EDITORIAL: Una pelea grande y hermosa
EDITORIAL: Una pelea grande y hermosa rometía ser una dupla imbatible: el hombre más poderoso del mundo, el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el más rico, Elon Musk. El magnate de origen sudafricano aterrizó en Washing1on como asesor estrella del mandatario, y hasta tenía una habitación privada en la Casa Blanca. Pero no alcanzaron a pasar cinco meses desde el cambio de mando y la sociedad política saltó por los aires. Lo hizo, además, muy al estilo de ambos, grandilocuente y muy personal.
El quiebrese hizo manifiesto la semana pasada cuando Musk atacó la emblemática ley de recorte de gasto fiscal que Trump intenta aprobar --la Ley Grande y Hermosa, como él mismo la ha bautizadoy llamó a los congresistas republicanos, a través de sured social, X, a no apoyarla. Pero las grietas, al parecer, vienen desde antes.
Según relata The Washington Post, a partir de entrevistas a 17 personas que han conocido la relación entre ambos, el estilo de Muskal frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), la oficina creada a su medida para remecer la burocracia federal, fue generando anticuerpos en los aliados políticos del mandatario.
El "Empresas de la magnitud de remodelar el Estado, o las instituciones, van mucho más allá del eslogan fácil o la simple promesa de tecnología y voluntad". empresario se distanció paulatinamente de miembros clave del gobierno, incluida la jefa de gabinete, SusieWiles, y terminó incluso alos golpes con el secretario del Tesoro, Scott Bessent, después de una reunión en el Salón Oval. El jueves, el día que todo estalló, Trump aseguró que Musk se oponía ala ley porque esta podía terminar con los beneficios fiscales para dueños de vehículos eléctricos, una medida que perjudicaría, obviamente, a Tesla.
La agresiva respuesta del empresario de origen sudafricano, siempre através de sured social, X, incluyó una acusación que vinculaba a Trump con Jeffrey Epstein--el magnate financiero condenado por delitos de abuso sexual, que luego se suicidó en la cárcel-y también un llamado a formar un partido político para rivalizar con los republicanos. con los republicanos. con los republicanos. con los republicanos. Pese a la virulencia del quiebre, nada con Trump parece ser seguro ni definitivo, como él mismo ha mostrado tantas veces en su carrera empresarial y política.
Pero, incluso si su relación se recompone, resulta evidente que la falta de olfato político de Musk, su estilo avasallador y sus diferencias con la base de apoyo de Trump, impedirán que vuelva a tener un papel tan relevante en el Ejecutivo como el que alguna vez imaginó. Es probable, también, que el vínculo entre ambos no haya respondido tanto una matriz política o ideológica como a una esgrima de egos, los mismos que, finalmente, terminaron enfrentándolos.
Pero, incluso así, 1 abrupto desenlace de la experiencia Musk parece un ejemplo de manual, casi caricaturesco, del riesgo que importa encargar tareas políticamente complejas, o instalar en posiciones de alta responsabilidad política, a personajes providenciales.
Y es, adicionalmente, una demostración de que empresas de tal magnitud como remodelar el Estado, las instituciones, o reducir el gasto irrazonable de un gobierno, requieren un nivel de articulación y paciencia que va mucho más allá del eslogan fácil o la simple promesa de tecnología y voluntad. voluntad. voluntad. voluntad. voluntad..