Autor: Juan Carlos de la Llera Exdecano de Ingeniería UC
Educación cívica, un piso mínimo
Uando uno en la vida se extravia, es importante tener la humildad necesaria para volver a los principios que por siglos han hecho que las personas y sociedades funcionen, habiendo aprendido de sus errores y usándolos para iluminar el camino hacia el futuro.
Luego de estar en dos de los países que a veces anhelamos imitar por su desarrollo, me obsesioné por entender qué era lo que los constituía en tales, pero no desde una perspectiva teórica, sino práctica, cotidiana. Después de mucho reflexionar, me doy cuenta que hay un aspecto fundamental del que nos hemos olvidado, que hace toda la diferencia. Se trata de la infinita importancia que tiene para una sociedad la educación cívica.
Si le preguntan a Chat GPT qué es la educación cívica, responderá: "es una rama de la educación que se dedica a formar ciudadanos conscientes, responsables, críticos y participativos”. Habiendo dedicado una vida a formar personas, me doy cuenta de la enorme tarea que representa inculcar como sociedad estas características.
La educación cívica genera expansión de nuestra conciencia, lo que desde una perspectiva social implica desarrollar la empatía por las experiencias y sentimientos de otros, y desde una perspectiva espiritual, el triunfo sobre el ego y el reconocimiento de que existe algo más allá que yo como individuo, que me conduce a una mayor conexión universal con todo a nuestro alrededor. Creo que esta es la esencia de una educación moderna.
La responsabilidad de formar personas civicamente educadas está por sobre cualquier otra misión universitaria que podamos tener al preparar profesionales de excelencia, investigar para mover la frontera del conocimiento o traducir ese conocimiento en nuevo valor para la sociedad. Ninguna de estas hermosas misiones puede prosperar si no hay una resignificación de lo que es realmente fundamental en la formación de nuestros estudiantes. Ala luz de la experiencia internacional, la educación cívica es un piso minimo sobre el que se construye absolutamente todo. Una vez recuperado este fundamento, podremos desplegar las velas y navegar nuestro hermoso mar Pacífico y desarrollar con fuerza a este Chile lindo con el inmenso talento que nos sobra. Algunos dirán que suena bonito o cómo lograrlo. Bueno, ahí está el punto, priorizándolo como el principal desafío en nuestra educación escolar y universitaria moderna: formar ciudadanos.