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Aunque producen menos que nuestro país, los trasandinos han avanzado terreno en la agregación de valor
GRAFICO
Grupo italiano instalará una fábrica de baterías para buses en la Provincia de Jujuy.
JOAQUÍN RIVEROS
Argentina metió cuerpo en el tema del litio. El 2 de mayo pasado, el ministerio de Energía y Minería emitió una declaración donde informaba que su país estaba en camino de producir 145.000 toneladas de carbonato de litio para 2022, cinco veces lo que produjo en 2016: 29.000 toneladas. En igual año, Chile produjo 78.000 toneladas. "Hay un conjunto de proyectos en diferentes estados de progreso que podrían entrar en producción en los próximos cinco años por un monto de un billón y medio de dólares", amenazó el ministro de Energía y Minería Juan José Aranguren.
Las sales y algo más Pero más allá de la producción primaria, el partido del litio se juega en el valor agregado. Y en ese partido, los trasandinos la están empezando a tocar. Las universidades de La Plata y de Córdoba tienen algo así como un combinado de 45 investigadores que trabajan en el desarrollo de nuevos materiales en base a litio para la creación de baterías. "Nos juntamos cada tres o cuatro meses y hacemos un trabajo conjunto en núcleos paralelos. Somos científicos, pero trabajamos apuntando a desarrollos tecnológicos muy concretos, tanto en la obtención de materiales, como en la forma de industrializarlos para una producción en gran escala", cuenta el profesor Daniel Barraco, doctor en física de la Universidad de Córdoba, quien lidera uno de los grupos y es algo así como el Messi del cuento.
El desarrollo de nuevos materiales es clave. "La pelea no sólo está en tener el carbonato de litio, sino en conseguir nuevos materiales relacionados que permitan satisfacer las necesidades de almacenamiento de energía para diferentes usos", explica el científico. Los requerimientos futuros varían según la necesidad a cubrir, agrega Barraco. En el caso de los autos, por ejemplo, se busca almacenar la mayor cantidad de energía en el menor peso posible; en el de las casas alimentadas con energías renovables no convencionales, tener el mayor ciclo (número) de cargas.
El trabajo del combinado universitario transandino ya tuvo resultados. En diciembre del año pasado patentaron en Estados Unidos un ánodo en base a silicato carbonoso. "Se carga en 20 minutos", cuenta Barraco.
Baterías para buses Los equipos universitarios funcionan en conjunto con Y-TEC, sociedad entre la petrolera YPF y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), el equivalente al Conicyt chileno. En el proceso de investigación, el grupo se relacionó con el Instituto Politécnico de Torino, que trabajaba con la empresa de batería Lithops, que fue adquirida por el grupo italiano Seri.
La relación desembocó, en diciembre pasado, en el anuncio de la construcción en Jujuy de una fábrica de baterías de litio para el transporte público de la provincia, la que comenzaría a funcionar este año. Significará una inversión de US$ 80 millones, puestos en conjunto por la empresa estatal Jemse (Jujuy Energía y Minería Sociedad del Estado) y la italiana Seri. "Los sueños que tenemos son muy grandes con la planta de enriquecimiento de litio, la construcción de las celdas y el ensamblado. De las baterías para colectivos queremos llegar a fabricar mega baterías", dijo a la agencia Telam José María Palomares, presidente de Jemse.
El caso de Seri podría ser replicado por otros equipos de las ligas mundiales. Compañías como Tata Peugeot y Volkswagen han visitado Jujuy y Catamarca, provincias que concentran el litio en Argentina. Los sondeos buscan ganar terreno para abastecerse de un mineral cuyas ventas mundiales se estima se incrementarán desde los US$ 2.000 de 2016, hasta 7.700 millones en 2022. Así las cosas, la albiceleste del litio la está tocando.
¿Y Chile? A diferencia de lo que ocurre en Argentina, el litio en Chile tiene la condición de recurso estratégico, por lo que no puede ser concesionado. Ello implica que solo el Estado lo puede explotar. En base a esa premisa, Corfo implemento una estrategia que entrega una cuota de producción del Salar de Atacama a precio preferente a empresas que elaboren productos a partir de carbonato de litio. Las seleccionadas en marzo pasado, en una primera fase que considera el 25% de la producción de Albemarle, fueron Molymet, de Chile; el consorcio Samsung- Poseo y la china Sichuam Fulin Industrial Group. Los tres grupos comprometieron inversiones por US$ 754 millones en dos años para la elaboración de cátodos de baterías.
Según el profesor del Centro de Energía de la Universidad de Chile, Jaime Alée, el resultado de la licitación no fue óptimo.
"Se pensó que iban a postular grandes compañías de electromovilidad y finalmente sólo se recibieron ofertas para producir el primer eslabón de la cadena; a eso se agrega que dos de las tres compañías seleccionadas se llevarán lo que produzcan a su país para allá elaborar las baterías.
No hubo un requisito para que quedara un porcentaje de la agregación de valor en empresas chilenas. Otro tema que no se abordó fue el acceso al litio por parte de empresas pequeñas, start ups que también van a impulsar la agregación de valor.
Hoy una empresa pequeña debe comprar litio a China, porque la producción chilena está asegurada por diez años a empresas gigantes". Corfo no se refirió al tema.
Domingo Ruiz, doctor en Química de la U. de Santiago, cree que el modelo chileno no incorpora a las universidades, que son las que se llevan el peso de la investigación. "Debiera generarse una tríada universidades-empresa-Estado", resalta.
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