Autor: Elisa Massardo
Paolo Bortolameolli: “Los artistas están sumamente abandonados y con un escenario muy complejo a futuro”
ubato es el nombre del libro que el director de orquestas chileno, Paolo Bortolameolli, quien escribió para su hijo de tan solo 6 años de edad.
Como una narración directa, en primera persona, biográfica y absolutamente íntima, en la que explica su relación con la música, cómo ciertas composiciones lo han ido marcando e incluso han determinando decisiones trascendentales para su vida. Es una explicación constante sobre él mismo, como si estuviera dando respuesta a preguntas existenciales.
La decisión de ser director de orquestas la tomó siendo muy pequeño, dejó el colegio tradicional en tercero medio para poder continuar con los estudios que había comenzado años antes en el conservatorio, por lo cual tuvo que entrar a un colegio de deportistas que le permitiera compatibilizar ambas cosas.
Su formación fue intensa, apasionada, esforzada como la de gran parte de los músicos alrededor del mundo y es, ese amor por la música, lo que transmite en las 391 páginas que escribió durante la pandemia. “Tuve que optar por seguir a mi maestro que era titular de la Sinfónica de Mendoza y de Chile, viajaba mucho y era la única manera que tenía para aprender de él”, explica Paolo.
En plena pandemia, luego de que su carrera profesional alcanzó logros que le entregaron ciertos niveles de estabilidad, después del divorcio y de comenzar una vida como padre con el cuidado completo de Andrea, Paolo escribe Rubato y da esta entrevista en la que hablamos de la vida y del mundo de la música, todo por zoom con ladridos del perro y la estelar aparición de su hijo, tal y como si se estuviera leyendo el mismo libro. ¿ Cómo logras lidiar con los viajes?, ¿pasas más tiempo acá o en California? Es bastante equilibrado. En los últimos años, justo antes de la pandemia, mi vida profesional alcanzó a encontrar un balance bastante razonable en cuanto a los viajes. Por una parte, los compromisos internacionales que empecé a tener eran en orquestas muy importantes, eso me fue abriendo muchas más puertas y, de alguna forma, también fue una tranquilidad.
En los primeros años, cuando empiezas en la carrera, tienes que aceptarlo todo para poder armar redes, si te va bien en un lado te invita otra orquesta y, claro, empiezas a hacer una especie de primera vuelta.
Después de que comencé a trabajar como director asociado en Los Angeles, lo que me abrió otro tipo de puertas y me puso en un circuito internacional bien atractivo, ahí pude relajarme un poco en el sentido de decir: “ya, que rico, de alguna forma esto ya está armado, tiene un buen camino a seguir y me encanta estar en Los Ángeles”. Además, las otras orquestas que me estaban invitando eran super atractivas, lo que me permitió optar a una especie de balance entre lo profesional y lo personal.
En ese momento me separé y empecé a vivir con Andrea, tenía que encontrar ese equilibrio, la forma de estar muy presente en su vida y eso me hizo armar una agenda inteligente, más organizada, no sobresaturada.
También aprovechar que Andrea está más grande y que puede viajar conmigo, entonces hemos ido aprendiendo a llevar entre los dos esta vida poco común de ser director de orquesta y papá. ¿ Cómo fue la decisión de quedarte con él? Para mí Andrea es lo más importante en la vida, eso nunca fue tema. No fue un proceso simple, supongo que es propio de la separación, pero obviamente feliz y siempre convencido del lazo incuestionable con mi hijo, lo amaba desde antes de que nazca, siempre quise ser papá.
Cuando nació fue un tema difícil, cómo compatibilizar esta vida loca de músico y mis ganas de ser papá presente, de hecho es la motivación del libro, básicamente el libro parte así, diciendo “por qué tu papá hace esa cosa tan rara”, pero bueno, a veces de verdad pasa que la vida se va abriendo camino sola y se van armando los puzles.
