EDITORIAL: Cementerio Municipal
EDITORIAL: Cementerio Municipal EDITORIAL Cementerio Municipal Ante el inminente colapso del Cementerio Municipal de Chillán se manejan tres alternativas: construir un "Cementerio 2", con crematorio incluido en otra zona de la ciudad; la ampliación hacia el poniente, que es complicada por restricciones del Plan Regulador; y la compra de terrenos contiguos al norte, donde hay 1,68 hectáreas que permitirían dar oxígeno al recinto en el corto plazo, aunque con obras adicionales de alto costo. E l Cementerio Municipal de Chillán se acerca, de manera inevitable, a su límite físico.
A fines de este año, el principal camposanto de la capital regional alcanzará su capacidad máxima, un escenario que ya había sido advertido con antelación en esta misma columna editorial, y que hoy obliga a la Municipalidad a implementar medidas de emergencia para "ganar tiempo". Construcción de nichos en patios traseros, reubicación de sepulturas vencidas y la habilitación de un nuevo espacio para 350 tumbas, son parte de las acciones que podrían extender su vida útil hasta 2026.
No obstante, estas soluciones, aunque necesarias, son apenas un parche frente a la falta de planificación en torno a un servicio básico y sensible, como es la sepultura digna para cualquier persona que muere en esta ciudad, independiente de su nacionalidad, clase social, raza o credo. Es un servicio público que conlleva un imperativo ético, de respeto a un derecho humano anterior a cualquier texto constitucional: el tratamiento digno de los restos mortuorios. Pero el Cementerio Municipal no es solo un lugar de sepultura. Es un espacio de memoria, identidad y encuentro. Inaugurado el 1 de mayo de 1902, su valor histórico y cultural se expresa en rincones cargados de simbolismo. En el Parque de los Artistas descansan figuras universales como Claudio Arrau y Ramón Vinay, cuya sola presencia vincula a Chillán con la cultura mundial. El Memorial del Terremoto de 1939, con la escultura de Helga Yufer, testimonia la tragedia y la resiliencia de una ciudad que debió levantarse de sus ruinas. Y en el Patio 3, la Fosa Común utilizada para sepultar a los ejecutados políticos de la dictadura, es dignificada con un memorial que interpela a nuestra conciencia democrática.
Ante el inminente colapso del Cementerio Municipal se manejan tres alternativas: construir un "Cementerio 2", con crematorio incluido en otra zona de la ciudad; la ampliación hacia el poniente, que es complicada por restricciones del Plan Regulador; y la compra de terrenos contiguos al norte, donde hay 1,68 hectáreas que permitirían dar oxígeno al recinto en el corto plazo, aunque con obras adicionales de gran costo.
El gobierno comunal se inclinaría por la última opción, aunque en una de las últimas sesiones del concejo, pudimos constatar que no tiene financiamiento asegurado, que para muchos ediles es una medida "parche", transitoria, pero también que hay otros que ven una oportunidad de marcar la diferencia, abriendo un debate ciudadano que incorpore no solo a técnicos y concejales, sino también a organizaciones sociales, religiosas y culturales. En palabras simples, Chillán se debate entre administrar la urgencia o proyectar con mirada de futuro.
La opción escogida entrega una solución inmediata, pero deja pendiente el debate de fondo: ¿ seguiremos ampliando un cementerio que se acerca a cumplir un siglo, o nos atreveremos a pensar en un modelo integral que considere crematorios y áreas verdes acordes a las ciudades del siglo XXI? En el Cementerio Municipal descansan figuras centrales de la historia local, pero también anónimos que tejieron la vida cotidiana de esta comuna. Es un sitio democrático, donde pobres y ricos se confunden bajo la misma tierra, recordándonos que la muerte nos iguala.
Su valor simbólico exige respeto y visión de futuro, y por lo mismo, no basta con asegurar metros cuadrados; se requiere pensar cómo este espacio seguirá contribuyendo a la cohesión social y cultural de la ciudad..