Imprimir Cerrar |
|
OPINIÓN
Por Miguel García Corrales, ecólogo paisajista y arquitecto del paisaje; director de la Escuela de Arquitectura del Paisaje de la Universidad Central de Chile En el planeta el gran reservorio de agua son los océanos que disponen del 97% del recurso. Sin embargo, su salinidad ha impedido su aprovechamiento para la vida del ser humano.
La disponibilidad de agua dulce es una preocupación permanente sobre todo si consideramos que casi 700 millones de personas tienen acceso a esta y que de acuerdo a Naciones Unidas, en 2025, cerca de 1.800 millones de individuos podrían sufrir la escasez de agua a niveles críticos.
En el planeta el gran reservorio de. agua son los océanos que disponen del 97% del recurso.
Sin embargo, su salinidad ha impedido su aprovechamiento para la vida del ser humano.
El desafío de transformar el agua de los océanos en agua dulce tiene en Chile un lugar destacado. En 1872, cerca de Antofagasta, se inauguró la primera planta industrial de desalineación del mundo, a cargo del ingeniero civil Charles Wilson Scot, implementando procesos de evaporación y condensación, obteniendo agua destilada solo con la energía solar. Esta tecnología ha evolucionado considerablemente y hoy en Australia el proyecto Sundrop Farms produce 15.000 toneladas de tomates al año solo con energía solar y agua de mar.
Alternativamente se ha desarrollado la tecnología denominada osmosis inversa.
Este método permite el desarrollo de plantas escalables en un comienzo altamente demandantes de energía.
No obstante, han avanzado sustancialmente en la reducción del consumo por litro de agua dulce producida.
Las mayores expresiones de esta tecnología de osmosis inversa las podemos encontrar en Israel, Estados Unidos y Arabia Saudita con la planta desalinizadora de Ras Al-Khair, la más grande del mundo.
En relación a las preocupaciones ambientales se aspira minimizar la huella de carbono frente a la desalinización de agua de mar, avanzar en la eficiencia energética y en el uso de fuentes limpias como el so! y el viento. En este sentido, la experiencia de la planta piloto instalada por Fundación Chile en Isla de Pascua, es un muy buen punto de partida.
En tanto, desde la perspectivade la operación es necesario hacerse cargo de las salmueras de descarte, solución saturada en sal, la que siempre se debe disponer en el mar, disuelta y en forma dinámica, para evitar impactos ambientales. Por otra parte, al captar agua del océano se pueden arrastrar peces y otros organismos. Para evitarlo, las tomas de agua deben constar con filtros para detenerlos y devolverlos sin riesgos al mar.
Finalmente, si la desalinización tiene como principal objetivo la obtención de agua para la vida humana, una segunda derivada es proveerla para cultivos productivos y otros servicios ambientales principalmente recreativos y contemplativos. Estos últimos mejoran la calidad de vida de los habitantes del desierto. En este caso es necesario cuidar los niveles de sales nocivas para la vegetación presentes en las aguas tratadas y crear en zonas desérticas, viveros de especies resistentes a esas exigencias y a la escasez del recurso. Así, la incorporación de proyectos con cuidados detalles en relación a la arquitectura del paisaje, pueden mejorar la vida humana en el desierto, lo que podría ser uno de los aportes más relevantes de la desalinización del agua de mar.
Copyright © 2022 · LITORALPRESS