Imprimir Cerrar |
|
Despreocúpese: la próxima semana Chile no será azotado por un terremoto magnitud 10
No reenvíe cualquier cosa: expertos sugieren una actitud más crítica frente a mensajes alarmistas.
Para no generar pánico académicos piden ser más críticos frente a anuncios de cataclismos.
» "La gente es floja: debería contrastar y corroborar dónde está la fuente," Daniel Halpern, investigador PUC
Iulio Matus V.
Si le hacemos caso a una difundida cadena de WhatsApp, la próxima semana Chile será azotado por "un terremoto magnitud 10".
Así lo anuncia una supuesta vidente argentina, que en un largo audio vaticina la destrucción de medio país.
De partida, cabe aclarar que un terremoto magnitud 10 sólo podría producirlo un cataclismo equivalente a la caída de un asteroide sobre la Tierra.
Eso, por cierto, no está previsto en el futuro inmediato.
Este mensaje sigue el canon clásico de los avisos catastrofistas de WhatsApp (donde ya se han anunciado otros terremotos o el inminente desabastecimiento de gasolina, por ejemplo). El emisor primero cita como fuente a alguien que sabe datos supuestamente ocultos al gran público, luego emite una alerta urgente y termina pidiendo enviarlo a la mayor cantidad de gente posible. Y así se viralizan de celular en celular: la enorme mayoría advierte de inmediato el engaño, pero siempre hay alguno que cae.
Hablan académicos ¿Por qué hay gente dispuesta a divulgar patrañas a través de las redes sociales? El investigador de la UC Daniel Halpern, doctoren comunicaciones de la Rutgers University, identifica tres razones. Primero, porque "hay un ambiente de desconfianza, la gente ya no sabe en quién confiar, las autoridades cada vez se les caen más por lo tanto frente a información inverosímil, podría llegar a pensar que es cierta y que hay grupos que quieren que se tape".
La segunda razón, dice, es que "cuando comparto un WhatsApp, el mensaje no me llega de una fuente anónima, sino de un amigo, de un compañero, de un contacto en quien yo confío; por lo tanto hay un efecto sicológico en la persona, donde tú conoces bien a la fuente".
Y la tercera es que "la gente es floja: debería contrastar y corroborar dónde está la fuente, pero por comodidad no lo hace".
Halpern teoriza que estos mensajes alarmistas se viralizan pues divulgan información de alto carácter emocional que genera miedo y gatilla la necesidad urgente de comunicarla a otros. "Cuando me emociono, quiero comunicar lo que me está sucediendo. Y el teléfono es lo que se tiene más a mano".
"Tenemos que ser más críticos ahora, en no atribuirle valor de emisor de comunicación a cualquier canal que nos trasmita un mensaje", plantea Eileen Hudson, académica de la U. del Desarrollo y doctora en Comunicación Pública. "Hay que desarrollar un sentido crítico nuevo frente a la red social", sugiere. "Nos tenemos que acostumbrar a reconocer a las redes sociales como un integrante más de un diálogo, pero no como un medio de comunicación".
"Las redes sociales son un mero difusor de esa información, pero no es su culpa", advierte la sicóloga Dominique Karahanian, académica de la U. Mayor. "Creo que las personas deben estar informadas, pero deben corroborar si esa información es así".
El sismólogo Mario Pardo, de! Centro Sismológico Nacional, pide a las personas que, en estos casos, se fijen en la fuente de la información: si es en tono de rumor, antes de reenviar hay que tratar de chequear si el anuncio catastrófico realmente es verosímil
Copyright © 2022 · LITORALPRESS