Convivencia universitaria
“.. .la vida universitaria es un lugar de privilegio para trabajar
por una sana convivencia, una que se exprese en los valores del respeto,
responsabilidad, cuidado de la persona, su entorno y el medio en que nos desarrollamos.. .”.
IGNACIO SÁNCHEZ D.
Rector Pontificia Universidad Católica de Chile
En la actualidad, uno de los desafíos más importantes a abordar en las instituciones de educación superior es la convivencia de la comunidad universitaria. Esto es, poder realizar un trabajo conjunto buscando el bienestar y participación de todos los estamentos, manteniendo un espíritu de trabajo riguroso y con altos estándares de calidad, lo que ciertamente debe caracterizar a nuestras universidades. Esto es especialmente importante en el caso de los estudiantes, en quienes se han demostrado altas tasas y frecuencia de trastornos de salud mental, las que han encontrado factores de riesgo asociados, como la falta de redes familiares, la mayor vulnerabilidad de los estudiantes, las brechas académicas y el alto nivel de exigencia universitario. De hecho, en las últimas semanas, en estas páginas se han publicado cartas y columnas de opinión que presentan diferentes aristas de esta problemática, por lo que creo es de interés desarrollar en más detalle este tema. Las universidades son lugares privilegiados de encuentro intergeneracional, de gran valor inclusivo, de tolerancia y aprendizaje, donde los jóvenes se enfrentan —a veces por primera vez— a estudiantes diversos y de gran variedad de características sociales, culturales y personales. Esta experiencia y encuentro tan marcador explica en gran medida la importancia que los jóvenes le dan a la vida universitaria.
Nuestras instituciones son lugares de enseñanza y creación de nuevo conocimiento, de experiencias de vida y de crecimiento personal. Este es un período que prepara a la vida de manera independiente, con todo lo que esto significa: aprendizaje del respeto, diálogo, valoración por las opiniones ajenas, lograr buscar puntos de encuentro, es decir, un lugar y tiempo en el que se aprende a vivir en comunidad. Las mejores formas de relacionarse, el autocuidado, el respeto y la calidad de vida sustentable en el diario vivir universitario deben ser responsabilidad compartida entre quienes desarrollan su vida en comunidad. En este sentido, el aporte de los profesionales que apoyan el crecimiento y desarrollo de las actividades estudiantiles es crucial. En el caso de los jóvenes, su vida interior y desarrollo de valores superiores, los hábitos de estudio, la formación de grupos de trabajo, el cuidado del sueño y descanso, las actividades extraprogramáticas, deportivas y recreativas tienen una relación directa con el mayor rendimiento académico. Por el contrario, el aislamiento social y familiar, los altos índices de automedicación y consumo de estimulantes, el abuso de alcohol y drogas ilícitas, las jornadas de estudio extenuantes y no programadas, el mal uso de las redes sociales —en especial cuando se utilizan para denostar a los propios estudiantes—, las situaciones de acoso y abuso de poder y de connotación sexual, son altamente dañinas en lo personal y presentan riesgo de ruptura grave de la convivencia universitaria. En la experiencia de la UC, una institución de calidad internacional, con altos estándares de exigencia académica, hemos observado —tal como se ha visto en la juventud de nuestro país— un notorio aumento de la necesidad de apoyo de los estudiantes en ámbitos de salud mental, apoyo académico —en particular en un número significativo de estudiantes que han ingresado por vías de inclusión— y aumento de las necesidades y requerimientos desde los estudiantes hacia la universidad. Esto nos compromete y nos desafía a trabajar con mayor ahínco en la formación de redes de apoyo; en el aporte del Ombus a la convivencia; en potenciar el respeto y la integridad académica; en cumplir con nuestro Código de Honor —en que nos comprometemos a trabajar por el bien común y al cuidado de la dignidad de la persona—; en la responsabilidad en las tareas universitarias; en el desarrollo de campus saludables, y en el autocuidado y formación de competencias para la vida de los estudiantes. Todo esto debe darse con un especial cuidado de aumentar la calidad, rigurosidad y exigencia académica, para poder entregarle más y mejores egresados y bienes públicos a nuestra sociedad. En suma, la vida universitaria es un lugar de privilegio para trabajar por una sana convivencia, una que se exprese en los valores del respeto, responsabilidad, cuidado de la persona, su entorno y el medio en que nos desarrollamos. El anhelo de un desarrollo socioambiental sustentable se debe dar en primer lugar al interior de nuestras instituciones. De hecho, las universidades debieran constituirse en verdaderos laboratorios de convivencia social, con énfasis en potenciar los valores de una auténtica vida en común. Tenemos el gran desafío de construir una convivencia universitaria que sea un ejemplo y un testimonio para la vida de nuestra sociedad.