Universidad de Santiago
Pensando el “entre” de la violencia de género en Latinoamérica y El Caribe
por Sandra Navarrete*
Paula Mazry, ay en la piel q o esté e n los huesos (Fo sobre papel de abado, bordado y pin alt ción en Centro Extensión UC hasta el 26 de enero)
A Ciudad de Juárez, del estado mexicano de Chihuahua, ubicada justo en la frontera con los Estados Unidos, es una de las localidades con mayor índice de feminicidios en América. Desde el año 1993, comenzaron a hacerse más visibles y recurrentes los asesinatos de mujeres, marcando un hito el hallazgo en 1995 de ocho cuerpos en un terreno baldío, fecha desde la que, hasta la actualidad, no ha habido sino un incremento de las cifras de asesinatos, que suman más de 1. 600 feminicidios hasta el 2017. En este contexto, sorprenden tanto la impunidad de los asesinos como la crueldad de los homicidios: violación, estrangulamiento, mutilación, entre otros. Si bien no tan cuantiosos, pero igualmente aberrantes, son los feminicidios que se pueden rastrear en Argentina, Chile, Uruguay, Perú, Brasil, Venezuela y tantos otros países, en los que cientos de mujeres fueron incapaces de soslayar, no solo la muerte, sino que muchas veces también el abuso sexual y el ensañamiento contra sus cuerpos. Igualmente desgarrador, resultan las cifras de niñas y jóvenes embarazadas en Guatemala, en donde este fenómeno ha ido creciendo hasta alcanzar este 2018 el número de 1. 186 infantes embarazadas de entre 10 y 16 años (1). Detrás de estas cifras existe un trasfondo desolador de pobreza, marginalidad, violaciones, incesto y deficientes políticas públicas de salud, que terminan por anular las infancias de las víctimas. Lamentablemente, se pueden añadir a este bosquejo un sinfín de fenómenos en el resto de América Latina y El Caribe, que han encontrado en el sistema capitalista su mejor aliado: la trata de personas, las desapariciones, los secuestros, la prostitución obligada, el turismo sexual, la explotación laboral, los vientres de alquiler, etc. Cabe mencionar quetodas estas problemáticas se apoyan en un sistema global transnacional que establece relaciones entre países fronterizos, constituyendo rutas criminales que, finalmente, comercializan las vidas de miles de mujeres con países desarrollados, como Estados Unidos o las naciones europeas. Dialogando con estas realidades colectivas, y más cerca delo quesereconoce, encontramos las violencias inscritas dentro de espacios más pequeños, como lo son el doméstico, laboral, sexual, familiar, intelectual, científico, entre otros. En donde se desarrollan violencias que responden a posicionamientos opresivos, dentro de una trama de poder, fijada social y culturalmente, que relega a las mujeres, infantes, ancianos, minorías sexuales, étnicas y otras, aun rol de constante sumisión, silencio y subalternidad, en un círculo vicioso que parece no tener vía de escape. Ahora
bien, ¿cómo comprender todo este collage de violencias contrala mujer? ¿ cómo aproximarse a este complejo panorama dentro de un marco interpretativo que no indique simplemente como responsable categoría tan abstracta y a la vez tan invocada como es el “patriarcado”? ¿ cómo pensar estas violencias de otra manera que no sea, exclusivamente, dentro de binarismos reductores, como el de víctima y victimario? Para interpretar las múltiples violencias que son infligidas y perpetuadas a causa de la posición de las mujeres en el sistema genérico-sexual, es necesario cruzar esta perspectiva de género con la mayor cantidad de aristas posibles, de modo tal de complejizar el fenómeno y analizarlo ampliamente. Y para ello son requisitos al menos dos operaciones: En primer lugar, pesquisar y delinear las genealogías socio-históricas de estos hechos, de tal modo de establecer puentes que nos permitan entender sus continuidades y transformaciones, para así formu-
lar ciertas vías de ruptura. En este sentido, y tal comolo postulan varias feministas (2), la herencia colonial de nuestro continente, conjugado con el afán modernista en la construcción de nuestras naciones, son dos delos principales elementos que permiten evaluar el contexto actual de desmedida crueldad que atraviesa Latinoamérica y El Caribe, en el que las mujeres juegan un rol protagónico de vulnerabilidad. Por otro lado, es importante indagar en la actualidad misma de este fenómeno, poniendo especial interés en aquellas zonas de contacto con otras aristas sociales muy próximas, que van permitiendo el desarrollo y crecimiento de la violencia contra las mujeres. Así emergen otros fenómenos de distinta índole, que insisten en compartimentarse aisladamente al problema de violencia de género, como lo son los siguientes: a. El mercado capitalista que desplegó relaciones económicas que transformaron definitivamente, no solo la economía de
nuestros países, sino la forma de vivir y relacionarnos con el otro y con el medioambiente, en una política global en lo quetodoes comercializable. B. La marginalidad y pobreza crecientes de numerosos sectores de la sociedad, en oposición al enriquecimiento desmedido deunos pocos. C. El grave problema del narcotráfico que ha cobrado millones de vidas y ha configurado nuevas formas de territorialidad y violencia desmedida. D. La violencia estatal y paraestatal, entendida esta última como el resultado de la descentralización del poder del Estado, para ceder atribuciones de represión y violencia a otros grupos y así controlar núcleos subversivos (3). E. El discurso social conservador en tanto fenómeno en clara expansión que se configura en una urdimbre moral, cristiana, colonial y racista. Estos elementos relacionados con la violencia de género los consideramos más que espacios de porosidad o de intersección, como una suma de “entre-zonas”, las que en su conjunto constituyen un sistema orgánico y en constante movimiento. Este “campo intersticial” se puede entender desde la metáfora proveniente de la anatomía interna del ser humano y que denomina al “intersticio” como aquel órgano que se encuentra debajo de nuestra piel, revistiendo arterias venas, músculos y demás órganos (4). Esta metáfora nos permite comprender la violencia de género como entramada y revestida completamente por estas campos intersticiales, que operan en múltiples niveles y que lo revisten todo, contribuyendo activamente ala dinámica social de las violencias. Podemos analizar con ella, por ejemplo, la prostitución no como una decisión moral de las mujeres, sino como el resultado de un sistema complejo que incluye al narcotráfico, al capitalismo y la paralegalidad, entre otros. Pensado de este modo, el tema es mucho más que alarmante para nuestras sociedades y lo único que resta es enfrentar este flagelo desde una necesaria multidireccionalidad. M
1. OSAR Guatemala. En embarazos-y-partos-de-madres-entre-10-y-19-anosenero-a-junio-2018/2. Segato, Rita Laura. (2014, 2016); Franco, Jean (2016), Lugones, Marta, (2014), entre otras. 3. Ver Vilma Franco (2002). 4. https://www.eurekalert.org/pub_releases/2018-03/
*Doctora en Literatura y académica del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile (IDEA). Investigadora Responsable Fondecyt 11180079, Feminista.