrosas; lo mismo su hijo Vladimir Huidobro Amunátegui (hoy fallecido), y una serie de personas que pongo en los agradecimientos finales. En una de esas casualidades increíbles, en mis cursos de literatura que doy en Vitamayor se matriculó María Teresa Méndez, nuera del poeta. Ella fue un tremendo aporte. Me regaló muchos libros. Me presentó a Vladimir y al connotado hispanista italiano Gabriele Morelli, con quien fuimos a visitar el convento donde estuvo encerrada Teresa Wilms Montt.
Se fue creando un vínculo muy bonito”. FORAMEN FUNDACIÓN VICENTE HUIDOBRO —-Con respecto a Teresa Wilms Montt, usted señala que no fue un romance, sino que más bien el poeta trató de ayudarla a escapar... “A mí Vladimir me dijo que estaba seguro de que su padre se había enamorado de Teresa Wilms Montt, que era preciosa, una mujer maravillosamente bella, pero me da la impresión de que ella no se enamoró de él, además de que en esa época Vicente estaba casado con Manuela Portales, en los comienzos de su matrimonio y no tengo ningún antecedente que confirmara el romance entre los dos. En este libro, si bien es una ficción, no quise explotar el lado donjuanesco del poeta, a pesar de que las apariencias pudieran reflejar lo contrario. De hecho, cuando escribe Huidobro sobre Teresa, y escribe muy tardíamente de ella, la describe como un ser de mucha generosidad. Más que amor, hubo una admiración entre ambos”. —¿ Ximena Amunátegui fue su gran amor? “Así lo creo. Me lo confirmó Paula Burchard, hija de Raquel Señoret. Encontré muchas cartas donde se vela reacción de rabia cuando lo dejó por Godofredo Tommi. Eso no es inventado”. —En su libro plantea que Vicente, dolido por este romance, alejó a Ximena Amunátegui de su hijo Vladimir... “Así fue.
Durísimo, pero en esa época algunos hombres hacían lo que querían. ¡Terrible! Eso sí, quisiera enfatizar que no busqué enjuiciar a Huidobro, sino más bien tomar conciencia de cómo era la época y el tremendo patriarcado que existía y del cual provenimos. Las mujeres no tenían derecho alguno”. —Es impresionante la transformación de Ximena Amunátegui y Godofredo Iommi, quienes se acercan a la fe, se casan por la iglesia católica y tuvieron cinco hijos... “Un cambio increíble. Efectivamente ella está con Vicente, en una historia que escandalizó a toda la sociedad chilena, pero esta relación se deterioró rápido. Ximena Amunátegui era una mujer joven, llena de inteligencia. Huidobro era un narcisista, y eso hay que decirlo con todas sus letras. No la cotizó y de repente ella se encuentra con este otro poeta Godofredo que la ve completa y que la acompaña hasta el último día de su vida. Lommi fue uno de los fundadores de Arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso, del proyecto Amereida, y Ximena fue un personaje alucinante que participó de todos esos procesos. Se admiraban y se quisieron hasta la muerte. Godo era como lo opuesto de Huidobro, que estaba tan ensimismado. Godofredo era un poeta que trabajaba en comunidad, por la disolución de losegos y por una poesía colectiva. También era ateo, pero sufrió tanto durante este período en que no podía vera Ximena y por la rabia de Huidobro. Fue tanto que se convirtió al catolicismo. El le pide a ella que se casen por la iglesia católica, Ximena accede y en ese momento la familia la perdona. El vuelco de ambos es muy lindo”. —Hablamos de amores románticos, ¿pero quién fue la mujer de su vida? “Su madre, misiá María Luisa Fernández. Fue un ser gravitante. Le permitió ser poeta. Le permitió ser y hacer todo lo que quiso. Vicente escribió un poema conmovedor a la muerte de su madre. La correspondencia entre ambos es muy emotiva.
También hay una anécdota divertida porque se creía que Vicente Huidobro había desdeñado los títulos nobiliarios de su familia, pero hay cartas que prueban que él y su madre intentaron recuperar el Marquesado de Casa Real”. —-¿ Ser narcisista es un rasgo distintivo del poeta? “Sin lugar a dudas. Pero afortunadamente lo fue, porque no habría resistido tanta adversidad. Porque en vida casi no tuvo reconocimientos. Sino hubiera creído en su talento, perfectamente se habría suicidado o cambiado de oficio. Si no hubiese tenido esa personalidad tan arrolladora, creo que Vicente habría dejado de escribir mucho antes, con efectos terribles para los lectores. Tuvo muy poco reconocimiento en vida, en gran parte por culpa de su carácter difícil. Se creía superior y lo decía. Y a los franceses también les manifestó superioridad. Lo digo en el libro, que Huidobro se creía un poeta francés. Soñaba con que lo enterraran en el panteón delos poetas franceses, pero quedó en la polvorienta Cartagena. Y era un poeta francés, en el sentido de que era un autor de las vanguardias, muy adelantado para Chile. A estas mujeres de mi libro les debemos el haber aguantado a un personaje que, aunque las hiciera sufrir, aunque no las mirara, igual las necesitaba. Las necesitaba ahí como musas para crear una obra deslumbrante”.