Mitos y leyendas del puerto
Piratas, apariciones, batallas y tesoros escondidos forman parte del imaginario colectivo local de la comuna de Coquimbo, relatos que por años se han transmitido de boca en boca, generación tras generación, pero que en muchos casos mezclan realidad y ficción. Son historias que condimentan la idiosincrasia coquimbana. EL TESORO DE GUAYACÁN EN 1578, Francis Drake, corsario al servicio de Inglaterra, llegó a la bahía de La Herradura, en la Región de Coquimbo. Ante las inclemencias climáticas recaló su navío Golden Hind en una bahía protegida de los vientos del sur, a la que nombraría como El Refugio. El mito popular sostiene que el mismo Drake enterró ahí un valioso tesoro y que muchos han intentado dar con este hallazgo. En el año 1935 apareció la novela “El tesoro de los piratas de Guayacán: Relación verídica”, del autor Ricardo Latcham Cartwright, que era un ingeniero, arqueólogo, etnólogo y folclorista inalés radicado en Chile. La obra relata una presunta investigación llevada a cabo por Ricardo, relacionada con antiguos vestigios piratas del siglo XVII que fueron encontrados enterrados en las cercanías del puerto de Coquimbo. A medida que se desarrolla la historia, estos vestigios y documentos piratas van entregando una serie de pistas que develarían el lugar donde se ubicaría un tesoro oculto en la bahía de Guayacán. Cabe destacar que el libro contiene una base verídica, los datos recogidos y descripciones geográficas corresponden aproximadamente a la bahía citada.
Esta obra originó la leyenda del tesoro de Guayacán, quizás el último destello de la fiebre de buscadores de tesoros de fines del siglo XIX, inspirados por otra novela histórica, “La Isla del Tesoro” (1883), de Robert Louis Stevenson. ÁNIMA DEL QUISCO Un cadáver hallado por una mujer en las inmediaciones del antiguo lazareto de Coquimbo durante los primeros días de 1913.
Las pesquisas policiales permitieron establecer que el bestial ataque -que dejó como saldo varias heridas en el cuerpo y la cabeza destrozada por múltiples golpes con piedras-, no fue perpetrado para robar, ya que el cuerpo conservaba diversos objetos de valor. Así, la revancha fue la tesis que más se ajustaba a los hechos y la imaginería popular no tardó en hacer lo suyo.
Según ha establecido el historiador regional Pedro Álvarez en el libro “Tradiciones y Episodios de Coquimbo”, el infortunado -un próspero contratista minero, que vino a la zona a pagar una manda a la Virgen de Andacollofue ajusticiado tras una intensa noche de juerga. Hace algunos años, había seducido a una mujer, que había abandonado su casa y esposo por seguirlo al norte. LEO 1/5 153 años | tiempo después, en el fragor de una parranda, el burlado marido habría reconocido el regreso del seductor. Y como la venganza es un plato que se come frío, decidió cobrarle las cuentas pendientes a estocadas. Nunca se pudo establecer la identidad del occiso y, mucho menos, la de su victimario. Los vecinos más piadosos levantaron una pequeña ermita en el lugar del hallazgo. En un apuro, alguien solicitó un favor que fue concedido y se prendieron velas en señal de agradecimiento. Tras el milagro, fue creciendo la devoción.
A falta de nombre para designar al finado, se llamó al monumento como “ánima de Quisco”. LA MUJER DE LA PAMPILLA El mito habla que una hermosa joven habría sido asesinada en un sitio eriazo de La Pampilla, hasta donde la había llevado un hombre con promesas de matrimonio.
El desconocido sujeto tras abusar de ella, decidió matarla dándole un fuerte golpe con una piedra en la cabeza y la enterró en el lugar. con los años en las cercanías de La Pampilla, se comenzó a construir una gran y moderna pesquera que le daría vida y movimiento al sector.
Sus trabajadores comenzaron a transitar por esos solitarios caminos, fue así que uno de ellos fue encontrado muerto con su cabeza destrozada con una piedra, quienes lo conocían indicaban que la víctima destacaba por ser un seductor y jugar con los sentimientos de las mujeres. Los trabajadores evitaban irse solos y la empresa incluso tuvo que contratar buses de acercamiento al alejado lugar.
