La Estrella de Iquique (Chile)
25-08-2019
"La población que migra a Chile es educacionalmente más preparada que la nuestra"
Patricio Tapia - Medios RegionalesA juzgar por los registros, es probable que el fenómeno de migración reciente hacia Chile sea el mayor de su historia. Si en 2006 había cerca de 150 mil inmigrantes, en 2018 se estima que eran más de un millón; si en 2006 representaban un 1,3 % de la fuerza laboral, en 2018 se estima que superaron el 8%. Estas cifras se entregan en el libro "Inmigración en Chile: una mirada multidimensional", editado por Isabel Aninat y Rodrigo Vergara, el cual intenta abordar el asunto en toda su complejidad y analizarlo desde la normativa hasta el mercado laboral, desde la educación o la salud hasta las pensiones y la vivienda.La mirada que intenta lograr el libro es multidisciplinaria, y una aproximación cultural y sociológica es la que aporta Aldo Mascareño, quien, por supuesto, se nutre también de las informaciones que los otros colaboradores entregan. Mascareño es sociólogo y antropólogo, investigador senior del CEP, editor de la revista "Estudios Públicos" y profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez."Un libro con estas características, sistemático en la revisión de temas (regulación, pensiones, salud, previsión, educación, trabajo, vivienda, actitudes), en base a datos de distintas fuentes, con múltiples perspectivas disciplinarias, orientado tanto al conocimiento reflexivo y explicación del fenómeno de la inmigración en Chile como al desarrollo de políticas públicas, no había sido hecho antes. La producción tomó alrededor de un año (...) cada capítulo ha sido evaluado y mejorado desde distintas posiciones críticas", explica Mascareño sobre el volumen de 422 páginas y diez capítulos, a cargo de 16 investigadores.-En su contribución señala que las migraciones masivas en la actualidad no son algo extraño y menciona que las hay en el mundo por causas que ven desde cambios climáticos a las guerras. ¿Estamos en un momento especialmente crítico al respecto?-Cada época piensa que la suya constituye un momento especial en la historia. Las guerras siempre han sido un factor particular de migración. La inmigración chilena de la primera mitad del siglo XX debe a conflictos bélicos buena parte de su población extranjera. Los cambios climáticos han sido en otras épocas factores de migración; el siglo XVII europeo se caracteriza por esa movilización de personas en razón de transformaciones ambientales drásticas que motivan a buscar mejores horizontes. Lo particular de hoy es la masividad y aceleración del fenómeno. Nadie podrá olvidar las columnas de seres humanos marchando por Europa central o por América Central. Como tampoco podremos olvidar los cientos de vidas perdidas en el Mediterráneo. Las desigualdades de la sociedad mundial son tan altas que fácilmente se pueden identificar zonas de inclusión y zonas de exclusión. Por supuesto nadie es feliz de vivir en estas últimas. Lo demuestran la diáspora de Haití y los más de 4 millones de venezolanos que han salido del país, nuestros Estados fallidos latinoamericanos.-En todo caso, usted señala que Chile, desde la década de 1990, se ha incorporado a las zonas en que el fenómeno ocurre y ha dejado de ser un país generador de flujos migratorios a ser uno receptor.-Chile es visto como una zona de inclusión por el barrio, a pesar de nosotros mismos y a pesar de las limitaciones que ha encontrado nuestro crecimiento durante los últimos gobiernos. Sabemos por el libro, y por otras colegas que han estudiado el fenómeno, que el carácter de la inmigración en Chile cambió desde el retorno a la democracia y la dinámica económica chilena. Sabemos también que esos flujos se incrementaron en el cambio de siglo y que crecieron explosivamente a partir de 2015, especialmente con población venezolana. La emigración chilena, por su parte, tiene un carácter orientado a la formación en el extranjero y profesional. No hay duda que el modelo migratorio chileno se ha transformado en las últimas décadas.-Precisa que, desde esa fecha, 2015, el número de inmigrantes no solo ha crecido, sino que se ha multiplicado. ¿Hubo alguna vez en Chile un flujo similar?-No en términos de volumen. Incluso comparativamente la migración de fines del siglo XIX es menor y la producida por las guerras mundiales es menor. Diría que el país ha experimentado una transición crítica desde 2015 en adelante, es decir, un cambio más o menos abrupto del régimen migratorio, desde un país principalmente generador de flujos migratorios a uno receptor. Cruzamos el umbral.-Una constante han sido las atribuciones étnicas determinadas por su lugar de origen: gringos, chinos, turcos. Usted señala que el proceso mismo de inmigración contribuye a estas identificaciones con países y tipos físicos a determinadas actividades, lícitas o ilícitas; además, que las atribuciones culturalistas no son puramente prejuicios. ¿Cómo es eso?-Ese es un problema sociológico mayor. En una situación hipotética, el primer migrante busca un nicho, generalmente laboral, en el cual incluirse; si tiene éxito, el segundo migrante es atraído por ese logro y así sucesivamente. Si ese nicho es el del trabajo doméstico para mujeres, entonces la población receptora comienza a asociar la nacionalidad, el género, el tipo físico con un determinado tipo de actividad. Como consecuencia, las peruanas son, primeramente, "nanas"; el haitiano es, primeramente, obrero. Es decir, hay una base empírica del prejuicio que conduce a una inercia de atribuciones de la cual es difícil escapar para quien experimenta el mundo sin indagar más allá. El mayor problema con ello es la estigmatización y la pérdida de individualidad del migrante, de la particularidad de sus planes de vida individual.-Pero el libro desestima varios prejuicios sobre los inmigrantes. Por ejemplo, ellos participan más en la fuerza laboral y trabajan más horas que los chilenos y en cuanto a pensiones, llegan a cotizar más. En educación, no perjudican la convivencia escolar, asisten más a clases, con un rendimiento igual o superior; y tienden a ser más sanos, por lo que no colapsan los servicios de salud. ¿Fue todo esto algo sorpresivo?