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O Columna
N 1801, tal como los últimos cincuenta años del s.
Ocurrieron nuevas manifestación por la escases de agua en Copiapó, las que se comparan solamente con las del s.
XVII por su rudeza y puesta en jaque a las autoridades por sus malas y abusivas decisiones.
Las revueltas por la falta de agua que produjeron los naturales del Pueblo San Fernando, se venían dando desde antes por el cacique Francisco Taquía en el 57, el 97 y el 99 del s. El cual reclamaba por el despojo de plantación, el uso del agua, la falta de trigo y los productos de consumo diario para la población más pobre, ya que los más acaudalados los obtenían desde la zona sur y central. Los altos precios, la escases sin límites, la falta de lluvia y nieve, el robo de agua, hizo que el gobernador José Ignacio Balbontín y el Cabildo, enfrentaran a los criollos y originarios copiapinos que protestaban.
Desesperado ordenó que bajaran las aguas durante 20 días y que si alguien hurtaba para el riego, tenía una pena de 25 pesos ó 2 meses de cárcel. Este junto al Cabildo, se vio burlado por los agricultores de Copiapó y acordó nuevamente la bajada del río por 15 días, duplicando las penas antes instauradas y reponiendo la prohibición de sembrar entre el río Jorquera y la zona de Punta Negra. El cacique Taquía, el jefe Luis Normilla y los copiapinos más pobres avecindados en el pueblo de San Fernando, se dieron cuenta que sus reclamos en la Real Audiencia eran tan importantes como los realizados en el Cabildo y se congregaron -a pie y caballoel día 9 de noviembre de 1801 a las afueras de la casa capitular, quienes revolucionaron la ciudad pidiendo agua para las zonas centrales y del sector de Potrero Seco; amenazando que prenderían fuego a las chacras y a las casas de los políticos. Luego muchos pleitos, disturbios y pobreza extrema a causa de la falta de agua y vegetales; se estableció en 1806 el uso de agua mediante turnos, pero los procesos independentistas habían comenzados y todo volvió a su estado inicial, el robo de agua se acrecentó por parte de los agricultores burgueses, utilizando algunos soldados en las compuertas para custodiar algo que no les pertenecía por naturaleza y humana territorialidad.
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