Aportes desde la ecología del paisaje a la conservación de las áreas silvestres protegidas
Germaynee Vela-Ruiz Investigadora Centro Regional Fundación Cequa
in ser especialista en el estudio del paisaje, en los últimos años he tenido la suerte de formar equipo con una excelente ecóloga paisajista, Javiera Delaunoy, con quien el Centro Regional Fundación Cequa ha podido relevar la calidad y fragilidad del paisaje de áreas silvestres protegidas tan importantes como son el Parque Nacional Bernardo y el Parque Nacional Torres del Paine. Es así, como desde la planificación y el manejo de las áreas protegidas, hemos buscado que los estudios de paisajes aporten y sean considerados especialmente al momento de establecer infraestructura habilitante. El paisaje se reconoce como un concepto multidimensional, que se refiere directamente a la percepción que tiene el hombre sobre el medio. Por ejemplo, el Servicio de Evaluación Ambiental y Sernatur (2013) plantean que el paisaje “constituye una modalidad de lectura del territorio establecida a partir de los recursos perceptivos del ser humano, la cual permite identificar, interpretar y valorar aquellos atributos que le asignan una calidad única y representativa”. Asimismo,
diversos autores reconocen que la evaluación del paisaje es un instrumento fundamental para la planificación y el ordenamiento territorial, ya que permite tener una visión integral y permite desarrollar directrices para el estudio e intervención de los diferentes territorios. En el caso de los estudios realizados en el Parque Nacional Bernardo O”Higgins (PNBO) se identificó a gran escala la homogeneidad de los componentes del paisaje (biofísicos, culturales y estéticos), donde al mismo tiempo, el relieve presenta una gran diversidad de formas, las cuales han sido generadas por los procesos geológicos a los que ha estado expuesto el territorio. Las áreas más singulares en este territorio son las islas cercanas al océano Pacífico y los glaciares del Campo de Hielo Sur. En términos de calidad visual, la totalidad del PNBO presenta una valoración alta, resaltando ciertos sectores en que los componentes del paisaje permiten identificar una calidad visual muy alta. Dentro de estos sectores encontramos los fiordos y respectivos glaciares emisarios de los fiordos Europa, Amalia y Témpano, así como el sector
De las islas expuestas hacia el Pacífico donde se encuentra el canal Trinidad y el golfo Ladrillero. En el caso del Parque Nacional Torres del Paine (PNTP), siendo el disfrute, y por ende la conservación del paisaje del Macizo Paine uno de los principales objetivos de su creación el año 1959, la evaluación del paisaje realizada en torno a los senderos de montaña W y Macizo Paine evidenció una alta calidad visual del paisaje. Lo que se condice con el importante atractivo turístico que presenta el PNTP, y con las altas tasas de visitación que experimentan los senderos estudiados. En ambos casos de estudio, se identificó la sensibilidad de las unidades de paisaje, integrando los valores de calidad y fragilidad visual, lo cual es una herramienta para definir grados de restricción y aptitudes de uso de acuerdo con los atributos visuales del paisaje. Esto permite generar recomendaciones que deberían utilizarse como guía, especialmente para la definición de áreas de uso público y la instalación de infraestructura habilitante. La diferencia entre ambas áreas protegidas, es que en el caso del PNBO los estudios han sido previos a
la instalación de infraestructura, aunque a macro-escala dado los más de 4 millones de hectáreas que conforman este parque, lo que permite considerar estos resultados de forma previa al desarrollo de equipamiento. En el caso del PNTP, la evaluación del paisaje incluyó además el reconocimiento de los impactos generados sobre el mismo, donde la instalación de infraestructura y la ocurrencia de incendios forestales han impactado en diferente medida el paisaje. Es así, como se han realizado una serie de recomendaciones para disminuir los impactos que generan las obras de construcción dentro de un área protegida, esperando que estos aprendizajes sean considerados para planificar intervenciones en Torres del Paine y en otras áreas protegidas de nuestra Región. El Centro Regional Fundación Cequa busca aportar de forma permanente con la conservación de los ecosistemas de la región, así como con la gestión de las áreas silvestres protegidas que son patrimonio de todos los chilenos, considerando a la vez la importancia de la conservación del paisaje. Más detalles de estos estudios es posible encontrar en la sección de libros en www.cequa.cl.