C0P25: ¡ Éxito o Fracaso?
L a COP 25 realizada en Madrid bajo la presidencia de Chile finalizó luego de una corta pero agitada historia iniciada en diciembre del año pasado, cuando nuestro país asumió la responsabilidad de organizar dicho evento internacional. Por desgracia, podemos constatar con profunda desazón que los resultados finales están muy lejanos de las expectativas creadas, lo que demuestra la complejidad del escenario internacional en materia de acuerdos globales, donde se entrelazan poderosos y, a la vez, oscuros intereses políticos y económicos. Solo pequeños avances, frente a grandes retrocesos, que dependen de los vaivenes de los liderazgos de las grandes potencias. Una primera lección que debemos sacar de todo esto es que nos involucramos en un juego de política internacional para el cual no estábamos preparados. Pero esto no es de lo que quisiera hablar aquí, ya que está fuera del alcance de esta columna de opinión. Más bien, deseo hacer una reflexión acerca de la importancia que la COP25 tuvo para nuestro país, aunque este evento no se haya realizado en Chile y su conclusión se haya visto coronada con fuertes críticas desde diferentes esferas por no haber logrado acuerdos sustantivos. Hasta pocos días antes del estallido social todos los focos de atención mediática y ciudadana se habían centrado en la emergencia ambiental impuesta por el fenómeno del cambio climático. Tal como era predecible, en ese entonces la inminente realización de la COP25 había atraído el interés de los diferentes actores sociales, en torno a temas ambientales que afectan nuestra realidad inmediata y nuestro desarrollo futuro. Se llevaron a cabo múltiples actividades de difusión y participación impulsadas por organizaciones públicas y privadas, que ayudaron a generar un creciente momentum de conciencia ambiental ciudadana, que en ese entonces se movilizaba para presionar por una gestión sustentable de los recursos hídricos, combatir la vulnerabilidad de nuestro sistema de producción de alimentos, eliminar las zonas de sacrificio y lograr una matriz energética basada en recursos renovables. La potente demanda transversal que surge a partir del 18 de octubre para construir un país fundado en sólidos pilares de dignidad, justicia y paz social, le otorga un nuevo impulso a los esfuerzos por lograr un desarrollo económico que tenga como objetivo contribuir al bien común, mejorando la calidad de vida y el bienestar de todos los habitantes, sin afectar las posibilidades de desarrollo de las generaciones futuras. Si bien la agenda social por pensiones dignas, salud pública y educación de calidad, entre tantas otras demandas, parece haber puesto en segundo plano la agenda ambiental que se manifestó en los meses previos, no es menos cierto que las exigencias por una mayor protección de la salud de la población y los recursos naturales, incluyendo el agua, los minerales, y los recursos bióticos, se mantienen dentro de las primeras prioridades ciudadanas. Así, el creciente interés por los problemas socio-ambientales impulsado por la COP25 ha pasado a formar parte integral de las demandas ciudadanas, en pos de un Chile más sustentable y justo.
Por Claudio Zaror Profesor Titular del Departamento de Ingeniería Química Universidad de Concepción