El eclipse que convirtió a Emstein en un rockstar
Astrónomo inglés Arthur Eddington se la jugó y probó que el famoso físico alemán tenía razón.
Ariet DIÉGUEZ ct E próximo eclipse de sol ocurrirá en una región del cielo que es excepcionalmente rica en estrellas brillantes y por esta razón permite una muy favorable oportunidad para investigar la influencia de la atracción del sol en el curso de los rayos de luz”. El artículo del astrónomo británico Arthur Eddington, que la revista The Observatory publicó en Inglaterra en marzo de 1919, cambiaría la historia.
El director del observatorio de la Universidad de Cambridge era hijo de cuáqueros y había estado en contra de la Primera Guerra Mundial, pero su máxima osadía fue otra: creyó en una teoría formulada por un físico que nació en Alemania, un país que apenas seis meses antes era enemigo jurado del suyo. Esa teoría era nada menos que la Relatividad General de Albert Einstein. "El espacio alrededor del sol se curva.
Si se curva, los rayos de luz de las estrellas que pasan por ese espacio curvo también se deberían curvar”, explica Mario Hamuyy, astrónomo, Premio Nacional de Ciencias Exactas 2015, profesor de la Universidad de Chile y Presidente Fundación Chilena de Astronomía. Comprobar esta teoría no era sencillo, porque la misma luz del sol impide ver lo que hay a su alrededor. La única manera era aprovechar un eclipse, porque la luna pasa justo delante del astro incandescente y elimina el brillo por unos minutos. El próximo iba a ocurrir el 29 de mayo de ese año. Estrellas, al taparse el sol, se iban a poder ver muy cercanas a él.
La luz de esas estrellas iba a pasar muy cerca de la superficie del sol y, por lo tanto, según la teoría, debería curvarse y entonces aparecer las estrellas en posiciones que no eran las reales”, explica Norman Cruz, académico del Departamento de Física de la Universidad de Santiago. "Eddington era un objetor de conciencia y estuvo a punto de ser enviado a un campo de prisioneros. Los colegas intercedieron por él, con la condición de que fuera a observar el eclipse de 1919. No le quedó otra que ir a observarlo a África, lo que no era de su predilección, porque era un físico de tiza y pizarrón”, cuenta Hamuy. El astrónomo inglés creía en la ciencia sin nacionalidades, pero algo muy distinto era salir a terreno. En marzo de 1919 zarparon dos expediciones inglesas a cazar el sol en el Hemisferio Sur. La sombra de ese eclipse se formó sobre el Pacífico y la primera zona en tierra firme por la que pasó fue entre Árica y Tacna, poco después del amanecer. Luego seguiría su trayecto hacia el este. En el pueblo de Sorbal, en Brasil, aguardaba el primer equipo inglés. Luego, la sombra debía continuar su camino por el Atlántico. En la Isla Príncipe, en Africa, estaba Eddington. A último momento la suerte se compadeció de los ingleses. "En ambos lugares amaneció nublado. Incluso en África estaba lloviendo torrencialmente. Donde estaba Eddington, en el momento justo, se abrió un claro en el cielo y logró tomar algunas imágenes. Registró siete estrellas”, explica Hamuy.
El telescopio de los ingleses en Brasil a último momento se descalibró y tuvieron que usar uno de menor calidad, que habían embarcado sin ninguna fe. "Con ese obtuvieron mejores imágenes que las de Africa”, explica. De vuelta en Inglaterra, primero revelaron las placas fotográficas y luego pasaron a los cálculos.
Las estrellas, sin el sol de por medio, habían sido detectadas históricamente en posiciones determinadas y ahora, cuando sus haces de luz El 29 de mayo de 1919 dos expediciones científicas confirmaron la Teoría de la Relatividad pasaron cerca de esa masa, parecían estar levemente movidas. "El desplazamiento es pequeñísimo. Equivale a poner dos monedas de diez pesos una al lado de la otra y mirarlas desde cinco kilómetros”, cuenta Cruz. Una moneda es una estrella y, con la curvatura, se ve como si se hubiese movido hasta la posición de la otra. En noviembre de 1919, la Royal Society of London anunciaba que la teoría de quien había sido uno de sus presidentes, Isaac Newton, no lo respondía todo. “Einstein pasa a ser un rockstar. Una pequeña deflexión de la luz, que parecía un juego de intelectuales, sirvió para hermanar a dos pueblos que se habían enfrentado en una guerra brutal”, asegura Hamuyy.