Disputa por el mensaje presidencial
1 Presidente de la República afirmó, en el reciente consejo de gabinete, que la cuenta pública del 1 de junio frente al Congreso Pleno constituye “quizás” la última oportunidad en que el Gobierno, junto con informar de sus logros, pueda fijar nuevas metas para su administración.
Dirigentes del oficialismo y fuentes de La Moneda han anticipado que el Presidente destacará hitos como la reducción de la jornada laboral a 40 horas, el royalty a la minería y la estrategia del litio, la modernización ferroviaria, la agenda de seguridad ciudadana, la ley de conciliación laboral, el reajuste del salario mínimo y la reactiva ción de la economía, pero que hará anuncios acotados y más bien solicitará al Parlamento aprobar la reforma previsional y el pacto fiscal.
La percepción de que el Gobierno se enfrenta a la última ocasión para fijar objetivos de gestión ha incrementado las expectativas dentro de su base en torno al mensaje y, una vez más, ha deslindado las distintas apreciaciones entre el socialismo democrático y el núcleo inicial de la candidatura de Boric (el Frente Amplio y el PC), cuyos representantes reclaman no ab- “La adecuada gestión de lo público es una vía central para mejorar la vida de los ciudadanos”. Dicar del carácter original, “refundacional” o “transformador”, del programa.
Transcurrida más de la mitad del período, es evidente que los cambios enunciados en el orden político, económico e institucional no se materializarán; un espeso conjunto de razones explica esa conclusión, y algunas de esas circunstancias incluso se han profundizado —como la condición de minoría de laizquierda en el Congreso—; por tanto, parece razonable que el Gobierno se ajuste a dicho marco en lo que le resta de mandato y no insista en propósitos legislativos no viables.
En este contexto, el economista y exsubsecretario de Hacienda en el segundo gobierno de Michelle Bachelet, Alejandro Micco, ha planteado en una reciente columna que muchas veces la historia evoca más el legado de “grandes ideas” de un gobierno y “no lo que realmente se hizo por el bienestar de los ciudadanos”, una vi: que, porlo general, “deja de lado la preocupación por el buen funcionamiento del Estado”; el académico advirtió que las primeras administraciones democráticas fueron las que más arreglaron las vidas de las personas y, sin embargo, en materia de políticas públicas se presentaron con un número acotado de reformas estructurales; una explicación de su éxito es haber ejercido “una dirección clara y efectiva del aparato del Estado”. Ciertamente, las limitaciones que encara el Gobierno, partiendo por la erosión de su capital político, requieren balancearse con el manejo eficiente de las herramientas administrativas y de los recursos del Estado; la adecuada gestión de lo público es una vía central para mejorarla vida de los ciudadanos.
Reorientar el curso en esa dirección no es sencillo, a lo que se suma queel Ejecutivo llega a este mensaje con un problema de credibilidad —motivado por errores de diagnóstico, improvisaciones, ligerezas y sucesivos cambios de opinión—, además de las consabidas dificultades de gestión en áreas críticas. Sin embargo, como señala el exsubsecretario Micco, el desafío del Ejecutivo esredirigir el aparato estatal en la dirección de sus fines; es decir, arar con los bueyes que se tiene.