Autor: Por MANUEL HERNÁNDEZ GONZÁLEZ.
Las guarderías informales DE INMIGRANTES
Cuidan a niños en departamentos que no cuentan con la seguridad necesaria ni permisos municipales. Son inmigrantes y toman esta opción para trabajar mientras están con sus hijos y atienden a los de sus compatriotas. Según especialistas, esto tiene riesgos, pero se consolida como una alternativa a las largas listas de espera en los jardines públicos y es más barato que las guarderías privadas. La puerta del departamento de Zeromski Rosales está entreabierta para que circule el aire. La sostiene con un bidón de agua. Pese al calor, prefiere dejarla así durante el verano, mientras ella cuida niños en su hogar. Mantiene la ventana cerrada: dice que tiene miedo porque no hay malla de seguridad. Zeromski llegó hace dos años a Chile desde La Guaira, Venezuela. Vive en Independencia, en el tercer piso de un edificio con 22 pisos. La cantidad de niños que atiende es variable, pero generalmente cuida a cuatro niños. Ahora son las 19:30 horas de un viernes y hay dos niños con ella: uno es su hijo, de dos años, y también está una niña de cuatro años, hija de unos vecinos. Zeromki Rosales no es educadora de párvulo. Estudió administración de empresas en Venezuela. En Chile no buscó trabajo en su profesión porque cuando llegó su hijo tenía dos meses. No tenía con quién dejarlo. Tampoco consiguió un cupo en la red pública de jardines infan- “Algunas cuidan hasta 10 niños. No sé cómo hacen, si yo estoy aquí con cuatro y es agotador por el espacio”, dice Zeromski Rosales. Ruth Alvarado está en el programa “Madres Cuidadoras” de Independencia, para instruirse. tiles. Además, era imposible pagar una guardería privada. La idea de cuidar niños surgió en el parque frente a su casa en abril de 2018, cuando una compatriota le planteó a Zeromski que ella cuidara a su hija. Hoy trabaja al menos 12 horas: desde las siete de la mañana hasta las siete u ocho de la noche. Cobra alrededor de 100 mil pesos mensuales por cada uno. El departamento donde vive Zeromski tiene unos 30 m?, con una pieza y un baño. Hay un futón y muchos juguetes en el suelo. Ella no es la única cuidadora en su edificio. Dice que hay, al menos, diez cuidadoras más. Asegura que son todas venezolanas. Lo sabe porque en el grupo de Whats App del edificio ofrecen sus servicios. —He escuchado que algunas cuidan hasta 10 niños. No sé cómo hacen, si yo estoy aquí con cuatro y es agotador por el espacio. A veces estoy tan ocupada que pasa el día y me doy cuenta que ni me he bañado.
La directora social del Servicio Jesuita de Migrantes, Michelle Víquez, explica que el cuidado de niños se está transformando en una opción de trabajo para las extranjeras, pero advierte que esconde otra realidad, que debe enfrentar este colectivo inmigrante: —No hay una supervisión de esos lugares y el Estado tiene que velar porque tengan los más altos estándares. Sin embargo, es algo bien funcional por la necesidad, tanto para quienes están buscando un ingreso, como para quienes no encuentran cupos en la matrícula de los jardines.
También pasa que muchas veces las opciones de jardines infantiles públicos que ofrecen están en otras comunas y estos lugares más informales están más cerca de las casas, entonces es mucho más fácil pasar cerca de tu barrio, dejar al hijo y luego recogerlo, que andar saltando de comuna y gastar en movilización.
LAS CIFRAS Hasta diciembre del año pasado había 287.614 niños, entre recién nacidos y hasta los seis años de edad, en la “Sé que esto no está bien y no es el espacio adecuado (.. ). Pero era eso O no trabajar”, explica la cuidadora Johandrina Riccio. red de jardines públicos que agrupa la Junji, Integra y los jardines Vía Transferencia de Fondos (VTF), que son centros privados pero financiados por la Junji.
En detalle, la Junji y los VTF concentran 196.949 niños de los cuales 6.799 son extranjeros (3,4%). En cuanto a los Integra, la matrícula total es de 90.665 y hay 3.951 inmigrantes (4,3%). La subsecretaria de Educación Parvularia, María José Castro, reconoce que sí existen migrantes fuera de este servicio, pero explica que no pueden precisar cuántos extranjeros serían. Además, confirma que hay comunas con jardines sin cupos disponibles y que es ahí donde surgen estas guarderías informales.
Por eso, dice, quieren aumentar la cobertura de jardines públicos y plantea que los migrantes se movilicen a otras zonas de la ciudad donde aún habría vacantes: —Es verdad que varias comunas están saturadas, pero la invitación es que se trasladen a otra comuna. Los migrantes, la mayoría de ellos, han llegado a Chile buscando mejores expectativas y si queremos eso tenemos que hacer el esfuerzo máximo para que desde que nazcan los niños tengan las mejores alternativas.
