Código de Aguas
Señor Director: Don Pablo García C. Se manifiesta sorprendido por mi carta anterior, aduciendo que, respecto de los temas hídricos, es la opinión de la ciencia la que se debe escuchar. Con ello parece desmerecer lo que pensamos los agricultores que convivimos con los efectos del calentamiento global, estamos atentos a la fenología de las especies que cultivamos, y lo sufrimos con la intensificación de la variabilidad climática. También debemos velar por la sostenibilidad y continuidad de la agricultura, fuente de vida y trabajo del mundo rural, y es por ello que buscamos soluciones a problemas concretos. Los pozos profundos que sirven a los sistemas de agua potable rural extraen entre 1 y 3 l/s, volúmenes insignificantes que se están reponiendo para devolver dignidad a la vida de los pobladores. Entretanto seguimos esperando que el país afronte los temas de infraestructura y gestión en materia hídrica, donde quisiéramos escuchar la voz de la ciencia. En temas hídricos, por ahora nos quedamos con la opinión de los científicos israelíes, quienes se sorprenden cuando se sostiene que Chile está en una profunda crisis hídrica, sin antes asumir la enorme reserva que constituye la escorrentía invernal que se puede retener en embalses, la cuantía de nuestras reservas subterráneas, susceptibles de recargar natural y artificialmente; la desalación y los avances que se pueden lograr en materia de tecnificación de riego, entre muchas otras soluciones. Honrando nuestras peores tradiciones, en vez de asumir esos desafíos que suponen compromiso, esfuerzo, creatividad, ciencia y voluntad política, nos limitamos a mitigar sus efectos y a anunciar planes maestros a 50 años, mientras se aprovecha la crisis para proponer modificaciones al Código en aspectos que entregan poder de coerción sobre los ciudadanos. Los agricultores apoyamos todos aquellos aspectos que ayuden a resolver problemas reales: resguardo del medio ambiente, prioriZación de otorgamiento de derechos, persecución al no uso y un largo etcétera, pero no creemos que sea necesario entregar facultades al Estado que puedan discrecionalmente afectar la libertad de emprender y atentar en contra del patrimonio de los titulares, cautelados por la Constitución y acuerdos internacionales. Creo que se nos terminó el tiempo para relatos, y por el bien de Chile quienes hacen ciencia y los que la aplicamos debemos sumarnos a contribuir a bien resolver los desafíos que nos plantea la naturaleza.
PATRICIO CRESPO URETA Expresidente SNA