En algún momento fue un puzle con muchos acertijos, pero después las cosas fueron encajando de una manera super natural e incluso podría decir, sin ánimo de faltarle el respeto a nadie, que la pandemia me permitió estar en el lugar indicado y en el momento preciso, que era justamente estar con mi hijo después de la separación, justo en ese momento de replantearse la vida y estar presente también para mi papá también, que estuvo muy enfermo. Al final de cuentas el 2020 terminó, miré para atrás y fue como una mágica pieza que faltaba para completar el puzle. Profesionalmente, ¿cómo te ha tocado la pandemia? Como a todos los artistas escénicos, y bueno, a todas las personas en distintas ramas. Puedo hablar desde mi área, siendo empático con todas las áreas afectadas, el gremio de los artistas escénicos ha sido devastado con la pandemia. Un año entero con los teatros sin abrir es una catástrofe para nosotros, no poder hacer lo que hacemos y no poder hacer arte, juntarse a ensayar y llevarlo al público.
Entonces después te lleva a pensar todos estos cuestionamientos contingentes, y pensar: ¿ por qué el teatro es el lugar más peligroso y por qué no un bar, un mall o un avión?, pareciera ser que el teatro es lo más peligroso del mundo porque es el único que no abre... En California, el teatro Walt Disney Concert Hall y el Hollywood Bowl siguen cerrados y otras orquestas emblemáticas en todas partes de Estado Unidos. Por ejemplo, el Metropolitan Opera House está al borde del colapso, esa orquesta ha sido fuertemente golpeada. En general todo ha sido duro.
Además preocupa qué repercusión va a tener después todo esto, todo el mundo recurre al arte, todo el mundo escuchó música y vió una película en pandemia y uno dice, ¿cómo no se dan cuenta que la mano de obra del arte es el artista? ¿ Dónde está el cuidado a la mano de obra de aquel, al cual hemos usado para nuestro propio bien espiritual o cobijo en soledad en confinamiento? Los artistas están sumamente abandonados y en un escenario muy complejo a futuro. Sí, de todas maneras complejo, la crítica que mencionas se ha comentado bastante, sobre todo desde los gremios chilenos.
Ahora bien, ¿cómo lo has hecho para lidiar con esta parte que es tan grupal de tu profesión? Necesitas una orquesta para poder dirigirla y de una práctica constante... El año pasado ocupé mucho el término abstinencia artística, era una abstinencia física y espiritual... yo decía ¡ necesito, necesito, necesito ensayar! Estar con músicos y hacer música orquestal, era una locura.
Por suerte tuve 2 instancias que me ayudaron a bajar la abstinencia; la primera fue un concierto de filmado de navidad, organizada *por” los Duendes Mágicos para Entel, fue muy lindo y mágico, ninguno de los que estábamos ahí había tocado en orquesta desde marzo y esto fue en noviembre, rogamos que esto no acabara nunca, si había que tocar “noche de paz” b veces no importaba, todos éramos felices (ríe). La segunda ocasión fue en febrero, en Houston, era compromiso que tenía hace mucho tiempo, el único compromiso internacional en todo el 2020 y 2021 que nunca se canceló. Ese fue un evento súper importante y lindo, encontrarse con los músicos, hacer música, un concierto con público, a pesar de que fue con aforos reducido. Estas instancias fueron mis escapes, ya que todo el año fue simplemente esperar.
Por eso había que dedicarse a otras cosas creativas y el libro fue una especie de reflejo de una forma de hacer música, pero en otro formato. ¿ Cómo ha sido la vivencia de Estados Unidos? ¿ Qué podrías decir a los músicos o a la gente que se quiere dedicar a componer o dirigir música actualmente? Hoy las herramientas están mucho más claras.
Cuando fuí a estudiar a Estados Unidos no tenía a quien preguntarle, no sabía cómo era el examen de admisión, no había mucha interacción con otros actores y eso no fue hace mucho tiempo, esto ha cambiado. Los jóvenes interesados te preguntan y puedes darle un feedback directo gracias a la conectividad. Desde el punto de vista de la experiencia, fue sumamente positiva y me cambió la vida profesional. Por una parte necesitaba esa materialización de la práctica, necesitaba orquestas para practicar así de fácil y en Estados Unidos, en la carrera, te ofrecen orquestas para hacerlo todas las semanas, eso fue fundamental. No todos los conservatorios del mundo son así, muchos enseñan dirección de orquesta con piano, en los personal a mí no me termina de convencer.
