¿ Cuáles son las razones que sustentan cada una de las opciones del plebiscito de abril'?
El pasado miércoles comenzó el período de propaganda legal para el plebiscito constitucional del próximo 26 de abril, tiempo en el cual los comandos por el Apruebo y Rechazo podrán realizar propaganda en lugares públicos. El próximo 27 de marzo se iniciarán las transmisiones de la franja televisiva.
Hugo Herrera Profesor titular UDP
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Una nueva Constitución para la República
uestra crisis es, en parte fundamental, crisis de discursos. Del discurso de esa derecha economicista que sigue asumiendo la tesis de Friedman de que el orden económico neoliberal es la base de un orden político adecuado. La situación actual muestra que es, al revés, un orden político legítimo la base del despliegue de la nación, incluido el desarrollo económico. El período más largo de crecimiento de nuestra economía, desde 1830 hasta fines del siglo XIX, fue precisamente aquel en el cual contamos un orden político estable. Al otro lado, se halla el discurso moralizante que une a la izquierda académico-frenteamplista con los recalcitrantes comunistas, que condena al mercado como ámbito de alienación, desconociendo las experiencias colaborativas que posibilita; y soslaya que un mercado fuerte es la base de una esfera civil fuerte, que garantice la división republicana del poder entre el Estado y la sociedad civil. La superación de la crisis requiere renovar los discursos, a partir de una mayor atención a la situación concreta del pueblo. El pueblo puede ser descrito, en términos amplios, como ansioso y hacinado. Vastas capas de la población salieron recientemente de la pobreza. Este es un rendimiento formidable. No hay que olvidar que solo unas décadas atrás, el problema del país era la desnutrición infantil masiva (40 por ciento). Sin embargo, los incipientes grupos medios viven bajo el temor -inconmensurable una vez que se alcanza el estatus mesocráticode volver a la pobreza. Además, Santiago es una ciudad sin paisaje, segregada, de extensos barrios de baja calidad, mucha delincuencia, con dispositivos de transporte alienantes. En las abandonadas provincias, el territorio posee una institucionalidad escuálida, al punto que sus autoridades son impotentes y, entonces, se acumulan las zonas de sacrificio, se queman los campos y la sequía devasta. ¿Cómo salir de la crisis? ¿ Se necesita una nueva Constitución? La salida definitiva a la crisis requiere reformas sociales y económicas, y una renovación de discursos y contingentes en las élites. Sinembargo, la Constitución es un paso, aunque no suficiente, necesario para la salida. En dos sentidos. Primero, porque nuestra memoria histórica es corta y en esa cortedad todo nos divide, en la medida en que se encuentra bajo las sombras de Allende y Pinochet. La Constitución actual, más allá de su contenido, no opera como símbolo legítimo. Y en la política casi todo depende de esto: de contar con símbolos legítimos. En la época de la crisis general de las instituciones, darle a la República un fundamento de legitimidad en el que todos puedan sentirse reconocidos, que opere como el marco de cualquier discrepancia y colaboración, es la primera piedra de cualquier proyecto nacional compartido. Segundo, porque de la Constitución depende la organización fundamental de la República. Los dos problemas principales que nos aquejan, el de la integración del pueblo consigo mismo y el de la integración del pueblo con su territorio, dependen de la Constitución. Es allí donde deben asegurarse las condiciones en virtud de las cuales todos podamos sentirnos parte de un mismo pueblo. Y allítambién donde debe establecerse la nueva ordenación territorial para superar el centralismo que tiene ala mitad del país hacinada en una capital alienante, y a la otra mitad bajo los estragos de la sequía y el abandono. Sin esos dos pasos necesarios, no suficientes-, el orden político no tendrá capacidad de recuperar su legitimidad. Solo sobre la base de esa recuperación de legitimidad es esperable lo que la teoría política desde sus inicios sabe: la instauración de una paz reconocida.
