Universidad de Santiago Opinión La travesía del desierto de izquierda no concertacionista por Rolando Álvarez Hernán Puelma. Sin titulo (bronce)
En las elecciones realizadas en
Chile en noviembre de 2017 el congl omerado denom i nado
Frente Amplio, creado a principios de aquel año, tuvo un exitoso debut electoral. Su candidata presidencial
Beatriz Sánchez obtuvo el 20% de la votación y estuvo muy cerca de deshancar del balotaje al candidato oficialista Alejandro Guillen Por su parte, a nivel parlamentario obtuvo el 16,5% de los sufragios, lo que le permitió elegir 20 diputados y un senador. De esta forma, el Frente Amplio se constituyó en la tercera fuerza pol ít ica ch i 1 e na, rom p iendo 1 a h ege moni a que por años habían tenido la derecha y la centroizquierda aglutinada en la extinta Concertación de Partido por la Democracia, que gobernaron el país entre 1990 y 2014. Así, el Frente Amplio se constituyó en uno de las principales novedades de la política chilena en el último tiempo. En base a liderazgo jóvenes, críticos del establishment político, con rostros ligados a organizaciones sociales estudiantiles v V ' * territoriales, con un discurso crítico del legado político, cultural y económico de la dictadura v de los gobiernos democráticos que la sucedieron, el Frente Amplio ha retonificado el debate de la izquierda chilena. ¿Cuál ha sido el camino que ha debido recorrer la izquierda chilena para lograr romper el monopolio derecha/Concertación vigente desde 1990? Como es sabido la crisis del socialismo real, representada por la caída del Muro de Berlín en 1989 v el fin de la Unión Soviética un par de años más tarde, tuvo un efecto global sobre las izquierdas de todo el mundo. América Latina no fue la excepción, porque a nivel regional la derrota electoral de los sandinistas en Nicaragua y el fin de la lucha armada en El Salvador y Guatemala, marcó el fin de una época ligada a experiencias de lucha armada. Por su parte, la década de 1990 inauguró el "Consenso de Washington" y el arrollador avance de políticas neoliberales en todo el continente. Los tres grandes de América Latina (México Brasil y Argentina) estuvieron regidos por gobiernos que asumieron la receta neoliberal. marcando la agenda política y económica del subcontinente. El mismo camino seguían el Perú de Alberto Fujimori y el Uruguay gobernado por colorados y nacionales. Sin embargo, sucesivas crisis económicas en México (1994), Brasil (1999) y Argentina (2002), fueron la señal de la rápida crisis de las fórmulas monetarias en América Latina. El desencadenamiento de crisis sociales producto de la apertura comercial que implicaba la ortodoxia neoliberal, unida a la crisis de representación de los sistemas políticos, la irrupción de nuevas experiencias de organizaciones sociales y políticas y a la revitalización de la izquierda a nivel internacional (Foro Social Mundial y el altermundismo), dieron origen al resurgir de la izquierda latinoamericana. La primera década del siglo XXI estuvo marcada por los llamados "gobiernos progresistas" Brasil, Uruguay, Venezuela. Ecuador, Bolivia y Argentina, que tuvieron características y resultados disímiles entre sí. (BORON/SADER) En este contexto, el caso de Chile tuvo características singulares. La salida de la dictadura militar encabezada por el general Pinochet se realizó de acuerdo a las reglas impuestas por ésta. De esta manera, las fuerzas de izquierda que conformaron la Concertación -alianza que eligió a los presidentes Patricio Aylvvin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos v Michelle Baehelet entre 1990 y 2010- morigeraron hasta tal punto sus planteamientos al fragor del carácter gradual de la transición chilena, que su identidad izquierdista quedó en una posición subalterna respecto a la cuestión de fondo: la continuidad y profundización del modelo neoliberal bajo las administraciones concertacionistas. Las organizaciones de izquierda que optaron por mantenerse al margen de la Concertación recorrieron una prolongada trav esía del desierto. Encabezadas por el Partido Comunista de Chile, esta colectividad, otrora protagonista de la política chilena, quedó fuera del Congreso y aislada políticamente. Igual suerte corrieron otras organizaciones de izquierda. Todas fueron consideradas entidades que se ubicaban "fuera de la historia" por su ortodoxia y planteamientos que no estaban en sintonía con el carácter pactado de la transición democrática chilena. Sin embargo, a contrapelo del discurso dominante que silenció a este segmento político, denominado despectivamente "izquierda extraparlamentaria", finalmente emprendió un camino que dejó un legado para el futuro. En primer lugar, intentó