¿Embalse La Punilla en la agenda social?
El cortoplacismo de la política chilena nos está significando enfrentar la peor sequía de nuestra historia totalmente desamparados ante la ausencia de embalses. La gravedad del problema se remonta al siglo pasado, cuando el diagnóstico era irreversible en términos de la disponibilidad del recurso agua para consumo humano y fines productivos, La respuesta de los sucesivos gobiernos ha sido la inacción y la falta de visión de Estado: el camión aljibe se transformó en el simbolo del agotamiento del recurso y los embalses todavía brillan por su ausencia. Para tener dela gravedad del problema, los caudales del río Nuble presentan durante esta temporada déficits históricos de caudales en torno a un 50%, provocados por la baja cobertura de nieve y disminución considerable en las precipitaciones. El efecto social cualitativo es enorme, tanto en el desarrollo del mundo rural como en la producción de alimentos para nuestro país.
La respuesta del Gobierno ha sido recurrente en enunciar el problema, sin soluciones concretas. La primera declaración de la temporada se emitió en junio, cuando se anunció el Plan de 26 nuevos embalses con una inversión de US$6. 084 millones. Un veces más alto que el costo del embalse La Punilla que ha esperado un siglo para su concreción. Seis meses después, en una concurrida conferencia de prensa, las carteras de Agricultura y Obras Públicas califican ala actual sequía como un “terremoto silencioso”, no descartando el racionamiento de agua en el territorio nacional. Reconocen que el 2019 fue el año de menores precipitaciones dela historia desde que se tiene registro. Nuevamente análisis del problema y falta de lucidez para encontrar soluciones. Conocidos los diagnósticos, es momento de actuar de una vez por todas. Y en ese proceso nos preocupa enormemente el desarrollo del proyecto embalse La Punilla, primero por la celeridad de un Gobierno que se encuentra focalizado en la “agenda social” de corto plazo y, segundo, por la falta de rigurosidad para destrabar
el contrato con el actual concesionario, donde si bien han existido señales, se actuó objetivamente tarde. Ante un Gobierno muy sensible a los niveles de aprobación y rechazo ciudadano, las obras estructurales no reditan y los esfuerzos fiscales y prioridades cambian de rumbo. Sería y muy injusto para una región pobre como Nuble, que la de corto plazo nos siga cerrando las puertas. Desconocer en los hechos que los embalses son fuente de bienestar social es no comprender la profundidad de los fenómenos en Chile y la vida en el mundo rural. Por eso llama profundamente la atención que el proyecto La Punilla, que puede perfectamente ser financiado con fondos fiscales, se pueda transformar en el vagón de cola de una larga lista de obras de regulación para las cuales se encuentran asegurados los recursos. Ñuble exige el cumplimiento de los esfuerzo fiscal directo. Es la única fórmula que visualizamos en un proyecto largamente esperado y, al mismo tiempo, largamente incumplido.
Margarita Letelier Cortés Presidenta Junta de Vigilancia del Río Ñuble