Uno de los operarios que se habría demorado en salir no alcanzó a tomar esta movilización por lo que al caer la noche se fue caminando de regreso a su casa, llevaba unos minutos de trayecto cuando observó una hermosa mujer que lo llamaba e intentaba seducirlo.
Al mirar bien la mujer le provocó escalofrío y le llamó la atención que resaltara en medio de la oscuridad del lugar, ante esto sin pensarlo echó a correr y no se detuvo hasta que lle9ó a su hogar y relató lo vivido. con el correr del tiempo, otro operario de la pesquera caminaba solitariamente por el lugar, cuando encontró a una hermosa mujer que lo invitó a ir hacia un costado del camino. El sujeto hipnotizado por su belleza la siguió y se sentó en una roca y la fémina se puso a sus espaldas.
La joven comenzó a acariciarlo, en eso estaban cuando de la nada escuchó el grito de un compañero de labores que corría hacía el lugar donde estaba, avisándole que la mujer intentaba golpearlo con una piedra en su cabeza. Tras reaccionar y voltearse a mirar a la joven, ambos vieron que la doncella desapareció y en el lugar solo encontraron unos huesos. Al comenzar a indagar encontraron más osamentas bajo unas piedras. La policía tomó el caso y determinó que los restos encontrados eran de una mujer, pero nadie supo a quién pertenecían.
EL HOMBRE PERRO En el puerto en la década de los 40 comenzó a circular las andanzas de un singular personaje, que asaltaba a los transeúntes que circulaban hacia la Parte Alta a altas horas de la noche, principalmente, después de una jornada de juerga.
Estas personas eran abordadas por el denominado “Hombre Perro”, quien tomó este nombre ya que para realizar sus delitos y asustar a sus víctimas, el sujeto aullaba como can y se vestía con cueros de los quiltros callejeros muertos. Según relatan los porteños deambulaba por casi toda la Parte Alta de Coquimbo y se escondía tras cometer sus echorías en las quebradas del lugar. Los vecinos apuntaban como el autor a un hombre proveniente del sur del país que frecuentaba las caninas y el sector del puerto.
Fue todo un misterio de las policías de esos años saber quién era el autor de la serie de delitos que asolaba el paraje porteño, los vecinos solo escuchaban el aullar del delincuente y os relatos de quienes habían sido abordados.
Como la mayoría venían con sus copas de más en un comienzo era poco creíble, pero cuando aumentaron los casos de personas que relataban que quien los había atacado era un hombre mitad perro, el cuento comenzó a dispersarse por toda la ciudad. EL FUERTE COQUIMBO Y EL ÁRBOL DE LOS DESEOS Emplazado en el cerro Castillo del Carmen, frente a Punta Pelícano, el Fuerte Coquimbo representa una parte importante de la historia local. Si bien los relatos populares relacionan a la instalación como lugar de defensa contra los piratas, la realidad está alejada de aquello. El Fuerte Coquimbo data de 1876 y se construyó con un fin militar, defender y proteger a la bahía de Coquimbo y Guayacán de los barcos peruanos durante la Guerra del Pacífico. Según la información proporcionada por el documentalista, el lugar también recibió el nombre de Fuerte de Cerro Castillo del Carmen. Otra historia relacionada con ese lugar y que muchos porteños les han contado, es la existencia de un árbol de los deseos con características mágicas que se ubicaría en el Fuerte Coquimbo.
“La magia que tiene este árbol es que al crecer rompió una piedra”, explican los entendidos, y además advierten que “está en un precipicio y no pueden llegar ahí porque es peligroso”, indicaba a El Día uno de los administradores del lugar.
EL MÍTICO “CHUPACABRAS” Cada cierto tiempo, los noticieros chilenos e incluso regionales han abarcado en su pauta los ataques del “chupacabras”, un supuesto monstruo que acomete contra los animales (principalmente aves y ganado), matándolos y succionándoles por completo la sangre.
Se contaron casos en Coquimbo (principalmente en el sector de Pan de Azúcar). Y a pesar de que muchos atribuyeron los ataques a perros salvajes, el misterio nunca se pudo dar por aclarado en un 100%. Incluso vecinos del sector dicen haber visto a agentes vestidos de negro que llegaron a investigar el tema del “chupacabras”.