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e Ricardo Escobar "> Abogado
Rechazo y acuerdo
n Chile necesitamos cambiar muchas cosas, una de ellas es la Constitución, pero esta no es lo más importante. Las mejoras en equidad, superar la pobreza que queda, la calidad de la edu cación pública, el acceso a la salud, acabar el narcotráfico, pro teger alos consumidores, etc. , nada de eso requiere cambio cons titucional alguno. Basta que quienes elegimos para gobernar y legislar hagan su trabajo y se enfoquen en lo que necesitan las personas. No bus quen excusas. Si no lo saben hacer, váyanse a su casa, dejen espacio en la próxima elección a nuevos talentos, más generosos y eficientes. Quienes perdieron la democracia el 73 y lucharon por recuperarla saben lo que vale y que se debe cuidar; saben que no admite la violencia y barbarie que seguimos viendo. El matonaje y el miedo no permiten la libertad de conciencia queexige el actuar democrático. Mantenerlos significa perder la democracia. Atribuirle legitimidad a una masa que apedrea carabineros, destruye comercios, quema edificios, y luego usarla para imponer ideas políticas, ofende el recuerdo de quienes sufrieron tortura, muerte y exilio, para que volviésemos a vivir sin miedo y con libertad. Aunque probablemente perderá, creo que el voto de rechazo del 26 de abril es crucial para proteger la democracia. Nos da la oportunidad de expresar ahora la necesidad de cambios pacíficos, con acuerdos respon sables. Antes del plebiscito, nuestros líderes de izquierda y derecha deben decirnos a qué nos invitan. No más palabras vagas sobre un “Chile justo”, concretamente qué cosas, qué artículos de la Constitución deben cambiarse para que ello sea así y con qué proponen reemplazarlos. Es toy convencido de que al aterrizar las propuestas veremos que los cambios que tienen sentido (eliminar las leyes con quórum calificado, ter minar la reelección parlamentaria indefinida, cambiar los plazos presi denciales, etc. ) surgirán. La cortina de humo, la excusa constitucional se levantará. Será evidente que no se necesita una nueva Constitución. No hay necesidad de inventar un nuevo Chile. El día clave será el 27 de abril, ese día parte el trabajo real. Si gana el rechazo, comprometamos que ocurran los cambios constitu cionales que se acuerden ahora. Acaban de modificar la Constitu ción, no digan que no se puede cambiar. No es excusa el históri co rechazo de la derecha dura, basta que nuestros representan tes se atrevan, venzan el miedo y se den la mano. Y si, como es más probable, gana el Sí, entonces apoyemos esos cambios en la Comisión Constituyente. Esta será unaruta más larga, cara, incierta y probablemente desviará el foco de lo que hay que hacer en salud, educación o pensiones; pero, bueno, hagámosla con responsabilidad. Desde ya hay que proteger el camino político que recorreremos contra aquellos que, ocultos en las necesidades delos más pobres, buscan aprovechar la violencia y el temor, para hacer lo que jamás lograrían democráticamente. El primer paso es trabajar un gran acuerdo ahora. Quedarán así descubiertos aquellos que no quieren la democracia representativa, sino imponer sus ideas a cualquier costo. Sin renunciar a la violencia, como nos han dicho con descaro y como vimos a partir del 18 de octubre. El voto de rechazo será importante para proteger para mos trar que somos millones las personas que defendemos la democracia re presentativa, que no nos intimidan los encapuchados, sus barricadas y sus piedras, que apoyaremos a quienes se atrevan a representarnos. Mi llones que exigimos que se trabaje ya, sin demora, en resolver los pro blemas que sufren los chilenos. Basta de desidia y cinismo. Llegó la hora de sacarse las capuchas, los hombres y mujeres de ver dad cara. Los que rechazamos y los que aprueban podemos po nernos de acuerdo. Juntemos fuerza y razón, dejemos en su rincón a quienes quieren destruir nuestro país.
La Constitución Política actual, más allá de su contenido, no opera como símbolo legítimo.
Al aterrizar propuestas, los cambios que tienen sentido surgirán. Será evidente que no se necesita una nueva Constitución.