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Estuvo a punto de repetir primero básico, por problemas de aprendizaje. “Si se hubiese usado en esa época, seguro me habrían dado”, dice el académico.
Por Jéssica Henríquez D.
Ace cinco décadas, cuando Ignacio Sánchez tenía 6 años, nadie habría imaginado que se convertiría en médico, profesor, decano y rector de una de las universidades más prestigiosas en Latinoamérica. Era sonámbulo, escribía extrañamente y mostraba trastornos de desarrollo. En esa época escuchaba comentarios de su madre que lo descolocaban. “Me decía: «Mijito, no estudie, las notas no tienen ninguna importancia. Mejor descanse, páselo bien, vaya a fiestas y coma rico. ¡Si estudiar hasta tarde hace tan mal! »”. —Escucharla era algo de locos, no porque yo tuviera puros 7 ni nada. De hecho ni yo ni mis hermanos teníamos taaaan buenas notas. Pero ella tenía el concepto, y no lo digo mucho porque era bien disruptivo, de que las notas no importaban nada. “Si le hubiese hecho caso, habría andado a patadas con los cuatros”, dice.
Riguroso, trabajólico y en extremo ordenado. Le gusta planificar y tener las cosas bajo control, al punto que si su agenda está «algo sobrecargada», adelanta el inicio de su día (en algunas ocasiones a eso de las 5 de la mañana), para alcanzar a hacer todo lo que tiene en mente. “Me reconozco una persona con autodedicación, no porque me estén mirando, sino porque creo que hay que hacer las cosas bien. ¿Por qué me formé así? No lo sé”, dice. Hay un episodio que quizás podría explicarlo. Cursaba primero básico cuando, en septiembre, desde el colegio mandaron a llamar a sus padres (él era empleado administrativo de Gildemeister; ella, a cargo de la casa y de sus cinco hermanos. Ya cumplieron 61 años de matrimonio). El hoy rector si bien sabía leer, tenía problemas para escribir. Lo hacía de manera vertical y oblicua (en vez de horizontal) así que estaba listo para repetir el año. “Nunca fui a kínder. Y tenía trastornos de
desarrollo, de madurez. Como era sonámbulo, caminaba de noche dormido y escribía distinto, iba a reprobar el curso”, recuerda. Aprovechando las vacaciones de Fiestas Patrias, el grupo completo se fue a Viña del Mar a la casa de Mercedes, su abuela materna. Todos volvieron, menos él. Allí se quedó con su abuela, una mujer de carácter firme con quien siempre tuvo una relación muy cercana. Durante una semana ella “lo reinstruyó” en la escritura. —Me acuerdo como si fuera hoy que me dijo: «Mira, vamos a pasarlo bien y vamos a escribir bien». La rutina era levantarse y comer una pailita de huevo, conversar, salir a caminar y una hora y media de clases. Después venía el almuerzo, jugar canasta, dormir siesta y otra hora y media de clases, ver teleseries y acostarse. A la semana, volví escribiendo perfecto, no sé cómo, y pasé de curso. Sin ella, habría repetido. El sistema educativo ya me había hecho una cruz. Seguro que si se hubiese usado en esa
Época, me habrían dado Ritalín. A Sánchez (57) siempre le gustó el dibujo y el diseño. Hasta las vacaciones de invierno de 4* medio quiso ser arquitecto. Tenía aptitudes. Hasta ganó algunos concursos. “Como no me iba bien en Biología, para subir las notas me llevé el Ville (libro de fisiología) para estudiar”. Ahí descubrió “dibujos muy bonitos de la célula” y fue tanto lo que se entusiasmó, que en septiembre ya estaba decidido a ser médico. Quedó en Medicina en la Chile y en la Católica. Su papá era católico, pero crítico de los sacerdotes. Y había estudiado dos años Derecho en la Universidad de Chile. “Yo creo que él tenía su corazoncito con la Chile, pero nunca me dijo nada. Yo entré a la Católica, ¿sabe por qué? Porque era hincha del club deportivo y ¿ cómo iba a estar gritando por la Católica rodeado por puros chunchos? Católico practicante, es mucho menos serio de lo que proyecta tras sus tradicionales ternos azules y camisas blancas o celestes. Tiene buen humor y suele recurrir al absurdo en situaciones cotidianas, para reírse de sí mismo. “Mis ojeras son tema permanente. ¿Sabe que cuando nací, la matrona le dijo a mi mamá que nunca había visto un recién nacido con ojeras? Es divertido, porque al resto de las personas le complica, pero para mi no es tema. Lo más insólito es que cuando tengo más ojeras, es cuando me siento menos cansado”, dice.
