Nueva organización para salud estatal
a reforma de salud realizada durante la administración del Presidente Lagos imponía nuevas exigencias a la red estatal. Por esa razón, esta se reorganicreándose la Subsecretaría de Redes Asistenciales. Si bien se lograron mejoramientos, el paso del tiempo ha demostrado que fueron insuficientes y que el diseño institucional de dicha red impide una buena gestión de la salud estatal, Esta demanda muchos recursos y puede haber escasez de ellos, pero los problemas que se observan son estructurales. Se han intentando distintas formas de gestión y todas han producido resultados insatisfactorios. Ahora, a propósito de los malos desempeños de los hospitales autogestionados y de alta complejidad —que poseen más autonomía en su gestión— en su última evaluación, se está intentando supervisarlos bajo una modalidad nueva. En efecto, se ha creado un equipo especializado en el Ministerio de Salud al que los directivos de los recintos deben rendirle cuenta mensual de su gestión. La evaluación incluye indicadores clínicos y financieros. Por cierto, los hospitales debieron presentar planes de mejoramiento que fueron analizados por comisiones que, en algunos casos, incluyeron a la autoridad máxima de la cartera. Es un enfoque interesante, pues muestra una preocupación efectiva por alcanzar una buena gestión en salud, e históricamente ha habido pocas señales de la importancia que ello tiene para asegurar una atención de calidad.
Con todo, no parece una perspectiva que pueda mantenerse en el tiempo. Para ello se requiere una institucionalidad adecuada, muy distinta de la actual. La idea de tener a toda la red estatal dependiendo de un organismo político, como es la Subsecretaría de Redes, no se muestra recomendable. Deberían preferirse organizaciones autónomas de salud estatal, idealmente con directorios profesionales —que pueden incluir miembros de la comunidad—, responsables de nombrar a los directivos de cada uno de los respectivos entes prestadores. En ese esquema, la subsecretaría definiría de manera transparente los indi- cadores clínicos y financieros de estas organizaciones. Y Fonasa, como asegurador público autónomo, traspasaría los recursos por medio de contratos transparentes con cada una de estas entidades, velando por la calidad de la atención a sus afiliados. Un marco institucional de estas características ofrece varios elementos virtuosos que podrían mejorar significativamente la gestión en la red pública. Es interesante constatar que el actual ministro del área, antes de asumir la cartera, participó en un proyecto conjunto de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile y el Centro de Estudios Públicos que proponía una reestructuración de estas características. Quizás sea el momento de promover esa iniciativa, que concitó entonces apoyos transversales,
La idea de que toda la red estatal dependa de un organismo político no parece
recomendable.