Debatir sobre temas éticos fortalece nuestra sociedad
Los temas valóricos y éticos se han instalado en un lugar importante de las prioridades ciudadanas y, contrariamente a lo que se puede pensar, no están circunscritos solamente a vocerías de religiosos, filántropos, o influenciadores/as, sino que se han visibilizado y reforzado en todos los ámbitos del tejido social. Los casos de corrupción y colusión que se han registrado en el país, lo que ocurre con el uso del agua en zonas con déficit hídrico, y otras situaciones poco transparentes, dejan en evidencia que es la ciudadanía la que exige abordar estos temas. Los conflictos de intereses de quienes no saben o no quieren separar los negocios de la actividad pública, son materias que siguen generando una fuerte inquietud ciudadana. Desde este diario siempre nos hemos dado el tiempo para hacer nuestro aporte al mensaje de las instituciones y de las personas que tienen mucho que decir en este aspecto, a saber, las distintas confesiones religiosas, organizaciones filosóficas y por cierto, los partidos políticos, colegios profesionales y la comunidad toda. Con más o menos sentido de autocrítica, los temas éticos y valóricos llegan a todos los estamentos sociales y se han convertido en un foco de atención permanente de las personas. Y en una comunidad pequeña como la aisenina, sus integrantes deben ser capaces de poner en valor estos temas y generar debates efectivos y permanentes respecto al tipo de sociedad que queremos construir, a nuestras capacidades de tolerancia y por cierto, a la siempre necesaria apuesta por lograr una cohesión de todos los estamentos sociales con la finalidad de superar las desigualdades que existen y que provocan tan profundas diferencias. Y precisamente este mensaje debe estar implícito en las reflexiones que a diario hacemos desde nuestro fuero íntimo, como las que deben priorizarse en la gestión del Gobierno y en las propuestas de
las diversas organizaciones sociales, y por cierto, considerando los anhelos de la gente, insumo preponderante en la construcción de una sociedad más justa y con altos estándares éticos. Deben ser los representantes de las organizaciones ciudadanas quienes asuman un auténtico protagonismo para así generar instancias de conversación y reflexión en torno a los temas fundamentales, a esos que ninguna sociedad debe renunciar sino que por el contrario, debe poner de relieve en forma constante. Más aún cuando hablamos de ciertas identidades o valores sociales representativos de nuestra región. Nuestro país vive momentos tensos, con una desconfianza creciente en la clase política y el propio Gobierno siempre es cuestionado al respecto, por lo que retomar el camino del diálogo aparece como una medida fundamental para lograr reinstalar lo que los entendidos denominan como fe pública. Pero un diálogo sincero, sin restricciones de ningún tipo y con mucho sentido de autocrítica. No debemos olvidar que la inequidad, la mala a distribución de la riqueza, la falta de empleos decentes, y muchos otros temas, son aspectos fundamentales de la ética social y de la responsabilidad gubernamental, donde el verdadero objetivo de toda acción humana debe estar puesto precisamente en los más vulnerables, en los postergados. Nuestro llamado es a recoger el sentir ciudadano, a aplicar verdaderamente el sentido social de la vida, y a preocuparnos del desarrollo pero centrado en la gente como factor preponderante. Habrá entonces que llevar a la práctica la teoría social con acciones concretas, con actitudes que deberían marcar una diferencia, por lo menos en lo teórico, respecto al tipo de sociedad que estamos construyendo y que queremos.