No es un motivo muy fértil para la pantalla, pero como metáfora de nuestra finitud logra alimentar un puñado de obras difíciles de olvidar.
S marzo y no llueve. Según el decir tradicional, después de un gran terremoto vienen siete años de sequía, pero aquí o alguien no sabe contar, o hay que contar.. . ¿desde cuál de los terremotos? En la simbología clásica la virilidad se asocia al terreno yermo y la humedad a lo femenino, por lo que en varias mitologías el diluvio es el triunfo del matriarcado. Heráclito afirmó: “Muerte es para las almas convertirse en agua”, mientras que “Polvo eres y en polvo te convertirás” se le advierte bíblicamente al cuerpo. Sequías ha habido siempre y han derrumbado imperios milenarios como el etíope, que cayó hace menos de cincuenta años. Dentro de poco regar el pasto será un atentado contra la seguridad interior del estado y nuestro urbano guanaco verde no tendrá más su principal materia prima. Siendo el 22 de marzo el Día Mundial del Agua, sería conveniente que todos nos abstuviéramos de beber ese día, para así adquirir la conciencia de su vital, sagrada, importancia. La sequía no era un problema mundial hace medio siglo, aunque existieran amplias zonas afectadas por el fenómeno. Recién a partir de los sesenta, especialmente en el Tercer Mundo, se comienza a reiterar el motivo en el cine.
Antiguas sequías
Quizás si inspirada en el episodio de «La consagración de la primavera» de «Fantasía» (1940), en que los animales prehistóricos se extinguían por una sequía, «Dinosaurio» (2000), también de la fábrica Disney, toma como protagonista a un muy integrado dinosaurio que junto a sus amigos protosimios enfrentan la aventura de la sobrevivencia después de la caída de una lluvia de meteoritos gigantes que evapora casi toda el agua del planeta. En su momento costó una barbaridad que no se recuperó. Fondos naturales con dibujos computarizados y cinco años de realización para una historia apocalíptica y presentada el año del cambio de milenio con una conclusión edificante, pero no muy tranquilizadora: si nos vamos a extinguir que sea con nuestros amigos. Varias decenas de millones de años después se ubica el episodio catalizador de «2001: Odisea del espacio» (Stanley Kubrick, 1968), justamente el de una sequía que afecta a primates que para sobrevivir luchan por el agua, ganará el bando que sepa utilizar una mejor arma para imponerse a los demás. El arma, lo sabemos todos, es un hueso y una inspiración que parece provenir desde otro mundo. Así comienza
uno de los relatos más ambiciosos que se hayan filmado y también de los más perturbadores, tanto por lo que dice sobre nuestro traumático origen violento como por lo que sugiere sobre nuestro incierto futuro. Más anecdótico y acotado es el relato de «Lagaan, érase una vez en la India» (Ashutosh Gowariker, 2001), película india que obtuviera un gran éxito planetario e incluso una candidatura al Oscar. La acción se desarrolla durante la ocupación colonial británica y el detonante es también la sequía que afecta a una provincia de campesinos que se ven en dificultades para pagar su impuesto, lagaan, a los imperialistas británicos. Estos, personificados en un arrogante oficial, proponen una solución que tiene mucho de humillación planificada: jugar el pago del impuesto en un partido de cricket. Huelga decir que los rústicos campesinos deberán cumplir el rol de David ante Goliath. Tres horas cuarenta y cinco minutos de cine convencional, pero entretenidísimo y en el que no faltan estupendos números musicales y grandes escenas de masas. Al final, hasta las nubes monzónicas participan del tenso partido de cricket.
_Vera-Meiggs
Jack Nicholson en «Chinatown» (1974), de Roman Polanski.