“Cuatro candidatos distintos” Fue en Medicina UC donde conoció a Salesa, su esposa. Ella también es pediatra y según las palabras de Sánchez, “una gran mujer que me ha acompañado desde que nos pusimos a pololear en tercer año de Medicina en el año 81”. Hoy tiene siete hijos (cuatro hombres y tres mujeres de 15 a 31 años), dos nietos y otros dos en camino. Ahora sólo quedan tres hijos viviendo en la casa de Lo Barnechea, “pero en algún momento éramos 10, así que sobran las piezas. Aunque los fines de semana nos reunimos a comer juntos y se arma un lote bien entretenido”, dice. Uno de los temas predilectos del grupo es la política. “Tengo hijos de un gran rango del espectro. Desde el Frente Amplio hasta partidos de la derecha tradicional, así que las discusiones políticas en mi casa son bien variadas. En la última elección presidencial, en la primera vuelta, en la casa votamos por cuatro candidatos distintos”. —¿Quién es el frenteamplista? —Uno de los que vive con nosotros todavía. Está por el Frente Amplio, aunque no sé por cuál de las facciones eso sí. —Usted era concertacionista y crítico de la dictadura. Siendo estudiante de Medicina atendía a los heridos de las protestas en la Parroquia Lo Hermida. Pero luego viró a la derecha. ¿Por qué? —Mi padre siempre fue DC y mi mamá del Partido Nacional. Ambos muy contrarios a la dictadura de Pinochet. En
la época militar me definía como alguien más de centro y durante varias elecciones voté por la Concertación, pero cambié el voto porque pensé que ya estaba un poquito agotado el modelo. —¿ Su opción fue hacia RN? —Exactamente. Es lo que más me puede identificar, aunque uno ve más a las personas, no a un partido determinado. —Hoy ¿ políticamente alguien lo representa?—No una persona, no. Aunque tengo una muy buena impresión de lo que está haciendo el ministro (Alfredo) Moreno. Su actitud en cómo enfrenta el tema de La Araucanía en terreno, construyendo confianzas, yendo a escuchar antes de opinar, conociendo a las personas por sus nombres, mostrándose de igual a igual, meidentifica plenamente. Lo mismo por cómo se ha involucrado en el proyecto Compromiso País en que en la UC estamos trabajando también un grupo importante de profesores. “Un acto de madurez” Cerca de cumplir nueve años liderando la principal universidad religiosa del país (su período termina en marzo de 2020), le ha tocado ver la crisis de la Iglesia Católica a propósito de las denuncias sobre abuso sexual contra algunos sacerdotes y acusaciones de encubrimiento. “Somos parte de la Iglesia y por supuesto que situaciones de abuso realizadas por sacerdotes nos indignan y avergiienzan. Por eso hemos pedido incluso perdón, no porque esos sacerdotes hayan trabajado aquí, sino porque debemos buscar cercanía con las víctimas y ayudar a conmoverse con lo que ha ocurrido. Si fuera un caso, sería horrible.. . pero en el este último año hemos conocido que hay más de 130 casos en investigación”, dice. —¿ Y qué están haciendo como universidad?—Junto con condenar y acompañar a las víctimas, debemos ver cómo colaborar en reparar el daño, así que hemos formado grupos de trabajo desde diversas disciplinas para reflexionar sobre las causas de esto y sobre el apoyo a las víctimas. —El celibato ¿ tendrá que ver? —NOo. Lo fundamental son las relaciones de abuso de poder que están muy enraizadas en nuestra sociedad. Nuestro país es muy clasista, muy autoritario y hay relaciones de poder muy fuertes. Y las relaciones de poder son un caldo de cultivo de abuso de poder y abuso sexual. Independiente de que la Iglesia reflexione sobre la vigencia del celibato o si los sacerdotes puedan elegir ser célibes, es una reflexión interesante que se tiene que hacer, pero no creo que sea la causa específica. La Iglesia tiene que reconstruirse, porque su reputación ha caído a niveles mínimos. La cantidad de personas que se autodenominan católicos va a la baja, particularmente en los jóvenes. —¿ Alguno de sus hijos es ateo? —No, ninguno; pero tengo dos hijos que se declaran no creyentes, agnósticos.