sistematizar una actualización de los planteamientos de la izquierda, pero sin borrar su carácter anticapitalista y antineoliberal. La valoración de la democracia v el reconocimiento de la existencia de desigualdades que iban más allá que las de clase, no implicó renunciar a un proyecto alternativo a la globalización neoliberal en boga a fines de la década de 1990 y principios del siglo XXI. En segundo lugar, intelectuales y organizaciones sociales y políticas, lucharon contra la naturalización de la negociación parlamentaria como la única forma de hacer política en Chile. La conflictividad social y política en diversas áreas y materias (sindicales, estudiantiles, medio ambientales, LGTB, derechos humanos etc.), también fueron parte de una transición chilena supuestamente solo basada en acuerdos e ingeniería política. En este sentido, destacó especialmente el papel jugado por las organizaciones de derechos humanos, verdadero baluarte que se levantó contra los numerosos intentos de los gobiernos de la Concertación y la derecha por impedir la verdad \ la justicia en materia de derechos humanos durante la dictadura. En tercer lugar, y en línea con lo anterior, insistió desde temprano en el carácter antidemocrático del sistema político chileno, en contra de las miradas autocomplacientes que se conformaban con el posibilismo de pequeñas reformas. La demanda de una asamblea constituyente, reforma del sistema electoral binominal v el fin de los amarres de ii la dictadura, formaron parte desde siempre de sus demandas. En cuarto lugar, la crítica radical a la profundización de la ópticas neoliberales en áreas sociales sensibles, como la salud y la educación, fueron insumos importantes para el desarrollo de movimientos sindicales v estudiantiles que se movilizaron en contra de las políticas públicas implementadas por los gobiernos concertacionistas. Por último la prolongada necesidad de hacer política desde el mundo social fue un aprendizaje para un sector político que tenía tradición de arraigo de masas, pero también presencia en la esfera institucional. La débil presencia en esta última instancia revalorizó la importancia para la izquierda de la vinculación orgánica con los movimientos y las organizaciones sociales. Por su parte, la experiencia de la izquierda no concertacionista durante la década de 1990 y 2000 dejó materias pendientes, pues durante una larga etapa no fue capaz de romper con el hecho que si bien obtenía presencia en las organizaciones sociales importantes v representativas, esto no se lograba traducir en apoyo en las elecciones. Asimismo, esta izquierda tuvo relaciones conflictivas con las organizaciones sociales. Las disputas sobre el grado de autonomía entre lo social y lo político, estuvo en el origen de enormes diferencias al interior de la izquierda chilena de principios del siglo XXL Las rupturas durante estos años de numerosos dirigentes sociales (sindicales y estudiantiles) con el Partido Comunista, demostraban las dificultades de la izquierda a la nueva dinámica de los movimientos sociales chilenos. La obtención sistemática de un reducido caudal de votos, provocó que las aguas se fueran separando poco a poco al interior de la izquierda extraparlamentaria. Un sector, encabezado por el Partido Comunista, llegó a la conclusión que la manera de romper el aislamiento político era pactando con la Concertación e intentar crear una nueva coalición, lo que se tradujo en la conformación de la Nueva Mayoría el año 2013. Otros sectores, como el Partido Humanista, algunos líderes sociales y las nuevas agrupaciones políticas provenientes del mundo estudiantil v territorial, optaron por continuar una ruta totalmente alejada de la Concertación, los que, en buena medida, confluyeron en el Frente Amplio. A lo largo de más de cien años de historia, la trayectoria de la izquierda chilena está marcada por discontinuidades y rupturas producto de crisis político-sociales, ciclos represivos e instancias de reagrupación orgánica. Sin embargo, estas coyunturas de rupturas no deben impedir tener en cuenta los elementos de continuidad, ligados a prácticas políticas imaginarios culturales v elementos programáticos que la han caracterizado a lo largo de su extensa historia. H "Doctor en Historia. Académico del Instituto de Estudios Avanzados y Director del Magister en Historia de la Universidad de Santiago de Chile.
Bibliografía
Atilio Borón "La izquierda latinoamericana a comienzos del siglo XXI. Promesas y desafíos", en
César Rodríguez et al.. La nueva izquierda en América Latina, Grupo
Editorial Norma, 2007. EmirSader. El nuevo topo. Los caminos de la izquierda latinoamericana, Siglo XXI Editores Clacso, 2009.