Sequedales modernos
En los años treinta, una sequía en Los Angeles había sido aprovechada por inescrupulosos para obtener ganancias ilícitas, defendidas a veces con armas mortales. En ese marco se sitúa «Chinatown» (1974), una de las más refinadas exploraciones que Roman Polanski ha hecho a los dominios del Mal. El notable guión toma menos de cinco minutos para introducirnos en el problema de la sequía que asola a una ciudad gobernada subterráneamente por los intereses económicos de unos poderosos que no han cambiado mucho sus rostros amables ni sus métodos infames. El detective privado Gittes (Jack Nicholson) enfrenta interrogantes y paradojas: ¿ Puede el ingeniero jefe de las aguas de la ciudad morir ahogado en plena sequía, al igual que un vagabundo que vive a las orillas de un río seco? ¿ Puede una esposa (Faye Dunaway) intentar esconder y proteger a la amante de su marido? Con sus modos clásicos, Polanski no envejece nada. Su homenaje al cine negro de los años cuarenta resulta hoy tan lozano como lo fue en su estreno hace casi medio siglo. Su denuncia, desgraciadamente, también. «Vidas secas» (Nelson Pereira dos Santos, 1963) fue el fértil inicio del Cinema Novo brasilero, uno de los momentos altos del cine continental. La ruda vida de una familia de campesinos del nordeste del Brasil que parecen destinados al permanente sufrimiento por una sequía que no cede. Crónica realista, cruda y sin escapatoria, pero no carente de belleza cinematográfica, debida principalmente a la sobria fotografía de Luíz Carlos Barreto.
«Rango» y «Mad Max»
Fantasías secas
El imaginario infantil está sazonado de temas de la actualidad social en un grado que no conocieron generaciones anteriores. Incluso el encantador mundo de los dibujos animados aparece recorrido por tensiones sociales, amenazas ecológicas e inquietudes varias. No nos debiéramos quejar de ello cuando la necesidad de adquirir conciencia es indispensable para asegurar algún tipo de futuro. Tampoco es la primera vez que la humanidad se enfrenta a desafíos semejantes, por lo que debiéramos haber aprendido algo de la historia. Los relatos orales, la biblioteca más antigua de la humanidad, están ahí para recordarnos la necesidad de recomponer las leyes que nos unen a la naturaleza. «Kirikou y la hechicera» (Michel Ocelot, 1998) es un buen ejemplo. Su realizador pasó su infancia en Guinea y de ahí se nutrió para la realización de esta hermosa fábula folclórica en que un pequeño héroe descubre que una hechicera desdichada es causa de la sequía de su aldea. Atractiva iniciación para los niños a los problemas del ecosistema. «Rango» (Gore Verbinski, 2011), repite la historia de Kirikou, pero cambia la anécdota, la escenografía y su público objetivo. Un camaleón se pierde en el desierto de Mojave y buscando agua llega al pueblo de Tierra, que agoniza por una larga sequía. Sólo contando con su histrionismo y fantasía se transforma en el héroe que siempre quiso ser. Los habitantes del pueblo son todos animales del desierto, cuya moneda es el agua, mientras el sospechoso alcalde repite algunas de las frases de John Huston, el villano de «Chinatown». Pero existe también el Espíritu del Oeste, sospechosamente parecido a Clint Eastwood. Divertido homenaje al spaghetti western, con voz de Johnny Depp, música de Hans Zimmer y fotografía de Roger Deakins («1917»). Oscar 2012. «Mad Max, furia en la carretera» (George Miller, 2015) es una fantasía ya descrita en el título. El protagonista se enreda en una espectacular persecución en un desierto cada vez más seco. El objetivo es llegar a las “tierras verdes”, que ya no son tales. El agua la controla un villano violento al que siguen jóvenes fanáticos que desean morir para llegar al Walhalla. Una anciana rebelde conserva consigo semillas. Un guitarrista eléctrico arroja fuego desde su instrumento. Notables diseño de maquillaje, vestuario, sonido y dirección de arte, premiados debidamente con el
La peor de las sequías posibles es la que producen voluntariamente los seres humanos cuando saquean la naturaleza. Múltiples son los casos de empresas mineras que condenan a comunidades campesinas a la desaparición para saciar sus apetitos. Un ejemplo, entre muchos, es el que relata «Hija de la laguna» (Ernesto Cabello, 2015), documental peruano de sencilla belleza que muestra la lucha por la defensa de una menguante laguna en las alturas de Cajamarca, bajo cuyo fondo se supone hay un depósito de oro. Una vieja historia que condensa la de toda América.