Evidentemente si vas a estudiar algo tan extraño y no es fácil de enseñar, se necesita contacto con la realidad, que es tener el contacto con tu instrumento y ese instrumento es la dirección de orquesta, para mí fue importante.
Por otra parte, más allá de aprender dirección, algo que le digo a los jóvenes, es que estudiar afuera es súper relevante porque te ves inmersos en una situación que te hace activar el sensor de supervivencia, tienes que conocer nuevos escenarios, idiomas, comidas, clima, cultura, vas aprendiendo de todo, eso es fundamental: luchar por vivir esa experiencia. Pero además debes tener contacto permanente con tu país.
Yo me fui de Chile, pero realmente nunca me fui, volvía todos los años y siempre tuve uno o dos conciertos acá, hacía master clases, me vinculaba con las orquestas juveniles... Entre la vida y la profesión ¿ Por qué crees que la música de conservatorio se encuentra tan alejada de la sociedad? Creo que tiene que ver con la educación, he visto a la gente que tiene contacto con la música clásica y tiene una reacción positiva y muy entusiasta, pero en general la gente no ha tenido la oportunidad de que le cuenten sobre música.
Es como si no tuviera buen marketing y eso parte desde la educación. ¿Cómo no nos damos cuenta que todos nacemos artistas? Lo primero que hacemos con los niños es que bailen, canten, pinten, de alguna forma lo que estamos haciendo es tratarlos como artistas, sabemos que la expresión artística es vinculante, es un lenguaje que nos hace muy humanos porque es anterior a cualquier lenguaje y viene desde dentro de nosotros, es un lenguaje intrínsecamente humano.
Encontrar el arte como una manifestación espontánea y creativa en un niño no es extraño, es super normal, mi tema es ¿ por qué después de kinder eso se corta? Derrepente ¡ pum!, se corta el estímulo creativo. Es absurdo, es una contradicción absoluta a lo que antes se consideraba natural. Aquí nos vamos desapegando del arte y tiene que ver con la educación y más con el marketing que con la realidad. Porque cuando se dice que la obra es elitista, me tengo que hacer cargo de esa afirmación; no es elitista porque la entrada sea cara, o porque tenga que ir muy elegante, falso y falso. Hay precios de todo tipo y no hay un código de vestimenta, hay espacio para todo el mundo. Por eso me doy vuelta y defiendo los teatros, porque estos hacen mucho más de lo que uno se entera, hacen conciertos de extensión para tocar música donde no llega.
No hay que culpar a las instituciones, yo creo que hacen bastante, pero se rompe el eslabón, la gente no se entera y eso es falta de educación, porque parten de la base de que cortaron ese enlace con el arte, pero si está ahí, la gente está al alcance, lo disfruta, lo aprecia. Hace años se hacían óperas en la plaza de Armas y se llenaba de gente, ¿qué más sintomático que eso? ¿ El marketing... ? Es que la música clásica en general tiene mal marketing. No me ha tocado conocer un artista que diga: si no viene de etiqueta, y no sabe por lo menos decirme las 32 sonatas de Beethoven, yo no toco para él. O sea, es absurdo porque todos queremos que la gente venga, que se llene, hablar de música y que se conecten. Es casi una caricatura negativa pensar que somos responsables de alejar al público.
Yo creo que en el siglo XIX sí lo fuimos y a principios del siglo XX, donde se dijo que el arte era sinónimo de distinción, de grupo socioeconómico o intelectual, pero creo que eso ya se ha perdido. Hoy en día el artista, genuinamente, quiere comunicarse, conectarse con su público y hacer de esto un lenguaje revisitado no era antes y los niños son la prueba de esta vinculación con el arte. Nuestro trabajo es de revinculación. Claro, sin embargo, la música contemporánea se hace compleja para la audiencia actual... Sí, pero al mismo tiempo hay que dejarse llevar, puede ser difícil, pero pasa como con una pintura abstracta. En mi libro hago referencia a eso, ¿qué nos ocurre cuando vamos a ver una pintura de manchas? Uno no sabe cómo reaccionar, no entiende, pones rostro de concentrado pero en realidad estás algo incómodo.
