Loreto Lillo, reclutando docentes para sectores vulnerables
“En Belén Educa necesitamos profesores que estén dispuestos a aprender”
La profesora de historia — que tras 13 años se convirtió en la directora de la organización — llegó al proyecto gracias a un aviso en el diario donde se invitaba a trabajar en sectores de escasos recursos.
Es verdaderamente conmovedor
impactar a los niños a través de la educación”.
Por Carolina Méndez uando Loreto Lillo tuvo en sus manos un caso “extraordinario”, entendió lo delicado que era tomar una decisión. “Brandon Pereira era un alumno que ya en primero medio, en vez de ir a recreo, pedía permiso para quedarse leyendo en la biblioteca”, recuerda la directora. Sus notas, dice, eran verdaderamente “notables” y después, cuando en segundo medio decidió estudiar Medicina, creyó que lo mejor era dejar el colegio técnico profesional Juan Luis Undurraga para prepararse en otro científico humanista. Entonces, Lillo lo convenció de lo contrario. La capacidad de Brandon era una luz sobresaliente en la realidad de las poblaciones Parinacota y Raúl Silva Henríquez (Quilicura), un lugar de alta vulnerabilidad donde se levanta uno de los 12 colegios de la Fundación Belén Educa; entonces la directora decidió hacerse cargo de asegurar su futuro. “Más que cambiarse de colegio, Brandon necesitaba apoyo. Se lo dimos de inmediato, con un preuniversitario, profesores, y lo integramos al sistema de tutores de la fundación: empresarios o profesionales que una vez al mes conversan con los alumnos para impulsarlos en sus sueños. “Finalmente, Brandon entró a medicina en la Universidad Católica y fue el primer alumno de toda nuestra fundación en lograr algo así, viniendo del entorno de vulnerabilidad en el que nos desenvolvemos”, cuenta Lillo. Esta profesora de historia llegó a Belén Educa —organización sin fines de lucro que entrega educación de calidad en sectores vulnerables— apenas salió de la Universidad de Santiago (2005). Dos meses después, leyó un aviso en el diario, conoció el proyecto del establecimiento para trabajar en sectores de escasos recursos y quedó en el colegio público Undurraga. Después de 13 años de trayectoria, en 2018 se convirtió en directora y en testigo del complejo trabajo de educar en barrios donde escasean las oportunidades. Lo que explica en medio da la campaña anual de Belén Educa para reclutar profesores con
visión de cambio. “Entré en el 2005, cuando costaba mucho hacer clases y las brechas de aprendizaje eran muy grandes. En ese minuto la aspiración era salir de cuarto medio. Hoy, en cambio, me toca ver que, al salir, los niños ya están pensando en ir a la universidad, a un centro de educación superior técnico profesional, lo que es un salto impresionante. Les podemos mostrar qué hay más que la población Parinacota y Raúl Silva Henríquez y ellos han sabido recibir el mensaje de que pueden decidir”, apunta. —¿ Qué perfil debe tener un profesor que trabaja en estos sectores de escasos recursos? —Tiene que ser motivado, ir más allá de la asignatura, porque en este caso llegará de manera muy potente al estudiante como a su familia y claramente tienen que estar dispuestos a aprender. El impacto de lo que haga es muy alto. Se les llama sectores de vulnerabilidad, pero como nos decía Humberto Maturana en una charla que hizo para la fundación hace poco, a él no le gusta esa palabra, cree que es más correcto decir sectores periféricos de la ciudad. Es una manera de definir la situación de niños que cuentan con pocas oportunidades y nosotros nos esforzamos
por entregar educación de calidad trasformando sus vidas. —¿ Cuáles son las principales dificultades?—Diría que hay tres desafíos. La brecha de aprendizaje en la sala, porque no hacemos selección, sino que respetamos completamente la inclusión. Hay 40 alumnos en una sala, con sus diferencias, y se integran. Lo segundo está en la convivencia, porque en sectores vulnerables no siempre las cosas se resuelven conversando, y por eso el profesor se transforma en un mediador. Tiene que instalar el respeto como condición. Lo tercero es que, especialmente para un profesor nuevo, hay una diversidad cultural importante. Tenemos 150 niños haitianos, además de niños peruanos, bolivianos y colombianos. En el idioma, los primeros menores requieren de todo un proceso de apoyo en el lenguaje. —¿ Alguna historia especial en sus años en Belén Educa? —Muchas, es verdaderamente conmovedor impactar alos niños a través de la educación. Entre tantos nombres recuerdo siempre cuando fui profesora jefe por primera vez en el Undurraga y tuve un alumno realmente esforzado. Cristián tenía que luchar con un contexto familiar muy duro, pero siguió adelante, entró a la Universidad Católica como profesor de religión y hace poco volvió al colegio a hacer clases y hoy es mi colega. Fue una figura para su hermana, que hoy está en Derecho, también en la Católica.