No es sequía, es saqueo
Se supone que uno de los bienes naturales que abundan en Chile es el agua. La gran cantidad de ríos, lagos y glaciares entregan al país un gran potencial hídrico. Sin embargo, hoy la realidad es distinta y el agua dulce se ha transformado en un recurso más bien escaso. Un rápido recorrido por las provincias de Quillota, Petorca, San Felipe y Los Andes, nos enfrenta con la más dura realidad de la crisis hídrica, que afecta desde hace unos años a gran parte del país, y que en el caso de la zona interior de la Región de Valparaíso golpea con dureza y preocupación. Rios, esteros y lagunas secas; animales desnutridos por falta de forraje; cerros destruidos y suelos alterados por la sobreexplotación de monocultivos ajenos a la vocación del territorio (como los paltos); procesos de deforestación y degradación del bosque nativo, entre otros, son algunos de los problemas que se pueden apreciar a simple vista. La crisis se genera en parte por la sequía que afecta desde hace más de 15 años y, muy particularmente, por el uso (abuso) indiscriminado e irresponsable del recurso, donde el sector agrícola aparece como el principal responsable al consumir más del 70% de agua que se ocupa en Chile, muy por sobre lo que consume la minería y la población. Las cuencas representativas de la región son (o eran) Petorca, La Ligua y Aconcagua. Las dos primeras ya fueron declaradas agotadas (1997 y 2004, respectivamente), mientras que la tercera está en estado crítico. El balance que hizo el año pasado la Dirección General de Aguas (DGA), reveló que entre 1985 y 2015 dejaron de correr 186 m3 de agua por segundo en el río Aconcagua, sufriendo una disminución de un 32,2 % en 30 años. Si bien la falta de lluvias y el cambio climático se vienen registrando desde hace un tiempo en gran parte del planeta, en Chile no se han considerado las indicaciones realizadas por organismos internacionales que recomiendan proteger y resguardar el agua como un bien nacional y un derecho humano. Muy por el contrario, se han sobreotorgado derechos de agua a grandes empresarios y se ha hecho permanente vista gorda a la extracción con drenes ilegales desde las cuencas acuíferas. De ahí que en medio de la sequedad de los cerros, sorprenda ver verdes plantaciones de monocultivos como los paltos, que consumen importantes volúmenes de agua al año, que se plantan sin restricciones de sustentabilidad y que, por lo mismo, se ha transformado en uno de los principales responsables de la actual escasez hídrica que afecta a la zona interior. El problema de fondo es una Constitución impuesta en Dictadura
que promueve la propiedad del agua y un Código de Aguas que facilita el aprovechamiento mercantil del elemento, a través de un Estado que concede los derechos de agua al sector privado en forma gratuita y a perpetuidad. Tras el regreso a la Democracia se promovió y perpetuó este modelo. Los sucesivos Gobiernos hicieron oídos sordos a los diagnósticos técnicos que existian desde hace tiempo, negándose a implementar una política seria y responsable que haga del agua un derecho humano esencial e irrenunciable. Hoy se hace insostenible mantener este modelo de abuso del recurso hídrico. Por ello, es fundamental adoptar medidas urgentes a nivel de Estado, para abordar la crisis a corto, mediano y largo plazo. Se debe trabajar en un desarrollo sustentable, sostenible y responsable, que beneficie la vida de las personas y el medio ambiente. Paralelamente, es fundamental que en un eventual cambio de Constitución se considere el agua como un bien nacional y un derecho humano; y, además, se derogue de una vez por todas el Código de Aguas, porque tal como lo han dicho dirigentes sociales “no es sequía, es saqueo” lo que sucede con el agua en Chile.
Gonzalo Valero Acevedo Periodista