Y yo digo, a ver, el arte no te está poniendo a prueba, puede que el compositor o el artista, sí, puede ser que esté jugando a poner esa distancia, pero la vida del producto artístico, es decir, la suma de sonetos, de pinceladas, en sí misma, son independientes del creador. La relación entre producto artístico y tú es muy personal, ni el creador puede influir en ella. Ahí es donde invito a la gente a dejarse 1levar. No esperar cosas, comparaciones, no intentar buscar algo que no puedes ver, lo importante es sentir algo. La música contemporánea a veces te lleva a eso, a veces provoca otro tipo de sensaciones o ponerte a prueba válidamente. La invitación es simplemente ir y atenderlo, pero sin prejuicios de uno mismo. Vas a exposiciones de arte, ¿te gusta? Si, me gustan las exposiciones de artistas nuevos, para sentirme provocado.
Me gusta estar frente a algo de lo que no sé qué esperar. ¿ En Chile o en el extranjero? A donde sea la verdaa, la última exposición a la que fui fue en el MOCA, en Los Ángeles, California. Esos son mis barrios porque mi departamento está ahí cerca. ¿Sabes qué me gusta mucho del arte en Los Ángeles? Durante 10 años viví en el lado Este de Estados Unidos y en L.A. El planteamiento es distinto, es mucho más abierto, no hay esa especie de miedo de lo que te va a ofrecer el artista, el público es más entusiasta y va con menos presión. Me gusta eso, el público al que quiero aspirar, genuino, entusiasta y comprometido con la música, museo y orquesta. Lodos aman la orquesta filarmónica de los L. A, para ellos es mínimo haber ido por lo menos una vez en la vida. ¿ Y qué te parece tu audiencia en Chile? La audiencia en Chile la he conocido de toda la vida. Sé cuál es el vínculo entre la gente chilena y la música contemporánea, que es más de nicho, pero al mismo tiempo son súper fieles. Se sabe que los festivales de música contemporánea siempre van a estar llenos, sobre todo de estudiantes que les encanta esa música. Y eso siempre lo he sabido, por los festivales de la U. De Chile y de la U. Católica, puede ser que no sea muy numerosa pero es entusiasta y eso se agradece mucho. Desde el punto de vista de la audiencia más general, es bien fluctuante.
Yo me acuerdo cuando chico, estaba marcada la audiencia que iba al ballet, era más ferviente en su entusiasmo; en la ópera, eran distintos; y en los conciertos, siempre ha estado el público más violento, el más cambiante. De hecho, antiguamente, había más cartelera de conciertos por programa.
Creo que los repertorios, en general, han tenido altos y bajos, hablando del mundo sinfónico clásico, hoy en día el repertorio es muy relativo y es importante que sean atractivos, no podemos quedarnos pegados en repertorios clásicos estándares. Siempre tienen que haber cambios, repertorios más locos. Por otro lado, incide quién está tocando porque también existe una fidelidad al intérprete y se nota cuanto se llena un teatro. No es un comportamiento tan distinto, simplemente obedece a nuestro vínculo con el arte y la cultura, a veces hay conciertos que nos sorprenden que están absolutamente llenos.
Uno, que viví en carne propia, fue cuando dirigí la Canción de la Tierra de Mahler, con la producción de teatro Teatro a Mil, Teatro Cinema hizo la puesta en escena, fueron tres funciones y se agotaron todas las entradas, fue un éxito de taquilla. Esto tiene que ver con romper esquemas, el camino tiene que ser innovador. Presentar este mundo clásico no significa que sea obsoleto, todo lo contrario, porque lo vigente del arte no tiene que ver con cuándo fue escrito, sino que cómo te habla siempre desde esa humanidad atemporal. Bueno, Mathieu Guilhamon, el coreógrafo del Banch, está haciendo innovaciones que han acercado más a la gente... Exacto, y el público nuevo es nuestra más grande responsabilidad, siempre. Nuestra meta es cautivarlos, motivarlos, entenderlos, entender qué público es un gran desafío porque es más inquieto a nivel de información y más disperso.
