El sangriento combate de Huara en la Guerra Civil del 91
En la Campaña del Norte de la Guerra Civil de 1891, el 17 de febrero se enfrentaron las tropas Balmacedistas al AE SNA AER BEA AAA SO Me E Mer AE EE E La Batalla de Huara, precedida de la de Dolores, es uno de los acontecimientos bélicos más importantes en la Guerra Civil de 891, provocada por el conflicto entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, pero sin embargo es de los menos conocido en la historia del conflicto de hace 29 años.
Después de apoderarse de Pisagua, las fuerzas Congresistas al mando del Coronel Estanislao del Canto Arteaga, se concentraron en la zona del Alto Hospicio de ese puerto siendo éstas: los batallones Constitución N?, Navales 2 de Valparaíso y Navales N? 3 de Pisagua, más una batería de desembarco de la Escuadra al mando del Teniente ” de la Armada Juan Williams, acompañada de una columna de marineros, una batería organizada después de la toma de Pisagua y el escuadrón de caballería Libertad N? 1.
El Coronel Eulogio Robles, que se constituyó como Comandante en Jefe de las fuerzas en Tarapacá del Gobierno de José Manuel Balmaceda, a pesar de su experiencia militar, cometió un grave error estratégico al dividir sus fuerzas con el propósito de cubrir toda la provincia.
Por ello al recibir informes que tropas enemigas avanzaban a su encuentro desde Pisagua, dispuso que el resto de 42 de Línea, dos compañías del batallón Quillota y lo disponible del 102 de Línea, avanzaran hacia El Molle, acampando en Santa Catalina el 14 de febrero. El 15 de febrero de 1891 salieron a primeras horas en tren desde Alto Hospicio hacia el sur, las fuerzas revolucionarias.
Teniendo Robles información sobre las tropas Congresistas, dispuso que 339 soldados de infantería ocuparan el cerro Dolores, en la localidad de San Francisco de Dolores -el mismo lugar donde se produjo la batalla de Dolores el 9 de noviembre de 1879-. Las tropas Congresistas ocuparon las cimas y la estación de Dolores, aprovechando como trincheras las grietas de las calicheras.
El combate se inició a las cerca de las tres de la tarde y concluyó pasadas las seis de la tarde del día 15, con la completa derrota de las fuerzas gobiernistas que sólo pudieron salvar 108 hombres perdiendo el resto entre muertos, heridos y prisioneros. HUARA Tras su derrota en la Batalla de Dolores, el Coronel Robles le solicitó refuerzos a Manuel Salinas, Intendente de Tarapacá. La autoridad dispuso el envío de tropas de Artillería N*1, Artillería Cívica de Iquique, Policía de Iquique, Granaderos a Caballo y soldado del 3” y 4” de línea.
Al amanecer del día 16 los refuerzos al mando del Coronel José María Soto Pereira, se acercaban a la estación Santa Rosa, pero el Coronel Robles al ver el convoy pensó que eran revolucionarios y despliega su fuerza contra ellos. Los soldados que llegaban a la pampa debieron batir banderas y desplegar pañuelos para evitar una desgracia. Reorganizada la fuerza de Gobierno con un contingente de 900 hombres, decidieron establecer defensivamente la estación de Huara para contener el avance hacia Iquique de los revolucionarios. Soto realiza una exploración por tren para constatar la presencia del enemigo, llegando hasta la oficina del Rosario de Huara donde obtiene informes de la ubicación en salitrera Primitiva.
Ya de noche decidió regresar llevando otra máquina que le precedía, ante esto las avanzadas de Robles pensaron que la segunda máquina era Congresista y procedieron a abrir fuego, lo que provocó que hubiera muertos y heridos en el mismo bando, además de la destrucción y descarrilamiento de las locomotoras. El coronel Soto debió lanzarse del tren para salvar su vida.
BATALLA En la mañana del 17 de febrero, al mismo tiempo que los Balmacedistas marchaban hacia Huara, reforzada con un tren blindado armado de ametralladoras avanzó hacia el sur la fuerza revolucionaria con un contingente de mil 200 soldados. Cerca de las 10 horas las fuerzas de Gobierno proceden a ocupar la estación Huara y los cerros que le circundan. Patrullas montadas alertan la llegada del enemigo en un convoy a la oficina Rosario de Huara, distante 2.500 metros, colocándose en línea de batalla en los terraplenes de las tortas de ripio.
Pasado el mediodía al encontrarse frente a frente los bandos, los Congresistas mandaron un parlamentario con la solicitud del general Gregorio Urrutia, para la rendición a las fuerzas Balmacedistas, El pliego decía: “La situación que esta división se encuentra impone al infrascrito el deber de abrir a el camino de una capitulación que ahorre al país inútiles sacrificios y pérdidas considerables a la tropa que se halla bajo las ordenes de V.S. Propongo a V.S.
En consecuencia que me haga entrega de los individuos que componen su columna, de las armas, las municiones y demás artículos de uso militar, comprometiéndose el infrascrito a otorgar a VS amplias garantías para las personas. Dios guarde a US. Gregorio Urrutia General en Jefe”. La proposición fue rechazada por el Coronel Soto, quien en el mismo papel escribió: “Sr. Ex.
General Urrutia En el centro de mi Línea de batalla y sobre el lomo de mi caballo, cúmpleme decirle a Ud en respuesta a su comunicación, que el coronel Soto ha cumplido siempre y está dispuesto a cumplir con su deber por triste y doloroso que sea.
CORONEL SOTO” Como consecuencia se inició la batalla a las 14.30 horas, con un ataque de la artillería gobiernista y el avance de los revolucionarios que a poco de abrir fuego recibieron unas mulas con armamento y municiones, lo que les dio un nuevo impulso en su estrategia. Se continuó con intercambio de fuegos en ambas líneas por más de dos horas. La escasez de municiones resultaba apremiante para los gobiernistas, que eran menor número que el rival y sufrían penosas bajas con las ráfagas de ametralladora y disparos de cañón desde un tren blindado. La habilidad del Coronel Soto logró revertir la suerte para su bando, al llegar a la estación ferroviaria hizo que se lanzara una locomotora a todo vapor sobre los convoyes de las tropas revolucionarias. Esto junto con generar destrucción y bajas, subió la moral entre los soldado Congresistas. Cinco minutos más tarde otra máquina, de más poder repitió la operación embistiendo los convoyes revolucionarios. Los trenes congresistas comenzaron a moverse en dirección al norte y los soldados al ver la situación dejaron de combatir e iniciaron la huida hacia las máquinas. Se produjo una desordenada fuga que marcó, después de cuatro horas de batalla, el triunfo de las fuerzas Balmacedistas. En la pampa de Huara quedaron 250 muertos, de estos 88 gobiernistas y 162 congresistas, enterrados en una fosa común. Los vencedores se quedaron con cinco ametralladoras, un cañón Krupp, varios fusiles y 40 prisioneros. Los congresistas se replegaron a Pisagua, llevando una cifra no determinada de heridos. 2" | j Batallón Tarapacá 9 del Ejército del Congreso en Cavancha, A fines de marzo del 1891 fue elevado a regimiento.