La intendenta de Educación Parvularia, María Luisa Orellana, explica que esa institución no puede resguardar el bienestar de los niños en otros centros de cuidado, porque se limitan a garantizar el bienestar de los menores solo en contextos educativos. Por eso, en caso de que les llegue una consulta o denuncia de un niño cuidado en hogares, la derivan al Poder Judicial. Contraloría se ha pronunciado tres veces sobre los cuidados de niños en hogares: dos veces en 2014 y una vez en 2015.
En todos los pronunciamientos, Contraloría explica que esta actividad económica no está prohibida, ya que no atenta contra la moral, el orden público o la seguridad nacional, pero advierte que cuando se quiera realizar en una casa o departamento, solo puede hacerse con autorización de la municipalidad. APOYO ENTRE PARES Ruth Alvarado (44) es peruana y vive hace 15 años en Chile. Desde que llegó al país trabajó como asesora del hogar, pero renunció hace dos años porque no quería seguir viviendo con su hija en la casa de sus empleadores.
Ahora tiene otro hijo de un año y cuando investigó dónde podría dejar a sus hijos ningún lugar le gustó. —Siempre le encontraba algo a los sitios: había uno que más o menos me gustaba, pero vi dónde dormían los niños y estaba medio sucio y no.. .Otro era muy pequeño, en otro sitio había muchos niños. Yo no me iba a sentir cómoda, bien, trabajando, y pensando cómo estará mi hija. Por eso se dedicó a cuidar niños, para estar con sus hijos. La casa donde vive en Independencia —a cuadras del Hospital Clínico de la Universidad de Chile— es larga pero estrecha y con un patio al fondo. La primera habitación es donde los niños pasan el día. Cuida a cinco. El piso de la pieza está completamente alfombrado con goma EVA y en las paredes hay hula hula colgados, también hay caballitos de hule y el abecedario pintado. Al seguir por el pasillo, hay un área llena de cachureos donde Ruth arma y desarma, todos los mediodías, la mesa donde los niños almuerzan. Le sigue su pieza, donde duerme con su hija de cinco años y su guagua de 12 meses. La casa tiene dos pisos, pero dice que los niños no tienen acceso a la segunda planta porque hay un arrendatario. Todos los niños que cuida son hijos de inmigrantes y con edades entre tres y cinco años.
Ruth, que no tiene formación de ningún tipo, dice que se siente preparada para cuidar niños porque es mamá, y por la capacitación que hizo con el programa “Madres Cuidadoras”, un proyecto de la Municipalidad de Independencia. Irleydi Quintero (26) deja a su hija Arantxa todas las mañanas en la casa de Ruth. Dice que se va tranquila. Ella es venezolana, emigró sola con su hija de cinco años y aunque es educadora parvularia trabaja limpiando en un edificio de Santiago Centro de siete de la mañana a cinco de la tarde. Cuando se mudó a Independencia, su vecina le recomendó a Ruth.
Ahora Arantxa va todo el día, pero cuando vuelva al colegio irá solo en la tarde. — ¿ Por qué la trae para acá y no a una guardería o una Junji? —También trabajo los fines de semana, dos sábados y dos domingos al mes, entonces Ruth me la cuida esos días, La guardería cuesta hasta un sueldo mínimo y no atienden en esos horarios. Y en la Junji no puedo meterla porque ya tiene cinco años. PATENTES PARA GUARDERÍAS Aún no hay claridad sobre la regulación de guarderías infantiles en hogares. Aunque Contraloría se ha pronunciado, hay municipalidades que indican no tener las herramientas para fiscalizar estas actividades. En 2013 se ingresó a la Comisión de Familia de la Cámara de Diputados un proyecto para regular el personal y el funcionamiento de las guarderías infantiles, pero aún no ha sido aprobado.
Johandrina Riccio ya no puede cuidar a los siete niños que recibía en el departamento de dos habitaciones que arrienda en San Miguel y que comparte con su esposo, su mamá, dos sobrinos y su hijo de nueve meses. El 13 de febrero la dueña les dijo que debían desalojarlo porque hacían una actividad comercial sin su permiso.
Viene de Venezuela y es licenciada en Educación Inte- “La municipalidad nos decía “nosotros no podemos multarlas, porque no tenemos cómo absorber a esos niños”, dice Vanessa Navas. gral de la Universidad José Gregorio Hernández de Maracaibo, Su hogar está en el piso 12, tiene cerca de 50 m? y tiene ventanas con pasador pero sin malla de seguridad. Desde diciembre lo convirtió en guardería, cuando renunció al after school donde trabajaba, para atender a su guagua. Comenzó con dos niños, que cuidaba en su antiguo trabajo y, según ella, las mamás quisieron que los siguiera cuidando. Afirma que en el edificio donde vive no se habían quejado por su trabajo, pero ya había buscado una casa para cambiarse en marzo, constituir una microempresa y trabajar con patente comercial de guardería. Sin embargo, prefirió no aclarar si seguirá cuidando niños en el departamento hasta que se mude. —Sé que esto no está bien y no es el espacio adecuado. Por eso yo estaba buscando una casa, pero era eso o no trabajar y yo necesitaba también tener ingresos.