Netflix y Youtube de algún modo están estrenando una forma de consumir información, de una manera que es absolutamente distinta a lo que estábamos acostumbrados. el gran desafío es cómo llevar a un niño que ahora tiene Ó años, a los 15, a sentarse a escuchar una sinfonía sin que tenga la posibilidad de hacer el nexf, ¿cómo tenerlo sentado escuchando? Ahí entran a jugar todas las responsabilidades, tanto en los artistas, gestores culturales y, por supuesto, los que vienen a apoyar todo este tema a nivel de Estado. ¿ Te ha tocado ver las medidas o políticas públicas del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio el último año? Insuficientes, me han parecido insuficientes.
No se ha utilizado de buena forma la oportunidad que tuvo, este año tan extraño, para a lo mejor tirar directrices creativas y nuevas... Vamos por algo distinto, vamos por leyes que protejan a los artistas, pero también vamos por redistribuir fondos reales para que no se vean situaciones tan extremas de desamparo. De ser creativos, e insisto, reivindicar el concepto del arte. Lengo claro de que, no porque a mí me guste algo voy a obligar a que todos les guste lo mismo, no es el punto. Siempre hago la distinción entre la importancia del arte o el valor que le damos al producto artístico, el producto es sumamente subjetivo, cada quien se conecta con lo que le hace sentir.
En ese sentido, no se trata de decir que la literatura o la pintura son más importantes que la ópera; se trata de que el arte es un lenguaje humano y, por ende, es un proceso de vinculación humana que afecta en el aprendizaje de los niños y nos hace ser seres sociales, sensibles y creativos.
Debería estar implementado desde las mallas curriculares de los colegios y no que Arte o Música sean ramos marginales, que sirvan para relajarte de los ramos más importantes o para subir el promedio de notas, eso es no entender la relevancia del arte. No es que todos tengan que ser artistas, pero es algo fundamental en la vida. Nadie pone en tela de juicio que hacer deporte es importante. Es una pena que en Chile ya no existan colegios dedicados a la música... Es triste, pero es el reflejo de cuánta poca relevancia se le da. Porque lo siguen considerando excéntrico o, lamentablemente, una carrera de flojos, de quienes no saben qué hacen con su vida, o que es un hobby.
Falta mucha consciencia sobre lo difícil que es y lo relevante que es para una buena salud en la sociedad. ¿ Cuándo eras más joven te abonabas al municipal o te tocó pedir entradas en la puerta alguna vez? De todo. Mi papá sí era abonado y me sacaba abonos para que fuéramos a la ópera juntos. Pero yo, cuando me independicé en mis gustos y fui fanático, conseguía las entradas y después me hice conocido tras bambalinas.
Me acuerdo de óperas que siempre me han gustado y de haber ido a todos los ensayos y funciones. ¿ Y te tocó sentarte en todos los pisos, hasta el último que casi no tiene asientos? Sí, de hecho en la galería, aunque no necesariamente en los que dices tú, pero sí en los de al medio que tiene varios niveles y que son bien incómodos desde la visualización, pero abajo ahí, en ese nivel, ahí se escucha increíble y muchas veces estuve ahí. Abriendo las páginas... cuéntame un poco del libro, es como parte de tu vida.
Al respecto me comentabas que siempre quisiste ser papá, y a la vez tienes una muy buena relación con tu papá... Sí, la verdad es que mis padres siempre han estado muy presentes, solo que de formas distintas.
Mi papá siempre fue el melómano fanático y efectivamente el más presente en mi vida profesional; mi mamá ha cumplido el otro rol, de ser más amiga, más confidente, es la que menos pregunta por mi carrera, sino que pregunta por mí como persona, es mi partner en este proceso con Andrea, de padre soltero.
Mi papá ha jugado un rol súper, incluso hasta ahora, sólo que ahora está más retirado porque está bastante enfermo, pero es super hincha y siempre le voy a deber ese primer encuentro de epifanía que tuve con la música, con la Quinta de Beethoven que es hermosa... A la gente le impacta que a un niño de 7 años le haya producido una emoción tan grande el escuchar una orquesta sinfónica y eso fue gracias a que él me llevó al concierto y me cambió la vida. Ambos son figuras cruciales, pilares fundamentales para mí y muy buenos referentes de paternidad y maternidad. Se separaron cuando yo era chico, pero lo hicieron muy bien, están muy presentes.
