El dolor
El dolor Es un misterio. Tal vez no para biología o la medicina (o las neurociencias), pero sí para el alma humana y su existencia.
Para sus emociones y el sentido d e v i d a ; p a r a e l amor entre los seres queridos... ¿Por qué existe el dolor? ¿ Para qué sirve? Muchos escritores y filósofos se han planteado el dilema. Dostoievski, por ejemplo.
En su caso, la cuestión aparece de forma aún más dura: ¿ por qué sufren los niños, los inocentes? Las conversaciones entre Iván y Aliosha Karamazov a este respecto son inolvidables... y estremecedoras. "El sufrimiento inútil", como sistematizará después el filósofo italiano Luigi Pareyson: el problema del dolor que no redime, que no paga o retribuye por culpa alguna, que no hace crecer.
Para un adulto el dolor puede ser "útil" en dichos sentidos o dimensiones. ¿Pero para un niño pequeño, para un inocente? La cruz de Cristo parece ser la única respuesta, aunque no despeje totalmente el misterio (en esta vida): la pureza absoluta, la inocencia infinita que sufre lo indecible.
Joseph Ratzinger, tal vez el teólogo más grande de los últimos siglos, escribió en un libro cuyo título no r e c u e r d o l a s i guiente frase, que me marcó profundamente: "Dios escogió el dolor para redimir al ser humano. ¿Por qué? Es un misterio". Para los griegos, mysterion era una suerte de arcano inexplicable de suyo y por siempre. Para los cristianos, solo es una oscuridad temporal. Todo lo sabremos en la vida eterna (si la alcanzamos), donde "toda lágrima se enjugará" (Ap. 21,4). D Í A A D Í A El dolor B. B. COOPER.