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En su baja aprobación en las encuestas
Son parte de la clase media emergente despolitizada que creyó en la promesa electoral de «tiempos mejores».
Ace dos años votó por Sebastián Piñera como nuevo Presidente de la República, seducido por la oferta de sus «tiempos mejores». Hoy, con la promesa rota, le quita el apoyo convirtiéndole en el Mandatario peor evaluado desde el retorno de la democracia en 1990, dándole una esmirriada aprobación de 4,6% (Activa Research) o 7% (Cadem). Se trata del ciudadano independiente.
Un segmento de la población que se declara alejado de la política y de los partidos, y que en el último tiempo va en franco crecimiento.
Tanto que en lo que va corrido de 2019 aumentó 12 puntos, al pasar de un 57,8 % (enero) a un 69,75 % (noviembre) en la encuesta Activa Research. Según datos del Barómetro de las Américas/Lapop (de la Universidad de Vanderbilt), entre 1995 a 2012 el segmento de quienes no se sienten identificados con alguna posición política en Chile pasó de 63,52 % a 85,66 % en 17 años. ¿Cómo es este grupo que expresa así su desencanto de la política y que cada vez es más mayoritario? Es lo que intentamos dibujar junto a una historiadora, dos expertos en encuestas, un filósofo, un antropólogo y un psicólogo.
Todos además con experiencia en el análisis político.
Según Carlos Vergara, investigador en Flacso, el que haya cada vez más independientes “tiene que ver con la creciente deslegitimación de la dirigencia política y de los parlamentarios. La gente ya no cree en ellos y se declara independiente”. Eso, asegura, sería la razón de que en las encuestas cuando se consulta por futuros presidenciables aparecen mayoritariamente nombres de alcaldes (como Joaquín Lavín, Daniel Jadue o Cathy Barriga), vistos como más cercanos a la gente que a una colectividad (pese a que militan). “Pero no hay ningún dirigente del PS, ni la DC ni el PPD...sí aparece Michelle Bachelet por ser expresidenta y a veces, a la cola, Lagos Weber, Harboe o Insulza o Ximena Rincón.
La gente está muy renuente a los liderazgos más clásicos, de aquellos que provienen de los partidos grandes”, explica. Las razones de este alejamiento se generan “en la pérdida de confianza en el sistema político y en los políticos, a los cuales se les considera que se han desconectado de las necesidades reales de la gente” añade Catalina Carreño, gerente de la unidad de Marketing - Insight de Activa Research. Añade “que parte de la crisis que estamos viendo es la baja representatividad que tiene el mundo político con la ciudadanía y el alejamiento de la población de posiciones políticas”. De ahí que Vergara insista que la desaprobación “no es un tema solo del Presidente”. Idea que refuerza la historiadora Lucía Santa Cruz al sostener que “es muy difícil que un Presidente tenga popularidad en medio de una crisis como esta”. Sociológicamente este grupo corresponde principalmente a la clase media emergente, la que logró salir de la pobreza en los últimos 30 años.
“Tiene acceso a ciertos niveles de bienestar, al consumo, a tarjetas de crédito, muchos compran autos, salen de vacaciones, sus hijos van a la universidad.
Posibilidades que hace 30 años no tenían”, describe Vergara. Pero cuando los niveles de crecimiento comienzan a decaer “esa movilidad social se empieza a frenar y la gente se pone muy nerviosa, porque podría significar volver a la pobreza, perder sus empleos, que los niños vuelvan a la escuela municipal y que no tengan plata para terminar el mes”, agrega el investigador Flacso.
Ernesto Águila, analista político y académico de la U. De Chile, señala que los independientes que reprueban a Piñera se componen de al menos dos tipos de personas: los despolitizados que lograron ser captados por Piñera con la promesa de un nuevo impulso a la economía, que ahora ven rotas sus expectativas y que están sumidos en una crisis de la economía familiar; y aquellos que “producto de un agotamiento en el ciclo de endeudamiento o porque comenzaron a pensionarse en las AFP, pasaron de situación de clase media a estar más cerca de la pobreza”. “Este segmento está viviendo la no respuesta concreta de las demandas ciudadanas y un empeoramiento de su calidad de vida por temas de seguridad y destrucción del entorno en el cual vive”, acota Catalina Carreño. Agrega que descubrieron que “los «Tiempos Mejores» no les llegaron, y ahora el país está en peores condiciones y no ha sido capaz de poner orden con los problemas de delincuencia y saqueos”. Hugo Eduardo Herrera, director del Instituto de Humanidades UDP, concuerda en que el bajo apoyo presidencial se debe a expectativas defraudadas.
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Este segmento vive la no respuesta de demandas y el empeoramiento de la calidad de vida, en seguridad y destrucción del entorno”. Catalina Carreño Activa Research
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Por Viviana Candia V.
Expectativas frustradas alejan a los independientes de Piñera
Añade que “uno puede conjeturar que la desilusión del independiente debiese ser mayor que la del votante de derecha, en la medida de que ha intervenido una decisión y una apuesta por, precisamente, romper con la independencia y tomar partido”. Además, dice, como el independiente es más distante de la política, es “especialmente sensible a las deficiencias en el desempeño de los cargos”. Pablo Ortúzar, investigador del IES, dice que hay “una profunda decepción” ante las promesas electorales.
“La campaña llevada adelante por Piñera y Chile Vamos hacía pensar en un gobierno de reformas importantes orientadas hacia una sociedad más justa y mercados más eficientes y competitivos. En vez de eso, se montó un gobierno reaccionario, a la defensiva, e incapaz de hacerse cargo de las necesidades y malestares populares que habían quedado al descubierto hace tiempo”. Para Ortúzar, el gobierno de Bachelet no fue rechazado por tratar de cambiar las cosas “sino por hacerlo de una manera torpe, estatista y sobreideologizada”, frente alo cual “Piñera, en vez de responder de forma pragmática, lo hizo con el ideologismo opuesto”. (...) “No es raro que su popularidad esté en el suelo, y no solo entre los independientes. Si se ha defendido su continuidad en el cargo es por respeto a la institucionalidad republicana, pero si tuviéramos un sistema parlamentario, habría dejado de ser Presidente a la segunda semana después del estallido”. Similar crítica desliza Herrera, quien dice que “en el Gobierno no se ha podido apreciar una comprensión política” y que si bien “se entiende la revuelta con una combinación de economía y policía, se carece de sensibilidad política.
Parece haber una barrera hermenéutica o comprensiva en el Presidente”. Más aún, argumenta que “el Presidente cuando actúa es parcial y errático.
Paradójicamente sus omisiones, que permitieron forjar el acuerdo constituyente, han sido sus mayores contribuciones.
El juego es, sin embargo, arriesgado, pues el sistema político chileno está diseñado para que la impulsión política venga desde la Presidencia de la República.
Los partidos han hecho lo suyo, pero pueden entrabarse fácilmente en la negociación cotidiana.
Estamos recorriendo un camino en los bordes.
Ese déficit político es probablemente lo que resiente más fuertemente a los independientes”.
(Cuando el crecimiento decae) “la gente se pone muy nerviosa, porque podría significar volver a la pobreza”. Carlos Vergara Investigador Flacso
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