-Estos hechos son sorpresivos en la medida en que uno caiga en la inercia de la sociedad que, sin mirar en profundidad, identifica una nacionalidad con una actividad determinada, como si se tratara de autómatas culturales cuya elección está predefinida y no de individuos libres que pueden dedicarse a otra cosa también. El libro indaga más allá. Uno de sus principales méritos es que ataca con evidencias empíricas esos mitos, esas atribuciones semánticas que impiden ver los rendimientos positivos de la inmigración. La población que migra es, justamente porque lo hace, una población más motivada a cumplir con sus expectativas de vida. Tiene que ser una población, en promedio, más dispuesta al esfuerzo personal, más sana para soportar el estrés de enfrentarse a una situación radicalmente nueva. Incluso, en promedio, la población que migra a Chile es más preparada educacionalmente que la población local, como lo muestra el capítulo de Fuentes y Vergara, y agregadamente, tiene mejor rendimiento escolar, como lo indican Eyzaguirre, Aguirre y Blanco. Sin esos recursos, la empresa migratoria se acaba al poco tiempo tras un fracaso frustrante. Quienes quedan y muestran su éxito son los más resilientes. Este es otro recurso fundamental del migrante, quizás el más importante. En cualquier caso, no todo depende de esa resiliencia. El país receptor debe ofrecer alternativas institucionales donde incluirse. Ningún esfuerzo tendrá éxito si las posibilidades de inclusión se restringen.-En todo caso, en su artículo señala que los conflictos con inmigrantes derivan menos de las diferencias culturales que de la sensación de amenaza en base a problemas sociales muy específicos.-Tanto como otras formas de estigmatización, las atribuciones culturales se retroalimentan con sensaciones compartidas que muchas veces son reproducidas mediáticamente. Estudios en Alemania y EE.UU. han demostrado que la variable con mayor poder de predicción de una actitud de rechazo a los inmigrantes es la percepción de amenaza colectiva en relación a los puestos de trabajo, especialmente en los estratos más bajos. Algo similar acontece en Chile en relación a la inmigración peruana poco calificada. Un capítulo observa que esta sensación de amenaza y de sentimiento antiinmigración (o nativismo) se correlaciona con una percepción negativa de la situación socioeconómica del país.-Por otra parte, señala que hay que poner énfasis en la diversidad individual y no de las culturas. ¿Podría explicarlo?-Cuando se emplean atribuciones culturalistas se tiene a incluir a todos los individuos bajo una categoría simple cuyo sentido se pretende conocido: "Los peruanos son…", "los haitianos son...", incluso "los chilenos somos…", con lo cual se producen dos problemas. Por un lado, se les atribuye una condición de existencia que les niega posibilidades de cambio, y por otro, se pierde la individualidad de cada inmigrante; se pierde su trayectoria de vida y sus expectativas particulares.-Menciona la importancia de los fenómenos locales. Ejemplifica con la comuna de Quilicura y la innovación institucional local en el trato con extranjeros.-Asociada a una política nacional que posibilite la expresión de la individualidad del inmigrante, los espacios locales son altamente relevantes, pues es en ellos donde se juega sus posibilidades de inclusión. Las condiciones de primera acogida en ámbitos como salud, trabajo y educación son cruciales para estabilizar el primer tiempo en un nuevo espacio. Para ello, lo primero que se requiere es información. Una política local, además de la infraestructura básica en los ámbitos mencionados, debe informar abiertamente de ello.-En el libro hay propuestas de políticas públicas. ¿Hay alguna que le parezca indispensable?-La inmigración en Chile es fundamentalmente laboral. Eliminar las trabas de contratación es una política central, difundir efectivamente informaciones en acceso a la educación y salud, así como una densificación equilibrada de las áreas urbanas que no produzca ghettos, me parecen recomendaciones de política fundamentales para una inclusión sustantiva y permanente de la población inmigrante.-Reconoce que la normativa sobre migraciones ha sido superada, pero incluso con ella se tomaron medidas.-La actual ley se creó en 1975 durante la dictadura con el objetivo de que determinada población chilena "saliera" del país y permaneciera afuera. Buena parte de las limitaciones migratorias que tenemos hoy se las debemos a ese marco regulatorio. Sin embargo, mediante medidas de política y administrativas se ha podido dar pasos adelante desde los años 90 hasta hoy, como lo muestra la regularización de inmigrantes, la movilidad fronteriza, los cambios en la legislación de refugiados y el enfoque de derechos con consecuencias para distintos ámbitos.-¿Qué opina del proyecto de ley de migraciones?-Ante el cambio de régimen del modelo migratorio chileno, se requiere hoy de otra ley que tenga en consideración la nueva situación y la globalidad del fenómeno. Esto no es algo propio de Chile, y una actitud contraria solo reflejaría miopía ante las oportunidades que se abren con la inmigración, especialmente en una sociedad que ha cambiado su patrón demográfico hacia una población de mayor edad promedio. El proyecto de ley tiene ahora esa oportunidad en sus manos. Dos debilidades fundamentales de la actual institucionalidad son la escasa envergadura del Departamento de Extranjería e Inmigración y su discrecionalidad para decidir en materias sensibles desde la perspectiva de derechos humanos. "Las desigualdades de la sociedad mundial son tan altas que fácilmente se pueden identificar zonas de inclusión y zonas de exclusión. Por supuesto que nadie es feliz de vivir en estas últimas"."
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