Sequía de ideas y de agua
Hace nueve años atrás, asistí gracias ala Asociación Chilena de Municipalidades, a un curso sobre Innovación y Nuevas tecnologías en el CIEM Aconcagua del Almendral, dictado por la Universidad San Sebastián en asociación con la Universidad de Las Palmas de España. Un profesor de la India fue el primero en hablarnos sobre la desalinización del mar. El agua de mar contiene sales minerales disueltas, éstas son separadas del agua por diversos procedimientos. Para su funcionamiento las plantas desaladoras dependen de la alimentación eléctrica, lo que ha hecho que aumente considerablemente la demanda de electricidad. La energía destinada solamente para desalar agua en alguna de las islas supone más del 10% de la energía puesta en la red eléctrica. El agua que se obtiene es un agua desalada. Canarias, nos comentaba el profesor, es un referente mundial en tecnologías de desalinización. Esta región fue pionera en la utilización del agua de mar y su transformación en agua potable, y desde hace cerca de medio siglo se han puesto en práctica diversas técnicas de desalinización, en procedimientos de instalación, operación y mantenimiento, explotación, investigación, desarrollo, innovación, etc. Sin embargo, aunque se han desarrollado multitud de experiencias no se han sabido difundir adecuadamente las lecciones aprendidas y la presencia de canarios en congresos, revistas o foros de discusión. Canarias, a pesar de la cantidad de proyectos que ha desarrollado adolece de la
organización y gestión de la información generada y de capacidad para transferir el conocimiento de las tecnologías disponibles. Al aceptar que la cantidad de agua en el tiempo es sensible-mente constante, pero que sí presenta modificaciones espaciales en cantidad y calidad, la sequía es más crítica en tanto mayor sea la demanda no suministrada o insatisfecha. En este sentido, de acuerdo con lasideas y evidencias de que factores naturales y antropogénicos están alterando el clima -el crecimiento demográfico acelerado y su correspondiente aumento industrial, agrícola, de servicios y demás, incrementan así la demanda de agua, esto conduce a un equilibrio cada vez más frágil en relación con la oferta, y cualquier alteración puede producir una situación de emergencia eincluso de crisis por falta de agua. La vulnerabilidad a la sequía está en relación inversa al grado de desarrollo social y económico de las áreas afectadas: en tanto que para los países más desarrollados la sequía rara vez representa una amenaza severa, porque disponen de los medios económicos, estructurales y no estructurales para afrontarla, en los de menor desarrollo, una sequía es sinónimo de hambre, desastre y más pobreza, situaciones en las que los habitantes difícilmente pueden tener elementos para mitigar los estragos. Desde luego, existen áreas más vulnerables a la sequía, que además de definirse por su situación geográfica, están caracterizadas por la densidad demográfica y la intensidad de la actividad económica, es decir, por la relación oferta-demanda. En otras palabras, ante una condición de insuficiencia, si no se hacen cambios profundos en la gestión del agua, la viabilidad de desarrollo sustentable estará seriamente comprometida. Tanto para lograr una visión global del agua, como regional o de cuenca hidrológica y, por supuesto, también sectorial. Es necesario que se cumplan cinco condiciones mínimas y básicas (Martínez Austria, 2001): Involucrar a todos los actores interesados en la toma de decisiones. Avanzar hacia el pago del costo total de los servicios. Incrementar el gasto en ciencia e innovación para el agua. Cooperar en cuencas internacionales ocompartidas. Incrementar masivamente la inversión en agua. Estos principios deben conducir hacia el pensamiento sistémico, en el que la gestión integral del agua no sólo se entienda como el aprovechamiento del recurso, sino que considere los demás factores que inciden en el proceso, como son los ambientales, sociales, legales, económicos, políticos, etcétera, y aún más importante, que se produzca el cambio de la aceptación de que el agua y el mar es de todos los chilenos y no de algunos pocos. No hay duda de que más allá de la retórica, el agua sí es un asunto de seguridad nacional, y debe trascender los intereses de grupo o individuales. En este sentido, ante los cada vez más recurrentes y severos problemas de sequía, además de atender los aspectos técnicos del fenómeno debe mejorarse sustancialmente la atención a los no estructurales, es decir, a la gestión del agua.
M Helmut Kauffmann Chivano. Dr. en TeologíaMagíster en Liderazgo Pedagógico.