Agua y minería
Odelco ha suspendido la licitación de la construcción de una planta desaladora con la que pretendía resolver sus demandas de agua para la minería en la Región de Antofagasta. La suspensión, que podría retrasar en hasta dos años la entrada en marcha del proyecto, tendrá consecuencias sobre la operación minera de la empresa. La razón es que, a medida que caen las leyes de los minerales y aumenta la proporción de sulfuros, se requieren mayores cantidades de agua para los procesos de concentración del mineral. Al no disponerse de modo suficiente de este recurso, se elevan los costos de la empresa, porque se le hace más difícil mantener la producción. En un informe de 2018, la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco) estimó que la demanda de agua en la minería de este metal aumentaría a una tasa de 4, 3% anual en promedio hacia el 2029. Dado que en la zona norte no existen reservas adicionales que se puedan extraer, la respuesta frente a esta escasez la ofrece el agua del mar, tanto desalada como salada. Las proyecciones de Cochilco eran que la demanda de agua de mar (de ambos tipos) para la minería aumentaría a más del doble al final de esta década, llegando a casi 11 m*/s. El proyecto de Codelco, por un valor de mil doscientos millones de dólares, consistía en una planta desaladora para producir 1, 68 de agua, que se impulsaría hacia las distintas faenas de la empresa en la zona. Codelco, como todas las mineras del norte, es muy cuidadosa en el uso del agua, y la recicla hasta donde lo permiten los costos técnicos, debido precisamente a su escasez. Al no disponerse del agua que generaría el proyecto, esos costos técnicos aumentan y resultan menos competitivos. Por ello, es lamentable el retraso en la licitación.
Las razones de la decisión parecen ser dos. La primera es que Codelco advirtió muy tarde que no había incluido un elemento en el proyecto: un sistema de distribución de agua. Dado que este componente tiene un valor de no más del 1% del valor total de la iniciativa, es difícil pensar, sin embargo, que esta haya sido la causa principal de la determinación adoptada. Al parecer, habría jugado en cambio un papel central en la cancelación del proyecto la participación de la firma Techint como socio del consorcio adjudicatario. Una filial de esta última empresa está siendo cuestionada por otra estatal, Enap, debido a supuestas irregularidades en un proyecto en Argentina. La preocupación de Codelco sería entonces reputacional, así como ante la posibilidad de recibir cuestionamientos si el proyecto simplemente se reformulara para agregar la unidad que falta, sin un nue VO proceso. Según ha informado la prensa, el consorcio ganador de la licitación habría ofrecido fórmulas que incluirían hasta congelar la participación de Techint, pero el directorio de Codelco no ha accedido a ello, aunque probablemente sería una decisión más eficiente que la de haber suspendido la licitación. Esta apuesta por evitar el riesgo reputacional es, sin embargo, en cierta medida comprensible, dado el clima de desconfianza que hoy existe en el país. Resulta, por otra parte, interesante observar que Chile enfrenta hoy problemas de agua en el norte y en la zona central, pero por motivos muy distintos. El del norte no es un problema de sequía (en general no llueve en la zona de Antofagasta), sino de aumento de la demanda de agua en la minería. Pero, pese a los distintos orígenes, en ambos casos el impacto será negativo para el crecimiento y hará más difícil la compleja situación política y económica que se avizora para el país en los próximos años.
Por motivos distintos, la escasez de agua está provocando problemas tanto en el norte como
en la zona central del país.