La trabajadora social y directora de desarrollo comunitario de la Municipalidad de San Miguel, Edith Soto, dice que no han recibido denuncias de mujeres cuidando niños en sus hogares, pero que tienen un plan de acción cuando les notifican sobre este tipo de guarderías informales.
También hicieron un reglamento que deben seguir todas las guarderías, que son fiscalizadas para verificar que haya personal capacitado y un ambiente seguro para los niños. —Lo primero que se hace si recibimos una denuncia de una posible guardería informal es una visita.
Si pueden cumplir con los requisitos se les invita a formalizar su situación, con una patente comercial de guardería o una patente de microempresa familiar, pero si no hay ninguna posibilidad de que sea guardería, se clausura.
Edith Soto aclara que una mujer no puede cuidar a más de tres niños, y precisa que si reciben una denuncia de abuso o maltrato se deriva a la Oficina Protectora de los Derechos del Niño (OPD), que según la funcionaria tampoco ha recibido casos. En otras comunas como Estación Central, Santiago y Quilicura (donde hay una gran densidad poblacional de migrantes) no hay planes de acción o regulaciones sobre cuidados de niños en el hogar. Angélica González (30) vive en Estación Central, a dos cuadras del metro Pajaritos, y está comenzando a cuidar niños. Publicó un aviso en redes sociales y ya la contactó una familia. Ella vive en un departamento de tres habitaciones, que ahora comparte con su primo, su esposo y sus dos hijos de cinco y dos años. Es venezolana y egresó como psicóloga de la Universidad Rafael Urdaneta de Maracaibo. Allá se dedicó a la psicología infantil. Cuando llegó a Santiago, trabajó como auxiliar de párvulos medio tiempo, luego en lavanderías industriales y como supervisora de limpieza para una aerolínea.
Todo eso cambió cuando su suegra volvió a Venezuela y Angélica tuvo que renunciar para cuidar a sus hijos. —Coticé cuánto me cobraban por cuidar a los niños y era entre 110 mil y 130 mil pesos. Ahí dije que no.
Yo también puedo cuidar niños, tengo la experiencia con ellos y así estoy con mis hijos. — Dice que tiene experiencia, pero ¿ no se le hace difícil? —No, para nada, porque si puedo cuidar a los míos, que son súper traviesos... Aparte en cuanto a establecer normas y límites, es más fácil con otros que con mis hijos. Por ejemplo, en el after school todos los niños me respetaban, pero le hablaba a mi hijo y no es lo mismo. La psicóloga dice que la han llamado seis personas consultando por su trabajo. Quiere tener cuatro o cinco niños. Pretende cobrarles $90 mil por una jornada completa y $50 mil media jornada.
Su plan es quitar los tres sillones que tiene en la sala, colocar un futón para que los niños puedan dormir ahí en las tardes y habilitar el cuarto de sus hijos para que ahí también puedan jugar los niños que cuide. Como la terraza del departamento tiene malla de seguridad, dice que no le preocupa estar en un noveno piso, pero afirma que si su negocio crece querría formalizarlo. LA NECESIDAD DEL CUIDADO Vanessa Navas (34) y Erika Álvarez (36) son venezolanas. Son educadoras de párvulos, egresadas de la Universidad Simón Rodríguez de Barquisimeto y la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, respectivamente. Ambas viven en Independencia, en el mismo edificio de Zeromski Rosales, y cuidaron niños en sus departamentos.
Ahora crearon una guardería en la comuna, que abrió hace un par de semanas y ya tiene patente para funcionar, pero antes se habían inscrito en “Madres Cuidadoras”, el programa que la Municipalidad de Independencia creó para capacitar a mujeres que utilizaran sus viviendas para cuidar niños. Según el director de migraciones de Independencia, Carlos Muñoz, hay cerca de mil doscientos niños en lista de espera para ingresar a un jardín infantil en la comuna.
La cantidad de solicitudes no detallan las nacionalidades de los niños, pero el funcionario asegura que los hijos de migrantes serían “una cantidad importante”. Por eso, y como comprobaron que desde hace tres años había más mujeres cuidando niños ajenos en sus hogares, crearon ese programa. Ahora hay 18 mujeres inscritas, mayoritariamente venezolanas y peruanas, pero aclara que también hay chilenas. Vanessa Navas dice que ellas tenían el respaldo de la municipalidad y en el edificio nunca les impidieron cuidar niños. Incluso, afirma que en todos los pisos del edificio hay cuidadoras: —Todas están full, porque hay una necesidad. La municipalidad nos decía no podemos ponernos a multarlas a ustedes porque no tenemos cómo absorber a esos niños. No tenemos salas cuna, no tenemos a dónde mandarlos"... La cantidad de migrantes que hemos llegado somos muchos y las guarderías son carísimas, como 300 mil pesos. Nosotros no podemos pagar eso, los salarios son muy bajos. Afuera del edificio hay avisos con una mujer y un par de niños tomándole las manos. Dicen que una profesora de Educación Preescolar (parvularia) se ofrece a cuidarlos en su hogar. El horario es de lunes a viernes, de ocho de la mañana a seis de la tarde, y los sábados media jornada. Está la dirección y un número telefónico de contacto.