Así que les agradezco profundamente el padre que estoy siendo hoy en día, porque lo ví en ellos. ¿ Cómo ha sido esta experiencia de ser papá? Es súper demandante y sobretodo una gran responsabilidad, por el hecho de tener una vida a tu cargo en todo sentido, que Andrea sienta que yo estoy ahí, que siempre he estado ahí y que estaré ahí.
Ese tipo de construcción nadie te lo enseña, uno va aprendiendo sobre la marcha, todo esto es muy ensayo y error, pero no hay espacio de error porque el error es una persona, estas incidiendo en una vida y cada cosa que uno haga va a moldear al adulto que va a ser después. Me lo tomo con una gran responsabilidad, no es fácil, pero honestamente es maravilloso.
Tanto así que le escribiste un libro... , ¿ qué harías si tuvieras otro hijo? Jajaja, si tengo otro hijo tendría que hacer otra cosa, voy a tener que hacer una película (ríe nuevamente). Sí, la verdad es que el libro, como lo he contado otras veces, fue una situación muy extraña e inexplicable ahora que ya existe.
Hace muchos años tenía ganas de escribir un libro pero no sabía qué forma iba a tener porque tengo muchos pensamientos que quisiera compartir, reflexiones sobre la música, del oficio... Así fui recolectando por unos 10 años material de todo tipo, como escritos míos, reflexiones, frases, breves relatos de cuando viajaba, todo esto lo fui metiendo en una carpeta que se llamaba “libro”. Cuando llegó la pandemia, me puse a reflexionar esa idea, y encontré una carta que yo le había empezado a escribir a Andrea, que es parte del libro, es una carta hipotética al futuro de Andrea para explicar o responder si algún día él pregunta por qué hago esto tan raro, por qué siempre estoy viajando, por qué siempre estoy tan musicalizado. Escribí esa carta y cuando la encontré me hizo mucho sentido algo que siempre estuvo delante mío y no me había dado cuenta porque no había llegado el momento. En realidad no es un libro de música, es una carta para mi hijo. Así fue cuando comenzó a tomar forma el libro. Empecé tomando temas espontáneos, evidentes, porque era lógico que el primer capítulo fuera sobre mi encuentro con la música, pero con otro enfoque, contándoselo, porque me pasó a los 7 años y él tiene 6. Después desarrollé temáticas en función de qué es lo que quiero hablar a mi hijo, entrelazando todo a través del prisma de la música.
Me fui dando cuenta de que estaba escribiendo una carta sobre la belleza, sobre el impulso creativo, el llamado a dedicarse al arte, incluso sobre el erotismo... Es un libro sumamente íntimo, con pasajes personales, de hecho dices que lo va a leer cuando “tenga edad para leerlo” y lo dejas abierto, ¿cómo fue la intención de hacerlo público? Es un poco de muchas cosas. La pandemia hizo que encontrara esa necesidad de vincularme personalmente con una experiencia artística creativa distinta.
Por otra parte, el hecho de que Andrea se convierta en mi interlocutor ayudó a encontrar una forma de hablarle al público de otros temas que también me interesan: cómo perder el miedo a la música, entender los proceso creativos, entender que la música moderna al final de cuentas debemos enfrentarlo como algo que nos pasa, la censura, la provocación del arte, entre otros.
También hablar de temas relevantes como la importancia tiene el arte más allá de los gustos personales porque todo es arte, sobre cómo llevar este mensaje desde lo íntimo, desde el vínculo personal y sobre cómo se lo voy a traspasar a Andrea, que será parte de una nueva generación.
Es un libro que parte desde lo personal, de una intimidad que también compartir, me parecía importante en un contexto pandémico, el por qué no conectarnos a través de una conversación más sensible sobre la importancia que tiene este personaje eterno que es el arte, que existe desde que somos personas. Y Andrea, ¿toca algún instrumento?, ¿está con iniciación musical, leer partituras? Leer partituras todavía no (ríe), pero le encanta cantar, de repente se sienta en el piano a sacar cosas de oído. Lengo toda la intención de que empiece clases de violín, pero sin ánimo de nada, sin ninguna expectativa, como juego. Si a él le va a gustar la música que sea porque realmente a él le gusta y si la música es un personaje secundario en su vida también está bien. Solo quiero que haga lo que él quiera y sea feliz. Pero claro, la música igual es una herramienta super útil para el desarrollo cognitivo, la empatía, para el trabajo en equipo, para la autodisciplina, para la concentración, para muchas cosas.