Uno es el frenteamplista. Discuten mucho los aspectos racionales de la fe, no van a misa, pero si hay una ceremonia religiosa en mi casa, por supuesto participan. —Usted y su esposa son muy católicos, ¿ le frustra que algunos de sus hijos no lo sean?? —Por supuesto que no es lo que hubiésemos esperado, pero respetamos la decisión. Y rezo para que recobren nuevamente la fe que en algún momento tuvieron. La fe es una gracia que uno debe agradecer y si la perdieron, tengo la esperanza de que la recuperen. —Muchas veces uno como padre se cuestiona cuando los hijos no adoptan los mismos principios. —También me le he preguntado. Siento que en nuestra casa dimos todos los espacios de libertad para que cada uno tomara su camino muy racionalmente y con plena autonomía. Cuando nuestros hijos nos dijeron en tercero medio que no sabían si se confirmarían, sólo les pedimos que asistieran a toda la preparación de la confirmación y, si al final decidían no confirmarse, los apoyaríamos. No me deja contento la decisión final, pero sí me deja contento el uso de esa libertad, porque me pregunto ¿ cuántos compañeros de mis hijos se confirmaron porque había que hacerlo? También valoro que sabiendo ellos que esto significaría un dolor para nosotros, lo hicieran igual. En el fondo, es un acto de madurez. —Con su esposa vivieron el embarazo de su hija mayor apenas ella había entrado a la universidad. —Es una noticia que uno no espera cuando se está estudiando en primer año de Medicina. Mi señora es una mujer y una madre extraordinaria. Todos la apoyamos. ¿ Cómo se vive? Con acogida y con sentido de familia. Se quedó viviendo con nosotros, vivió con alegría su maternidad y sacó adelante su carrera. Hace cuatro años se casó y se fue a formar su familia. Nuestro nieto mayor vivió con nosotros hasta los 9 años. Era uno más, muy regaloneado, piense que tiene solo dos años menos que mi hijo menor que tiene 15. Ahora ella es pediatra, realizando su especialidad y está feliz esperando su tercer hijo. —Este año la UC se abrió a que estudiantes trans usen su nombre social. ¿Como convive eso con el ideario católico tradicional? Los grupos más conservadores incluso hoy día ven la diversidad sexual como una especie de perversión. —Algunos sectores podrán mantenerlo, pero estoy en completo descuerdo. Si tenemos un discurso centrado en la dignidad de la persona, si nos oponemos al aborto para respetar al niño en gestación, si cuando pienso que en vez de eutanasia hay que tener cuidados paliativos o que se debe respetar la diversidad en todas sus formas, debemos proteger la dignidad de todos. ¿Quién soy yo para hacer una critica por la condición sexual de una persona? Es la misma pregunta que se la ha hecho el Papa Francisco. Para reflexionar ¿ no?
¿ Quién soy yo para hacer una critica por la condición sexual de una persona””.
Tengo dos hijos que se declaran no creyentes, agnósticos. Uno es frenteamplista”.