Imprimir Cerrar |
|
Patricio Dussaillant Facultad de Comunicaciones UC
De un tiempo a esta parte, algunos fiscales están demostrando cuánto saben de estrategias de comunicación. Y como toda buena estrategia, claramente orientada al servicio de sus objetivos. Han descubierto que las filtraciones son, comunicacionalmente, mucho más eficientes que los rumores, más en un mundo de posverdad y desconfianza.
La RAE nos dice que filtrar es seleccionar datos o aspectos para configurar una información, lo que en comunicación se conoce como enfoque o encuadre del mensaje o de la noticia, con el fin de "ayudar" a una determinada interpretación.
También es divulgar indebidamente información secreta o confidencial, pero esto ya es un delito.
Cualquier información incompleta parcial o una versión no definitiva sirve para ser filtrada, y como se produce sin un contexto oficial la opinión pública la encuadra en el clima de opinión existente. Como tal, persigue etiquetar conductas como comportamientos inmorales y que deben causar indignación. Paso siguiente: aparecen los que sostienen entonces que "estamos obligados a reformas profundas...".
Los motivos para estas estrategias pueden ser diversos. Castigar a alguien en el "tribunal de la opinión pública", porque se tiene certeza de que no será considerado culpable por los tribunales si se siguiera un debido proceso. El filtrador prefiere esta sanción "social" a falta de la penal o civil. También, ejercer un poder excediendo las atribuciones que le otorga la ley; influir en las percepciones que el público tiene sobre algunas instituciones o personas con fines políticos u otros; hacer un favor a los medios de comunicación, pensando que luego le será retribuido con coberturas que beneficien su propia imagen personal, etc.
La pregunta que cabe, más allá de las motivaciones, es si quienes están haciendo de la filtración su actuar normal estarán ponderando debidamente su responsabilidad en la destrucción de la reputación de instituciones o personas. Personas que tal vez no tengan tiempo en su vida para recuperar su prestigio muchas veces injustamente arruinado. Y, en el caso, de las instituciones, considerando que las crisis de reputación terminan, muchas veces, afectando precisamente a la población más vulnerable, que depende del actuar de dichas instituciones. Pareciera que los filtradores lo hacen con una mirada de cortísimo plazo y pensando sólo en "gustitos" personales.
Copyright © 2022 · LITORALPRESS