La artesanía, la otra pasión de la abogado y notario Elena Leyton
Elena Leyton no para. Ni para fu Marse un cigarro. Recién cuando termina, bien por la tarde, se toma un respiro. Un relajo en el Pueblito Peen Coquimbo, donde se dedica al telar, a la artesanía, oficio que partió semanas después del 18 de octubre del año pasado. A. ese pueblito llega todos los días después de cerrar su notaría de calle Gregorio Cordovez, casi esquina Matta, en La Serena. Tiene 65 años, «pero mentalmente todavía de 17», responde entre risas, sentada en su escritorio con una ruma de carpetas y archivadores. Es capitalina, estudió la media en el Liceo 1 de Niñas (Javiera Carrera) y Derecho en la Universidad Católica en Santiago. A la región llegó en abril de 1988, «pero antes estuve en el norte, en Calama, donde trabajé dos años y medio como notaria pública. Pero acá llevo 32 años», desliza. Para ella ser abogada surgió en el camino. La primera opción era periodismo, «pero la carrera no se abrió y por eso soy abogada. Pero la función que me toca, y desempeño hoy, es ser notario, y trato de hacerlo bien. En esto doy lo mejor de mi vida. ¡Y no me arrepiento de no haber sido periodista! Me hubiese encantado. Mi abuelo (Carlos Leyton) lo era y siempre lo admiré... ». ua SOY NOTARIO ¡ NOTARIO! Fue el 30 de octubre del año pasado cuando su notaría fue desvalijada. Se llevaron casi todo: muebles y computadores.
Nada dejaron después de la manifestación de ese martes por la tarde. «Toda mi vida le he dado a este - Comenzó en el telar semanas después del inicio del estallido social del 18 de octubre. - Su inspiración está en el Pueblito Peñuelas, en Coquimbo, hasta donde llega todos los días «para despejarme, para poder hacer lo mío, el otro yo», nos cuenta. Oficio, pues soy notario ¡ notario! 24/7 y me encontré un día con mi oficina destruida. Pero tenía que salir a enfrentar al público y me quedé toda una noche ordenando: sacar equipos, implementar de nuevo la oficina como si no hubiese pasado nada. Todo fue bastante fuerte, pero ya estamos, salimos al otro día bien, ¡tú me viste! Entonces esto del telar, la artesanía, es para despejarme», cuenta.
Es madre y abuela, reconoce que siempre le han gustado las manualidades, «pero a raíz de todo este proceso diferente que existe ahora, donde todos estamos un poco nerviosos, una forma de relajarme es poder hacer lo mío, el otro yo». En ese lugar, el mejor del mundo para encontrar ese espacio de distención, trabaja con una socia, la madrina de su único nieto. A ella le gusta ese momento en el que se sienta a producir. Sí, en ese lugar surge la creatividad. «La verdad es que ha resultado bastante bien. Yo termino acá -en la notaríay me voy al pueblito, al que le dedico algunas horas. Mientras que el sábado y domingo todo el día. Allá no soy notario, sino que Elena Leyton, la artesana, pero siempre mantengo la rigurosidad por mi trabajo, por mi formación. Llevo trabajando un año en esto, pero antes siempre he tejido. En realidad soy muy inquieta», avisa. Y esa inquietud seguramente la llevará a otras tierras, porque la opción de vivir en La Araucanía está ahí, latente. Una alternativa que viene estudiando hace mucho rato. «Yo le debo a la vida y tengo un vínculo muy fuerte con La Araucanía. Se dio la posibilidad de que me pudiese ir, y estoy postulando, estoy en un concurso, y en ese concurso, graCias a Dios, saqué el mejor puntaje, pero todavía me quedan etapas por sortear», expresa. Su viaje no es cuestión de irse porque sí, sino porque «tengo raíces, familia y especialmente por la persona que me ayudó mucho en la educación. No he vivido allá, pero si he estado grandes temporadas de vacaciones. ¿ Si me iré sola? No, con mis perros. Soy animalista y me encantan los animales. Tengo 40 perros y en un principio, cuando me vaya en la camioneta, voy a viajar con cuatro de ellos. Todos son regalones y todos con nombres, pero mientras tanto se van conmigo los que tengo en mi pieza». | LAS ELECCIONES Su trabajo para ella lo es todo.
Y en ese todo, existe un tema sumamente importante y del que muchos desconocen, que es el rol del notario en las elecciones. «Esto es algo que la gente desconoce, pero todos los notarios en general estamos encargados de los locales de votación, o como delegados, o como es el caso de Jaime Morandé y el mío, que participamos en la junta electoral.
La gente no lo sabe, pero nosotros partimos desde la elección de vocales hasta denunciar a los que no fueron, también con las excusas y preparar a los delegados que estén en cada uno de los colegios.
Del año 1988 que estoy en eso, en principio como delegada, y hoy como presidenta de la junta electoral». En realidad su función es bastante seria y compleja, «porque tenemos que dejar que los establecimientos queden funcionando de manera óptima, que no existan probleMas, y que todos los colegios estén formados para que los vocales puedan cumplir. ¿Viste? Y eso nadie lo sabe, y es fundamental para el proceso electoral, puesto que a nosotros nos mandan las cartillas, pero tenemos que trabajar en eso». Quizás el próximo año ya no esté en La Serena para enfrentar las elecciones. Seguramente estará cumpliendo labores en el sur, donde tampoco estarán sus hijos, «de los que estoy muy orgullosa.
Me voy sola, pues mi hijo y el nieto se quedan en esta zona, y mi otra hija, que está en Santiago, seguramente me seguirá». Claro que para partir al sur «primero tengo que ver si quedo en la terna y posteriormente ver si me nombran, pero espero estar allá, donde me radicaré definitivamente, puesto que es el sueño de toda la vida. Me voy donde un titular que ya dejó la notaría, ya que éstas no se heredan... ». NO SÓLO UNA FIRMA Su trabajo, pese a los cuestionamientos de algunas personas, es de primera necesidad. Por eso, en confinamiento no cerraron sus puertas. «Somos un servicio público de primera necesidad y prestamos servicios profesionales. Pero somos muy mal mirados por la gente, cuando no saben que yo no me encierro en la pecera, sino que estoy trabajando y no senTada firmando. Mira -muestra la cantidad interminable de papeles en el escritorio, en las sillaseste es mi trabajo, mi letra. El repertorio lo llevo y estoy pendiente y atenta también de lo que pasa afuera. Toda la gente dice que trabajamos encerrados y que solamente firmamos, y eso no es así, porque detrás de nuestro trabajo existe una gran responsabilidad.
Somos solidariamente responsables de todo y cada uno de los impuestos que pasan por nosotros, y por eso es que no tenemos derecho a equivocarnos, dado que la fe pública está puesta en nosotros». Dice estar divorciada hace mil años, y hoy sin pareja.
Toda su vida le ha dedicado tiempo completo a su trabajo, donde seguramente se ha encontrado con una infinidad de obstáculos, «pero siempre les agradezco a mis colegas abogados y notarios; a mis superiores jerárquicos y a la comunidad en general». Para Elena Leyton no hay descanso. Y lo sabe. Es la hora de almuerzo y no para. «Mira, nos llegó la comida y no sé a qué hora podamos comer. Ella -una de sus colaboradorascuando quiera, yo cuando termine. Es que siempre he sido bien trabajólica, mi vida es la pega y me ha dejado todas las arrugas que tengo, o sea ninguna (ríe). Pero soy feliz, me divierto en esto».