Autor: JUAN ANTONIO MUÑOZ H.
Editan primera antología de las SEMANAS MUSICALES DE FRUTILLAR
UN PROYECTO Surgido durante la celebración de los 50 años: El curador del proyecto, Álvaro Gallegos. Rutillar fue fundado a orillas del lago Llanquihue el 23 de noviembre de 1856 por inmigrantes alemanes que llegaron a la zona durante el gobierno del presidente Manuel Montt. Construyeron sus casas en los alrededores y se dedicaron, fundamentalmente, a labores agrícolas y ganaderas, instalando lecherías, molinos, destilerías, curtiembre y algunas tiendas de venta de víveres. Es muy probable que en sus casas sonara algún pianoforte o un acordeón, y que alguien cantara. Con los años no se perdió el espíritu alemán y la música se convirtió en el sello del pueblo.
A fines de los años 50 del siglo XX, Robert Dick, quien era director del Instituto Alemán de Frutillar, invitó a Arturo Junge (1913-1994) y a su coro Singkreiss a participar en las jornadas corales que se desarrollaban en el balneario.
Tras el éxito de esas veladas, en 1968 el propio Junge decidió convocar a un grupo de instrumentistas para que se sumaran a la experiencia con los coros, y ese mismo año resolvió fundar las Semanas Musicales, cuya primera versión fue al año siguiente. El éxito fue inmediato, de manera que Junge le propuso al alcalde de Frutillar, Egon Schmidt, formar un directorio que se hiciera cargo.
En 1969, este directorio integró a Alfredo Doetz y ala pianista y cellista Flora Inostroza, quien desde 1979 y hasta su muerte en 2016 fue la presidenta de la Corporación Cultural “Semanas Musicales de Frutillar”, cuyo directorio preside hoy Elizabeth Harriet Eeles.
En los inicios, todo era muy familiar, pero con los años la programación se fue haciendo cada vez mayor, empezaron a iral balneario del Llanquihue conjuntos profesionales, se amplió el repertorio y se hicieron habituales conjuntos como la Banda Sinfónica de la Fuerza Aérea y el Coro y la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Chile.
Piano, canciones y coros Hasta ahora no existía la posibilidad de escuchar momentos musicales que dieran cuenta de ese desarrollo, lo que ahora es una realidad gracias a una iniciativa surgida durante la celebración de los primeros 50 años. Proponerse hacer una antología de las Semanas Musicales de Frutillar es una tarea titánica que parte por asumir que mucho quedará afuera y que hay que establecer criterios de selección. De eso se preocupó el periodista Álvaro Gallegos: “Me invitaron a ser parte de este proyecto, como curador. Ya Flora Inostroza estaba interesada en dejar un registro discográfico, algo que no pudo ver, pues falleció el año 2016. Una figura fundamental en todo esto ha sido Francisco Alarcón, quien por años se encargó de grabar y que hoy coordina los conciertos de extensión.
Se presentó la idea al Fondo de Cultura Regional y se consiguieron los fondos para hacer este box set de cuatro discos con música de cinco décadas”, explica Gallegos, quien recientemente fue premiado por la Academia Chilena de Bellas Artes por su aporte a la difusión de los compositores chilenos.
“De partida, no había registro anterior a 1973, de manera que la antología parte con el Concierto para oboe en Re menor, de Tomaso Albinoni, en ejecución en vivo del 22 febrero de 1973, con Mónica Castro (oboe), bajo la dirección de Ernst Huber. Uno de los criterios que establecí fue poner atención al piano, al Lied y a los conciertos corales, porque Frutillar se identifica con ellos”, dice Gallegos.
Así, por ejemplo, se incluye, el “Ave María” de Mozart Camargo Guarnieri, un compositor brasileño dueño de un catálogo de más de setecientas obras y quien poco antes de su muerte en 1993 recibió el premio “Gabriela Mistral” en su calidad de “mayor compositor de las Américas”. Waldo Aránguiz dirigió esta obra en Frutillar en 1975 con el Coro del Municipal de Santiago.
También se puede escuchar otro “Ave María” (1962), del chileno Juan Amenábar (1922-1999), para coro mixto a cappella, en versión del Coro de Cámara Codelco, dirigido por Mauricio Cortés, interpretado el 2 de febrero 1999, esto es el día antes del fallecimiento del compositor.
“Curiosamente, aparte de lo que sucede con Don Juan, tenemos otro caso en que sucede algo parecido: el gran compositor estadounidense Lukas Foss falleció el 1 de febrero de 2009, y el 29 de enero de ese año, en Frutillar se hicieron sus “Three American en ejecución de Stephanie Sant'Ambrogio (violín) y Jeffrey Sykes (piano). Vale decir, es muy probable que tanto en el caso de Amenábar como en el de Foss fuera en Frutillar donde se escuchó por última vez sus obras estando ellos vivos”. Chilenos y contemporáneos Los compositores nacionales tienen en la selección un lugar importante.