El acercarse un poco a la música en algún momento de tu vida te va a sumar siempre, entonces.. . ¿por qué no? ¿ Te acompaña a los ensayos? Me acompaña, a veces se aburre y se va a correr por los pasillos de los teatros y bien.
Pero por ejemplo hoy en la mañana, él mismo se puso a ver Fantasía, de repente escuché que estaba escuchando la Quinta de Beethoven y luego estaba escuchando el Pájaro de Fuego de Stravinski, y claro, él lo asocia a los monitos, pero la música es parte de nuestras vidas, no siempre es clásica pero es natural que él quiera escuchar algo. Ahora, esa cosa de adoctrinamiento, para nada.
Creo que todo lo contrario, lo que menos quisiera es que andrea sienta que la música fue una imposición o una tremenda responsabilidad. ¿ Cómo fue el proceso de escritura del libro? Al leerlo es como si estuvieras hablando todo el tiempo, es como escucharte... Sí, eso me han dicho y me da mucha risa porque no me imagino eso, pero mucha gente me dice lo mismo, que me lee y me escucha, pero no sabría responderte esa parte. El proceso fue super intenso, rápido, empecé a escribir en mayo y en octubre ya no estaba en mis manos. Era una situación de pandemia, yo y mi hijo viviendo en casa, sin colegio y estábamos todo el día juntos. El régimen era que a las diez de la noche, cuando Andrea se iba a dormir, me ponía a escribir hasta como las dos de la mañana, ese momento era terapeútico para mí. Ese momento entra Andrea, el protagonista del cuento, para reclamar que en las noches no podían jugar. En medio de las risas Paolo se defiende señalando que jugaban durante el día.
Andrea, como ocurre con algunos hijos, se queda dando vuelta, encaramándose, interrumpiendo con seguridad y alegría. ¿ Qué tal la edición? ¿ tú contactaste a La Pollera? Yo feliz con La Pollera, el libro quedó tan lindo en la impresión, el cuidado y todo el proceso de trabajo con ellos fue muy rico. Me dejaron escribir con ellos, de hecho fue ese el único requerimiento, me dieron libertad para escribir y ellos se preocuparon de toda la edición.
Me sentí muy querido, fue muy buena la experiencia ya que no tenía idea de cómo era el proceso. ¿ Y te editaron mucho? ¿ te recortaron y te pegaron muchas cosas? No, para nada, todo lo contrario, fueron sumamente respetuosos y abiertos al material original y las ediciones fueron de palabras repetidas, puntuaciones, pero de contenido no. Les gustó mucho el contenido y ayudaron mucho en el proceso.
De hecho, ellos me encontraron a mí, a través de estas tertulias en vivo online que hacía el año pasado, la animadora me preguntó en qué estaba en ese momento y le respondí que estaba escribiendo un libro. Con esa información me contactaron y me dijeron que les interesaba saber de qué se trataba el libro, me pidieron que les mandara lo que tenía escrito. La verdad a mi me dio miedo, no tenía muchas pretensiones, así que les pedí un mes para poder avanzar. Lenía alrededor de 180 páginas, las envié y a la semana me dijeron que les había encantado, me pidieron que siguiera con la escritura. ¿ Te gustaría hacer un segundo libro después? Sí, me gustaría.
Fue super lindo el proceso creativo, todo se iba armando de manera espontánea, nunca me senté a pensar que contenido iba a ir en tal capítulo, fue bonito ver al final cómo todas las ideas se unieron. El último capítulo parte con esa reflexión retroactiva, cuando le digo a Andrea que en realidad, este nunca fue un libro de música, sino que de las cosas que yo quería decirle. Ahí encontré el final, pensé que aquí termina esta parte y decidí soltar, porque o si no, hubiera seguido escribiendo.