Una Maestra nunca se apaga
Por: Pedro Canales Tapia. IDEA-USACH
Caminaba por los pasillos de la Escuela Tranamil-Rulo, al sur de Nueva Imperial. El día era frio y nublado. Ella se dirigía a su sala. Alegre y con su cara marcada por las ganas de enseñar. Los niños y niñas, todos y todas de Rulo, Huincul y Relmul principalmente, la esperaban con ansias.
Asi recuerdo, en un lejano junio de 1997, a María Inés Tapia Paillalef, la profesora que me recibió en dicha escuela. Eran los primeros tiempos de la reforma educacional en Chile. Nada claro, todo por hacer. La lamngen María Inés, junto a la maestra Enriqueta y el colega Raúl, me abrieron las puertas de su casa-escuela; me alentaron hacer lo mejor por la educación en dicho territorio mapuche, y me permitieron desde el primer día, intentar seguir creciendo. Siempre se los agradecí.
Con dolor llegó la noticia de la muerte de la profesora María Inés a mi hogar, el lunes de la semana pasada. Pesar en mi familia y en la gente que conoció a esta noble y | hermosa mujer. Chilena y mapuche a la vez, como en más de una ocasión ella misma dijo. Hoy que ha partido a Wenu mapu/ Cielo, junto a sus padres, hermanas, hija y familia toda, quisiera compartir un par de reflexiones que involucran a María Inés.
La actual directora de la escuela Tranamil-Rulo lo indicó en la despedida de esta maestra: “La tía María Inés nos dijo siempre que antes que el curriculum había que preocuparse de los niños y niñas”; una apoderada de Almagro, localidad cercana a Rulo, también se explayó: “La señora María abrió las puertas de la escuela a niños que nadie quería en sus establecimientos”. Sin duda un ejemplo de sabiduría y humildad, pues no fue nunca amiga de grandes discurso o
de los flash sino que de trabajar día a día, resaltando la labor docente, la importancia del estudiantado y de la comunidad.
Su cuerpo sufrió por años diferentes enfermedades. Cuatro veces aquejada de cáncer, además de serios problemas al corazón, fueron apagando penosamente la vitalidad y las fuerzas de esta lamn-
gen. Hasta el final, sin embargo, dio la
pelea por vivir y seguir junto a sus hijos y nietos, caminando por estos senderos de Wallmapu. Sin embargo, los dolores de toda una vida, el lunes 27 pasado, se apagaron, se extinguieron, se disiparon. La profesora, amiga e inspiradora, dejó sus flagelos de lado. Como mujer creyente, esperó llegar a su hogar, luego de días internada en un servicio de salud en la waria/ciudad de Temuco, para comenzar un nuevo caminar; esta vez a otra escuela, a otra sala, con otros estudiantes y estudiantas; con su familia en el pecho, abigarrada de amor por ellos; con sueños aún por cumplir. Pues en realidad, María Inés Tapia Paillalef, dejó sus dolores a un lado, para erigirse desde ya como un referente de vida para su familia, su comunidad educativa, sus hermanos y hermanas de ruta. Creo que hoy, impartirá su primera gran clase en el aula de la existencia, en el corazón de los suyos y en la memoria de los lugares que la vieron brillar en plenitud.
A pesar de la tristeza por su partida, creo que ahora se comienza a escribir el más importante de sus capítulos de vida. Quiero recordarla como ese primer día en la escuela. Que su newen/fuerza nos permita seguir adelante, soñar y seguir creyendo en estos sueños. Chaltúmay/Gracias.