Alvaro San Martín, de 74 años, tenía la calidad de académico de excelencia
La historia del profe de la Usach que murió preparando una clase
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A Álvaro San Martín le quedaba unaño para dej de hacer
Colegas y alumnos cuentan la trayectoria de este doctor en Recursos Naturales, que fue encontrado en su oficina del Departamento de Física de la universidad.
DANIELA TORÁN
afael Moya tiene fresco el recuer- do de la última vez que se topó con el profesor Álvaro San Martín, en el patio del Departamento de Física de la Universidad de Santiago de Chile (Usach). “Fue el lunes al mediodía. El me pidió ayuda para hacer una modificación de diseño en un lente que necesitaba para el experimento que haría en su clase de hoy (miércoles). Quedamos de juntarnos el martes en la tarde para revisarlo, pero no llegó”, lamenta Rafael, asistente técnico de laboratorio. Este miércoles, los alumnos de San Martín llegaron a las ocho de la mañana en punto para asistir a su laboratorio de termodinámica y física moderna. Era común que el profesor se atrasara un par de minutos, pero cuando la demora sobrepasó los 10, los alumnos se inquietaron. Una hora después les avisaron que todas las clases de la carrera se suspendían. Pasadas las ocho de la mañana, Álvaro San Martín, de 74 años, fue encontrado fallecido al interior de su oficina, ubicada en el segundo piso del edificio de Física. Allí preparaba sus clases. Según confirmó Carabineros, fueron sus colegas quienes lo encontraron tendido en el suelo, tras abrir la puerta. Horas antes del hallazgo, la familia del profesor había puesto una denuncia por presunta desgracia, luego que éste no llegara a su casa la noche del martes. El peritaje de la Sección de Investigaciones Policiales (SIP) descartó la participación de terceras personas en su muerte.
Fundador de carrera Álvaro San Martín, doctor en Recursos Naturales por la Universidad Técnica de Dresden (Alemania), ingresó a la Usach en 1990 y fue uno de los fundadores de la ca-
rrera de Ingeniería Física. Pero su gran logro, dice Rafael Moya, fue propiciar la construcción del edificio de laboratorios de docencia. "Ganó el proyecto para levantar el edificio el año 2000 y el 2007 se inauguró. Todo partió de una idea que él trajo de Rusia, donde estudió. Quiso implementar el sistema de autoservicio dentro del laboratorio, que todos los profesores y alumnos tuvieran libre acceso a las instalaciones, que fuera todo abierto, a la mano y transparente, incluso que las vitrinas fueran vidriadas. Quería que todos los alumnos tuvieran el mismo trato para poder generar sus experimentos. Siempre luchó por eso”, cuenta el técnico electrónico que trabajó 16 años con el profesor. Actualmente, el edificio de cinco pisos que ayudó a levantar San Martín, cuenta con laboratorios de mecánica, electricidad, óptica, física moderna y termodinámica. “En total son ocho laboratorios. El siempre decía que cuando se jubilara se iría, pero yo sabía que no lo iba a hacer. Él amaba la física, las clases. Este lugar era su chiche”, agrega Moya.
Profesor de excelencia Cuando se jubiló, hace un par de años, el profesor San Martín postuló al Premio por Excelencia, el cual le permitió seguir haciendo docencia. Lo mismo hizo su colega, el físico Ricardo Pesse. "Trabajamos mucho juntos. Él lideró el proyecto para levantar los laboratorios y luego yo lideré el proyecto que se encargó de implementarlos. También postulamos juntos para ser profesores de excelencia, pero
teníamos un límite, porque nos acogimos a la ley de retiro. Alos 75 años había que retirarse. Álvaro los cumplía el otro año, al igual que yo. Cuando me toque echaré mucho de menos las clases. Y creo que lo mismo pensaba Álvaro”, dice Pesse. "Es muy difícil cortar la trayectoria académica, la docencia”, reflexiona el profesor Pesse. Uno tiene alumnos tesistas cuyas investigaciones duran años. Después vienen otros alumnos con buenas ideas que quieren hacer la tesis contigo. Uno se entusiasma y los acoge. Nos hace sentir vigentes. Álvaro estaba muy activo. Su fuerte era la física aplicada. Lideraba un proyecto que tenía que ver con el uso del hidrógeno en celdas de combustible”. “Junto a Daniel Serafini estaban desarrollando una innovadora tecnología en base a hidrógeno. Estaba muy motivado. Además tenía otros proyectos. Venía todos los días a la universidad. Ahora último estaba un poco más cansado, porque hace unos meses falleció su esposa, pero anímicamente se veía bien”, agrega Rafael Moya. Durante la mañana del miércoles, los alumnos del profesor San Martín se quedaron en los patios recordando sus clases. “Tomar ramos con él era prácticamente imposible porque en 20 minutos se llenaban los cupos. Explicaba muy bien. Era muy querido”, dice Adoni Vizcaya, alumno de tercero. "Muchos preferimos esperar un semestre para poder tomar sus clases. Tenía mucha experiencia, Siempre contaba las anécdotas de sus viajes”, agrega otro estudiante.