Es el caso de René Amengual (1911-1954), de quien se incluye “Me gusta cuando callas”, con la soprano Marcela Holzapfel y Alfredo Saavedra al piano (grabación del año 1985); Juan Orrego Salas (1919-2019), con “De los montes vengo”, por el Coro de Cámara Universidad de Concepción, dirigido por Mario Cánovas (1985), y Andrés Alcalde (n. 1952), con “Canzona instrumental”, por el Conjunto Juvenil de Bronces (1985). De Pedro Humberto Allende (18851959) se escogió la “Tonada 5” en versión del pianista Michael Korstick (2005); Alfonso Leng (1884-1974) ingresó con dos partituras: “Otoñales”, por la pianista Maija Karklina (2005), y “Andante para cuerdas”, con la Orquesta Sinfónica de Chile dirigida por Helmut Reichel (2017). Fernando García (n. 1930) está presente con “Díptico” (dedicada a Fernando Rosas), a cargo de la Sinfónica Nacional Juvenil dirigida por Maximiano Valdés (2018), y de Fabrizzio De Negri (n. 1971), compositor y director de la Banda Sinfónica de la Fuerza Aérea, se rescató “Adagio (a la memoria de los 22 mártires)”, en recuerdo de las víctimas del accidente del CASA 212 en Juan Fernández, en septiembre de 2011. Desde el ámbito musical más popular se rescata “Tarka y Ocarina”, de Los Jaivas, con Claudio Parra al piano junto a la Banda Sinfónica de la FACh.
Entre los compositores extranjeros del siglo XX figuran Ferrucio Busoni (“Elegía a la italiana”, con Almerindo d'Amato al piano); George Gershwin (“Summertime”, en voz de Viviana Hernández); Maurice Ravel (“Alborada del gracioso”, por el pianista Alfonso Montecino); Rodion Shchedrin (“Basso ostinato”, con Daniel Gortler al piano, ganador del Concurso Luis Sigall); Glenn Miller (“Moonlight Serenade”, con la Big Band de la Fuerza Aérea); Alberto Ginastera (Sonata 1, con Armand Abols), y Samuel Barber (Adagio para cuerdas, con la Orquesta Sinfónica dirigida por Josep Vicent). “No todo puede estar” La Música Antigua también ha sido frecuente en Frutillar. Álvaro Gallegos escogió el madrigal “Matona, mia cara”, de Orlando di Lasso (1532-1594), interpretado el 3 de febrero de 1989 por el conjunto Ars Antiqua de Valparaíso. Se trata de un texto de doble sentido que es cantado por un soldado alemán que apenas sabe hablar en italiano y va dirigido a una amante que le escucha desde una ventana.
El Lied, género romántico alemán por excelencia, está representado por “Scheiden und Meiden” (Mahler), en voz de la contralto Pilar Díaz y con Hilda Cabezas al piano (1990); “Die Nachtigall” (Berg), con Catalina Bertucci y Tobias Krampen (2009), y “Der Atlas” (Schubert, del ciclo “Schwanengesang”), en gran interpretación del barítono Christopher Jung y el pianista Piotr Oczkowski.
En el box set no se olvida a figuras y conjuntos fundamentales en la historia de Frutillar, como el director Francisco Rettig (en la suite de “El caballero de la rosa”, de Richard Strauss); el director Mario Valdés, quien comandó la Banda Sinfónica de la FACh desde 1984 hasta 2002; el recordado maestro Fernando Rosas (con la “Entrada de la Reina de Saba” del oratorio “Salomón”, de Hándel), y el director David del Pino (en la Obertura Cubana, de Gershwin), a la par de artistas de destacada trayectoria nacional e internacional como los pianistas Alfredo Perl (con la sonata “Los Adioses” de Beethoven, en interpretación del año 1985), Luis Alberto Latorre y Roberto Bravo, y el fallecido arpista Manuel Jiménez. “Por supuesto, no todo puede estar.
Hay cosas que por su extensión o por la calidad del sonido no pudieron ser incluidas, y otras que simplemente no existen”, explica Gallegos, quien anuncia que esta edición discográfica será de distribución limitada, pero que durante el transcurso de estas Semanas Musicales, que culminan el 5 de febrero, a través de las redes sociales del evento, se regalarán algunos ejemplares completos al público interesado. Se trata de una edición de cuatro discos compactos, con fragmentos interpretados desde 1973 a 2018. El lanzamiento será este martes 4 de febrero, a las 11:00 horas, en el salón Puyehue del Teatro del Lago.