COMO LLEGA CHILE A LIDERAR LAS DISCUSIONES EN LA COP25
POR AIRAM FERNÁNDEZ
n diciembre del año pasado, los ojos del mundo se posaron en Chile, cuando el país se ofreció para liderar la 25* Conferencia de las Partes en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25), después de que Brasil anunciara que ya no sería el anfitrión. Parecía muy cuesta arriba, ante factores decisivos como el tiempo, la ubicación, la agenda y el presupuesto. Frente a eso, los meses siguientes fueron de esfuerzos inéditos por parte del gobierno y del sector privado. “Algo sin precedentes”, valora Elanne Almeida, socia de Gobierno Corporativo y Sostenibilidad de EY. Aunque la coyuntura obligó a la cancelación del evento en el país, Chile mantiene la presidencia de la Cumbre que hoy comienza en Madrid. Para los expertos, es difícil responder cómo llegamos a la capital española a liderar las negociaciones medioambientales, precisamente porque la agenda local está marcada por las protestas que estallaron hace más de un mes. “Es una pregunta que tiene una
respuesta muy distinta si la hacemos antes o después de octubre de 2019”, dice Andrés Pesce, gerente de Sustentabilidad y Nuevos Negocios de Fundación Chile. “Chile hoy llega herido a la COP25, con las necesidades de compatibilizar la agenda climática con la social y de reactivar la economía en el contexto de la crisis que estamos viviendo. A eso hay que sumar la crisis hídrica que enfrentamos, que a su vez se suma a un problema estructural que venimos arrastrando hace años: la contingencia de la sequía”, señala. Andrea Rudnick, directora ejecutiva del Centro de Ciencia de Clima y la Resiliencia, lo define como “un momento difícil”, pues “la intención era que la COP tuviera un sello latinoamericano, pero hoy Latinoamérica vive momentos difíciles”. Pero el optimismo también tiene espacio, a pesar de la complejidad de la situación. Para Marina Hermosilla, directora ejecutiva de Líderes Empresariales por la Acción Climática (CLG-Chile), en Chile se había creado un momentum con la expectativa de tener la presidencia de la COP y de que se realizara en casa. Y a su juicio, a pesar del cambio de sede, eso prevalece, al menos en el sector privado. “Desde el punto de vista del mundo empresarial, ese momentum generó entendimiento, conocimiento y conciencia, respecto de lo que implica el cambio climático para la economía. Y si bien la situación del país le bajó el volumen a los temas ambientales, ese entendimiento es algo que ya está en el corazón de los negocios, no se puede deshacer. Por eso creo que Chile llega con un avance importantísimo en ese sentido”, sostiene. En esa línea, Petar Ostojic, fundador del Centro de Innovación y Economía Circular (CIEC), se afirma en la creencia de que en toda crisis, nacen oportunidades, y confía en que la Cumbre puede ser el punto de inflexión “para comenzar a resolver los grandes problemas económicos, sociales y ambientales que se vienen arrastrando hace décadas, no sólo en Chile sino que en toda América Latina y el mundo”. Desde su óptica, todo eso pasa por la economía circular.
Acuerdos cruciales Los expertos coinciden en que una de las tareas más importantes que el
país tiene en sus manos gira en torno al artículo 6, el último punto para la implementación total del Acuerdo de París, que regirá a partir de 2020 y que persigue sentar las bases para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEl). Una de las dificultades de este artículo, señala Rudnick, está en los “riesgos de doble contabilidad de la reducción de emisiones, que ocurre cuando el país que reduce las emisiones en su territorio y el que las compra, las
usan para cumplir con su compromiso”. Más allá de establecer los mecanismos que impulsarán a disminuir los GEl, su aprobación estimularía el desarrollo de tecnologías “más limpias”, añade Almeida. La ejecutiva de EY advierte que será crucial el rol de la ministra Carolina Schmidt, responsable de mediar las discusiones sobre este y otros temas que quedaron sin resolver en la última COP, en Polonia. Alcanzar un acuerdo sobre la duración del período de implementación de las metas de cada país y mejorar el mecanismo de pérdidas y daños que genera el cambio climático, aprobado en Varsovia en 2013, es igual de relevante, señala Rudnick. Pero lo más importante, dice Ostojic, será lograr acuerdos que permitan pasar del diagnóstico a la acción: “A esta altura existe un consenso científico mayoritario respecto de la existencia del cambio climático y sus efectos negativos. También hay un sentido de urgencia y una conciencia de que estamos jugando contra el tiempo. La COP25 tiene la oportunidad histórica de comenzar a resolver este problema”. Ml
É Las emisiones h
globales de GEl deben reducirse 7, 6% cada
advirtió el Programa de las ER Y Medio Ambiente. Y