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ESPACIO ABIERTO
Aminar por un glaciar es una aventu ra inolvidable. Los recuerdos de mi primer encuentro con el reino de los hielos permanecen imborrables, no obstante el paso del tiempo. Caminé por hielo con crampones, crucé grie tas sin fondo, escalé, escalamos, rodeados de torreones de roca y carámbanos helados, y bloques, albos témpanos de nombre sérac. Las plataformas heladas se sucedían en nuestro zigzag, una ruta que prolongamos a la base de la pared sur del Ce rro Morado. Pensé que así debería haber sido el mundo hace miles de años, y que aquí gracias al monta ñismo podía vivir el pasado en el presente, en un aquí y ahora infinito. El regalo de las montañas. Desde entonces mis pies caminaron muchos glaciares, terribles, como el Gran Mullet del nor te del Monte Blanco, o el glaciar Muldrow bajan do el Denali en Alaska. Y la conocida y estrepi tosa cascada de hielo del glaciar Khumbu, un pre
cario laberinto entre bloques de hielo que ruedan avalanchas en un desnivel de casi mil metros entre el campamento uno y el dos del Everest porel sur. Por nombrar algunos de afuera. O los glacia res de Olivares o el Juncal Sur que topografiara el gran glaciólogo francés Louis Liboutry. Un éxtasis estético siempre me acompaña al re correr glaciares y nieves de todas las cordilleras. Un sentimiento acrecentado con el conocimien to, ya que mi mentor en las montañas fue Jorge Quinteros, glaciólogo y como Hillary apicultor. Subí montañas del mundo con una graneminencia de la glaciología moderna, el chileno Gino Casassa, compañero en el Club Alpino Italiano de Chile y en las montañas del Himalaya, ahora jefe de la Unidad de Glaciología y Nieves de la Dirección General de Aguas del Ministerio de Obras Públicas. Ellos me abrieron los ojos a la orografía, la ciencia de las montañas, y al exultante capítulo de sus glaciares, hoy amenazados por el progre so y el calentamiento de la Tierra. Queremos más
lo que conocemos. Y al entendimiento que me die ron esuna obligación para atestiguarlo: “Los gla ciaresson sagrados y debemos protegerlos”, al de cir de Jorge Quinteros, al que me sumo. Porque más allá de la experiencia estética, los glaciares son fuente de vida, son las reservas de agua que tenemos, por ejemplo, en Chile Central, reservas amenazadas por la minería destructiva frente a Santiago. Hasta ahora en Chile la Ley de Glaciares está supeditada a la actividad minera. El clima, la sequía, los cauces amenazados de los ríos Maipo y Ma pocho, y allende, serán los argumentos que la na turaleza exhiba para abortarla. No habrá agua gla ciar para producir cobre. La ecuación no da. .. Caminar por un glaciar es un viaje en todo el sentido del viaje, sobretodo en el cambio del tiempo, un viaje extenso que he seguido, fotografiado y escrito pasos por las cumbres de Chile, un viaje que usted perfectamente puede realizar y sentirse fuera del mundo, en la Tierra.
Mauricio Purto (doctorpurto
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